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Sus manos son el único medio de comunicación con el mundo

   Ojalá todos aprendiéramos la lengua de señas al mismo tiempo que aprendemos a leer o escribir, así seríamos más incluyentes con las personas con discapacidad auditiva y visual, sería una de las formas de vencer las barreras comunicativas en el mundo.
    “Las manos son mi medio de interacción con las personas, son mi transporte para viajar a través del lenguaje” comentó Samuel Ferney Valencia Monsalve, un joven sordociego de 26 años.
    Gracias al apoyo y a las manos de su hermano, Dayilmar Arley Álvarez Monsalve, de 20 años; Samuel se volvió a comunicar con el mundo, después de pasar más de dos años aislado y de pensar que su vida había llegado a su final.
Con el lenguaje de señas, juntos comparten su experiencia y enseñan una lección de vida con optimismo y valentía.
Samuel perdió la audición a los 5 años a causa de una meninguitis. Al comienzo leía los labios y decidió ingresar a un colegio con personas oyendes, donde se destacó por su participación en los diferentes deportes.  

TODO SE OSCURECIÓ
    “A los 16 años comencé a tener una ceguera temporal por mi ojo izquierdo, mi campo visual se fue reduciendo a medida que iba pasando el tiempo y me costaba mucho leer los labios, porque me tocaba acercarme demasiado a las personas para poder ver algo”, expresa Samuel Ferney a través de las manos de su intérprete.
    Ante esta situación se salió del colegio y poco a poco fue quedando ciego.
   “Me hicieron 5 operaciones para tratar de recuperar la visión, pero no se logró nada, a los 17 años quedé completamente ciego y desde esa edad mi hermano siempre me ha acompañado” mencionó Samuel.
   Quien continúo diciendo: “En el 2003, el 2 de noviembre, día de mi cumpleaños, recuerdo que quedé totalmente ciego, todo era oscuro, ya no podía ver ni las sombras de lo que me rodeaba, en ese momento se derrumbó mi vida, no tenía comunicación con ninguna persona, pensé que todo había llegado a su final” dijo Valencia Monsalve mediante el movimiento de sus suaves manos.

UNA ALTERNATIVA
   Por más de dos años Samuel se encerró en su casa, se la pasaba en la cama y su comunicación era mínima, aunque su madre, Mery Monsalve,  le escribía palabras en la palma de su mano para tratar de hacerse entender, pero todo parecía inútil.
    “Pensé muchas cosas, entre ellas que ya no debía vivir más, pero mi mamá me apoyó mucho y buscamos ayuda en la Asociación Colombiana de Sordociegos (Surcoe) y allí inicié un proceso para aprender a comunicarme a través de la lengua de señas, y logré continuar con mis estudios, obtuve un trabajo y ahora soy una persona útil a la sociedad”, asegura Samuel con una gran sonrisa que le ilumina el rostro.
    En la Asociación le enseñaron el sistema braille para poder leer y de igual forma aprendió a desplazarse con un bastón.
   “Confieso que fue algo muy difícil, pero aprendí rápido porque deseaba enseñarle a las personas todo lo que podía hacer, a pesar de las barreras de la comunicación, que siempre están ahí, pero que yo trato de vencer todos los días”, dijo Samuel.

PROYECTO DE VIDA
   Después de aprender a comunicarse a través de sus manos, Valencia Monsalve ingresó al Colegio Filadelfia para sordos, allí terminó su bachillerato.
    “Al salir del colegio comencé a trabajar en la Fundación Neuroarte compartiendo mi experiencia de vida. En la fundación me apoyaron facilitándome dos intérpretes, lo que me ha impulsado a seguir adelante”, asegura Samuel.
   “Mi hermano es mi guía intérprete, él es un profesional del lenguaje de señas, poco a poco fue aprendiendo junto a mí, y trabaja con esta fundación, ha sido un proceso interesante en mi vida” dijo el joven.
    Actualmente Samuel está becado por el Icetex y la Fundación Saldarriaga Concha, y estudia tercer semestre de psicología en la Universidad Manuela Beltrán en Bogotá.
   Dayilmar Arley siempre lo acompaña en su jornada académica en la universidad, al terminar lo lleva hasta el colectivo y se va a recibir sus clases de comunicación social y periodismo en la Universidad Cooperativa de Colombia, también en tercer semestre.

