Solo hasta este domingo se confirmó que la monja, de 33 años, que falleció el pasado viernes en la Clínica Madre Bernarda de Cartagena, murió por coronavirus.
La mujer, que permaneció hospitalizada varios días por una fuerte afección respiratoria e incluso sus riñones se vieron afectados, se contagió, según el Instituto Nacional de Salud (INS), por contacto con una persona enferma con el virus, de la cual se desconoce su identidad. (Lea aquí: Se confirma que monja en Cartagena falleció por coronavirus)
Hoy, familiares y amigos cercanos le dicen adiós a la religiosa, de quien se sabe era abogada y estudió Teología en el Seminario Provincial de San Carlos Borromeo, en Turbaco, y en 2012 se unió a su comunidad.
El Arzobispo de Cartagena Monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, compartió una semblanza sobre la religiosa, el cual escribió el pasado 27 de marzo.
*SEMBLANZA DE LA HERMANA JOHANA RIVERA RAMOS*
Queridos Hermanos y Hermanas:
En la madrugada del día 27 de marzo, nuestro Padre Dios llamó a su hija y religiosa Johana Rivera Ramos a la Vida Eterna. “Johana entra en el gozo de tu Señor”
Había nacido en San Martín de Loba hace 33 años, como Jesús, el Señor, y como el Padre Caled Torres, nuestro querido hermano que hace dos años también llamó Dios a la Gloria Eterna.
Pertenecía a una familia sencilla, humilde y católica, como la gran mayoría de las familias de nuestra Iglesia Arquidiocesana. Su padre y su hermano fallecidos. Su mamá Ana y sus tres hermanas, le sobreviven. Seguramente están sufriendo mucho en la despedida de su hija y hermana. ¡Ánimo! Su hija cumplió y ya el Señor la tiene coronada en el cielo. Los acompañamos con cariño.
Se enamoró de la Comunidad de las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada en el año 2012. Hizo su primera profesión en la Parroquia de San Nicolás de la Roca, barrio El Socorro, el 20 de enero de 2015. Este año 2020, fue llamada por su Congregación a la Profesión Perpetua que se iba a realizar el 25 de marzo. Pero el Señor cambió la fecha y el lugar. Pudo hacer su Profesión Perpetua en un lugar increíble: el cielo. Y su profesión la recibió directamente Papa Dios. Sus hermanas de Comunidad Religiosa sufren mucho, María José y Chelo. Les ha sido muy duro la partida de su hermana, con la cual compartían todo. Las acompañamos con mucho cariño. También a la Hermana Ángela que vive en Roma y que residía en la Fraternidad cuando ella se vinculó a la Congregación. ¡Ánimo Hermanas Franciscanas de la Inmaculada! La vida de la hermana Johana es fecunda. Es una semilla que va a dar muchos frutos. Y en este caso muchas vocaciones. El testimonio de Johana es la mejor Pastoral Vocacional que ustedes pueden hacer en la Iglesia Arquidiocesana. Seguramente muchas niñas, querrán vivir como Johana.
Era abogada graduada en la Universidad Popular del Cesar (Valledupar) y estudió Teología en nuestro Seminario Provincial San Carlos Borromeo, aquí en Cartagena. Tenía un vínculo muy grande con nuestra Arquidiócesis. Mucha gente la conocía, porque era simpática y misionera. Ella le proponía a todo el mundo encontrarse con Jesús, que fue el gran acierto de su vida. Colaboró con la Pastoral Juvenil, ¡cómo la están extrañando los jóvenes! Y con la Pastoral Familiar Arquidiocesana. Coordinaba la Misión Permanente de la Parroquia de la Divina Providencia. Allí habló mucho de la persona de Jesús, en las Pequeñas Comunidades Eclesiales e invitó a todo el mundo, a que se hiciera discípulo de Él. Trabajaba también, en la obra que su Congregación tiene en Arjona, allí les dejó el mejor recuerdo a todos esos niños que acuden al Centro Pastoral que las Hermanas dirigen en esa población. En la Arquidiócesis la vamos a extrañar mucho. Pero estamos seguros, de que muchas personas, especialmente, muchas jóvenes, querrán ocupar el lugar que ella les deja y que la hizo feliz. Johana, te vamos a extrañar mucho en la Arquidiócesis. A pesar de que tu presencia aquí fue corta, porque fue corta tu vida, te agradecemos todo lo que hiciste: tu testimonio, tu entrega misionera, tu alegría, tu servicio a los jóvenes y a las familias. Te vamos a extrañar mucho. Pero tenemos la seguridad de tener la mejor intercesora en el cielo. Háblale a Papa Dios de nosotros. Dile que nosotros lo amamos mucho. Que nos cuide, que nos proteja, que nos dé mucha alegría para anunciar el amor que Él nos tiene. ¡Te queremos, Johana, te queremos!
Trabajó dos años en el Perú en la obra que su Congregación tiene allí. Seguramente dio el mismo testimonio que aquí edificó a nuestra Iglesia de Cartagena.
Es la primicia de la Arquidiócesis en estos tiempos benditos que vivimos todos los que viajamos en la misma barca. En los tiempos de la pandemia que nos azota a todos. Es la semilla de la mejor calidad. Dará muchos frutos, será muy fecunda.
Gracias Johana: ¡te queremos, Johana, te queremos! Ruega a Dios por nosotros que continuamos en este “valle de lágrimas”. Adiós.
Jorge Enrique Jiménez Carvajal, arzobispo de Cartagena.