Perder a un familiar por coronavirus es doloroso. Primero porque nunca imaginaron que partirían de este mundo a causa de un virus que ha puesto a prueba el sistema de salud de la ciudad y segundo porque falleció en casa, frente a todos y, en vez de dedicarse a llorar por él y darle una despedida adecuada, les toca vivir un viacrucis para que las entidades competentes se acerquen hasta sus residencias y puedan así realizar el protocolo necesario, el cual incluye una desinfección en el hogar y la práctica de la prueba al resto de la familia, cosa que, según han denunciado, no ocurre de inmediato.
Según las estadísticas del Instituto Nacional de Salud, en Cartagena a corte del 22 de mayo han fallecido 93 personas a causa de este virus.
Desde que comenzó la pandemia, desde el Ministerio de Salud han indicado que los síntomas principales de COVID-19 son tos, fiebre alta y ahogamiento, pero en algunos casos la diarrea también está asociada. Y fue este último el que hizo que Abigail Cabarcas Reyes, quien tenía 69 años, comenzara a sentirse mal hasta ir a la clínica donde, según denunciaron familiares, fue hospitalizado por 3 días, tiempo en que le practicaron la prueba de coronavirus y después le dieron de alta.
“La prueba salió positiva y aún así de la clínica lo mandaron para la casa, según porque era asintomático y lo único que debía hacer era permanecer tranquilo. Cuando creíamos que se estaba recuperando, sin tratamiento médico ni nada, falleció”, explicó Gilberto Reyes, familiar.
Cuando se creía que la salud del señor Abigail estaba mejorando, pues según lo que él decía ya no sentía casi malestar estomacal, ocurrió lo inesperado.
Según narraron, la noche del 15 de mayo, Cabarcas Reyes estaba acostado cuando comenzó a sentirse mal, por lo que decidió llamar a su hija de manera desesperada.
“Cuando ella entró al cuarto lo vio muy mal y como no podía con él, decidió llamar a los vecinos y fue cuando salimos y entre todos comenzamos a llamar al cuadrante de la policía, al 123, al CRUE y demás y nadie contestaba”, indicó el familiar, quien añadió que todo inició a las 9:30 de la noche.
Después de tanta insistencia, dicen, les contestaron del cuadrante y les indicaron que ya iban para el lugar, lo mismo les manifestaron los paramédicos de una ambulancia, quienes incluso les aseguraron que llegarían en unos 5 minutos.
“Todo eso fue mentira, la ambulancia llegó a las 11 de la noche, cuando ya Abigail había fallecido y lo único que dijeron fue que ya no tenía signos vitales y se marcharon”, asegura indignado el denunciante, quien agrega que “si hubiéramos tenido un carro o algo en qué transportarlo a la clínica, lo cargábamos entre todos y lo sacábamos de El Nazareno para que se salvara”.
Después de todo esto, tuvieron que esperar hasta el día siguiente, 16 de mayo, a la 1 de la tarde, para que el personal encargado llegara a la Manzana A de este barrio a hacer el acta de defunción, embalar el cadáver y esperar que la funeraria lo recogiera.
En total fueron 16 horas y media las que el cadáver del señor Abigail estuvo en la habitación esperando que le dieran sepultura, pero ¿ya hicieron la desinfección y las pruebas a sus seres queridos?, la respuesta es no.
Después de conocer esta historia fatídica y todo el viacrucis que tuvieron que vivir, El Universal se dio a la tarea de averiguar con el Dadis y las Entidades Promotoras de Salud (EPS) cuál es el protocolo que tienen con aquellos pacientes que son confirmados o sospechosos de tener coronavirus y que fallecen en sus casas, y esto fue lo que nos dijeron.
“Después de recibir el llamado del familiar, primero se hace el manejo de disposición del cadáver, ya sea que fuera sospechoso o confirmado. Luego se realiza el certificado de defunción, se le toma las muestras al cadáver, a la familia y se llevan al laboratorio de salud pública. Después de esto se embala el cadáver, lo que significa que lo forran con un plástico y le tapan los orificios. Como tercer punto se dan las recomendaciones de desinfección en la casa y por último se entrega el cadáver a la familia para que dispongan de él”, explicó Mauro Olave, subdirector de salud nacional de Coosalud e indicó que es el mismo protocolo para todas las EPS.
Respecto al tiempo de respuesta de parte de estas entidades al recibir el llamado de los familiares, indicaron que varía dependiendo del lugar de residencia del usuario, pero que por lo general no demora más de 2 horas.
De ser así, ¿entonces qué pasó en el caso del señor Abigail?, es lo que aún no han podido descifrar.
Si tiene quejas por la atención de pacientes con COVID-19 puede comunicarse al correo sflorez@eluniversal.com.co
Según la Organización Mundial de Salud (OMS) cuando se le da un manejo adecuado al cadáver, no hay motivo para que las personas que estén cerca de él teman contagiarse, sin embargo, cuando el cuerpo del fallecido permanece por más de 5 horas en su domicilio, sin recibir el tratamiento adecuado para su disposición, lo que se genera es un foco de contaminación, donde a pesar de que la persona ya no tenga signos vitales, según la OMS en el caso de enfermedades respiratorias agudas, los pulmones y otros órganos “pueden seguir albergando virus vivos”.
Es por esto que solo el personal capacitado y con la protección necesaria es el que debe preparar el cadáver para su entierro o incineración.
Sobre la pregunta de por qué han fallecido tantas personas por COVID-19 en su residencia y no en clínicas, las autoridades señalaron que como son personas asintomáticas, pueden ser tratadas en casa de manera controlada por las EPS.
“Las EPS deben estar atentas a estos pacientes asintomáticos que están recibiendo tratamiento en sus casa, por lo que deben prestarle atención cada 12 horas para verificar si ha evolucionado o no. De ser positiva su evolución, deben de inmediato trasladarlo a una clínica para seguir el tratamiento”, indicó Johana Bueno, directora (e) del Dadis.
A la pregunta de por qué hay muchos posibles COVID-19 que han fallecido en casa, no obtuvimos respuesta alguna.
Si los familiares del fallecido no tienen recursos para enterrar o cremar a su ser querido, deben dirigirse a la Secretaría de Salud, que tiene un área con recursos destinados para estos procesos y con ellos pueden lograr darle el último adiós.
“Por normatividad las EPS no pueden asumir los gastos o auxilios funerarios, pues esto no está dentro del plan de beneficios con cargo de la UPC”, indicó Olave.