EJEMPLO DE SUPERACIÓN
    Samuel se desempeña como profesor de lengua de señas en bibliotecas públicas de Bogotá.
   “Estoy muy feliz, después de superar la tormenta me he convertido en una persona independiente, puedo buscar mi ropa, afeitarme y hacer cosas solo, además las texturas de las cosas me ayudan bastante para organizarlas por grupos, por ejemplo, los sacos, chaquetas, camisas entre otros”, dijo Valencia Monsalve.
   De igual forma agregó: “Las nuevas tecnologías me resultan útiles y gracias a la  Fundación Saldarriaga Concha que me obsequió una línea braille me han facilitado vincularme a internet y aprender a comunicarme por medio del chat, que es algo nuevo para mí”, puntualizó Samuel.
   En la familia nadie sabe la lengua de señas, fuera de su hermano Dayilmar.
   “Mi novia no tiene ninguna discapacidad, es coordinadora de una biblioteca, llevamos cuatro meses y  está aprendiendo lengua de señas”, comentó Samuel.
   En su poco tiempo libre le gusta ir a cine o leer texto de filosofía o investigación.
  Adora comer crepes y afirma, entre risas, que se puede comer varios el mismo día.
  “Con el tiempo entendí que habían muchas cosas por hacer. Que costaba sacrificio, pero al esforzarme con trabajo y dedicación podía seguir adelante. Además comprendí que tenía fortalezas, como mi inteligencia, y así fuera un minuto, una hora o un mes que yo estuviera vivo, tenía que aprovecharlo para aprender a desenvolverme en el mundo”, concluyó Samuel.   

LAS CIFRAS

- El 6,4 de los colombianos tienen algún tipo de discapacidad. Se trata de 2,9 millones de personas, según el Dane.
- Si suponemos que cada persona con alguna discapacidad vive con al menos tres personas más, se podría decir que esta condición toca de manera directa a 7,8 millones de colombianos, que sería más o menos el 20% de la población del país.
-La discapacidad física es la más común con un 44%, seguida de la discapacidad visual con un 43,4% y en tercer lugar está la auditiva con un 17,3%.

ACCESIBILIDAD E INCLUSIÓN
La accesibilidad es una condición para generar sociedades incluyentes en un medio físico, comunicativo, virtual y social.
Se puede decir que todo lo accesible es inclusivo, pero todo lo inclusivo debe ser accesible.
“Un ejemplo claro lo tenemos con las rampas, algunas muy lindas, pero largas y pendientes, por ende las personas con discapacidad necesitan ayuda para lograr subirla, en ese caso se habla de accesibilidad, pero no es una rampa incluyente, porque yo no puedo hacerlo solo y no puedo ejercer mi autonomía, por ende es la autonomía la que regula todo lo que se denomina incluyente”, afirmó Ricardo Becerra, diseñador industrial de la Pontificia Universidad Javeriana, catedrático universitario y consultor en diseño inclusivo. 
En ese orden de ideas se puede decir que la accesibilidad es un criterio que le permite a quien esté elaborando un entorno social, garantizar que cualquier persona independientemente de su condición, género, edad u ocupación, pueda llegar y utilizar un espacio, lo importante para que sea incluyente es que esta persona pueda desenvolverse por sí misma.
“Por eso le hago una invitación a todos los planificadores territoriales a que se pongan en el lugar de nosotros, las personas con discapacidad, y sientan esa realidad, para que pueda apropiar conocimientos de quienes viven todos los días estas situaciones y así ayuden a construir verdaderas políticas de inclusión”, puntualizó Becerra.
Ricardo continuó diciendo: “Tengo un sueño con Cartagena, deseo que cuente con las primeras playas accesibles de América Latina, por ende con la Universidad Javeriana, en el 2009, desarrollamos un proyecto para el malecón de Bocagrande y queremos presentárselo al Distrito de Cartagena, pero no hemos encontrado a los actores sociales que se interesen en la accesibilidad e inclusión en la ciudad”.

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