La madrugada del 8 de diciembre mientras se encendían miles de velitas por la fiesta de la Inmaculada Concepción, el padre Eduardo Montañez partía hacia la eternidad. El recordado primer párroco de la Iglesia Cristo Rey de Crespo falleció a sus 86 años en la Clínica de Blas de Lezo, tras haberse entregado 58 años al sacerdocio en la ciudad de Cartagena.
La noticia la confirmó la Arquidiócesis, a través del Arzobispo Francisco Javier Múnera Correa, quien invitó a todos los feligreses a unirse en oración por el alma del Montañez, y también para pedir a Dios “que conceda fortaleza, consuelo y esperanza a sus allegados”.
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Una vida al servicio
Criado en Monguí, Boyacá, hijo de un arriero, Eduardo llegó a Cartagena a estudiar su bachiller en el Colegio Seminario San Carlos por puros azares de la vida, puesto que su idea inicial era estudiar en Palmira. Tras terminar sus estudios, el 8 de septiembre de 1963 llegó a ser sacerdote, vocación a la dedicó toda su vida.
El padre Montañez, “sirvió con generosidad y abnegación como párroco de Santo Domingo, Cristo Rey, y Nuestra Señora de la Candelaria. Fue docente en varios colegios, Rector del Colegio Seminario San José, fundador del Colegio Cristo Rey, director de Pastoral Social y Vicario de Pastoral de la Arquidiócesis de Cartagena”, indicó el Arzobispo Múnera a través un comunicado de la Arquidiócesis.
Debido a toda su labor en la Iglesia Católica, Montañez deja un legado de amor, al ser guía espiritual para muchos feligreses que hoy lamentan su partida.
“El padre Montañez se distingue por sus virtudes, es ejemplo por su calidad cristiana que todos reconocemos y por su ministerio sacerdotal, callado y generoso, en bien de la Iglesia de Cartagena. Sólo Dios sabe cuánto le debemos y tenemos que agradecerle sus alumnas y docentes del Liceo Nacional Femenino, los alumnos del colegio Seminario y de Cristo Rey en Crespo, los fieles de sus parroquias y las autoridades de Cartagena”, dijo el padre Rafael Castillo Torres cuando Montañez celebró sus cincuenta años de vida sacerdotal.
El padre, ya retirado, siempre estuvo dispuesto a ayudar donde lo necesitara “porque tiene la salud y el vigor que le vienen con la gracia de estado.”, dijo Castillo.
Montañez se despide de toda su iglesia y se marcha cruzando un camino iluminado por las veladoras del 8 de diciembre que hoy fueron encendidas con luz y con la fe que él mismo cultivó en el corazón de su comunidad.