Con una manifestación simbólica y pacífica, un grupo de trabajadoras de la primera infancia, acompañadas por los padres de familia que tienen a sus hijos matriculados en el CDI Jardín Social Ciénaga de la Virgen, hicieron un llamado de atención a la Alcaldía de Cartagena y al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) para que intervengan cuanto antes su infraestructura, ya que sus condiciones son desfavorables.
Este CDI se encuentra sobre la Vía Perimetral y de este se benefician menores de edad de barrios aledaños como Boston, El Líbano o La Candelaria. (Lea: “Tenemos 450 niños a la deriva”).
Hasta antes de la llegada de la pandemia, en este lugar se atendían a 350 niños a nivel institucional y a 150 en la modalidad familiar, pequeños que no han podido volver a la sede debido a las restricciones en materia de bioseguridad que aún se mantienen, y sobre todo por el riesgo que tiene la institución. Se espera que en el 2022 la atención presencial se brinde nuevamente en el CDI, por eso los protestantes solicitaron inversiones para las paredes, columnas, techo y demás partes significativas de su estructura. Así mismo, solicitaron reforzar la seguridad, ya que en el periodo de aislamiento la delincuencia hizo estragos en la parte eléctrica y a parte de la dotación.
Vilma Tobar, manifestante
Enaldo Tobar, líder comunal del barrio La Candelaria, expresó que la protesta fue un SOS lanzado al Distrito porque hasta ahora no han sido atendidos. “No queremos que se repita lo del edificio de Blas de Lezo, estamos previniendo que suceda una tragedia. Aquí vienen más de 300 niños entre los dos y cinco años de edad, pero pareciera que se estuviera cayendo porque hay algunas columnas en el aire, las bases lucen débiles, el lugar está en riesgo de colapsar por el abandono gubernamental”, aseguró Tobar.
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El CDI Ciénaga de la Virgen fue construido y entregado a la comunidad en el año 2011. Desde entonces no ha recibido mantenimiento y, a pesar de su poco tiempo, su deterioro es evidente.
Este medio se comunicó con el Distrito y con el Icbf para conocer si existe algún plan de inversión en el establecimiento educativo, pero hasta el cierre de esta edición no se habían pronunciado.
Vilma Tobar, trabajadora del CDI, contó algunas de las falencias que existen:
- “No hay escritura pública, no se sabe bajo qué parámetros fue construido”
- “El techo está completamente oxidado, las láminas se vuelan con las brisas”
- “Cuando llueve se mete el agua y los salones se inundan, es imposible dar clases”
- “Algunas lámparas grandes se han caído, falta iluminación”
- “Hay puertas y ventanas llenas de comején, casi podridas”
- “El cerramiento es con tubos de aluminio, pero se los han robado, hay inseguridad”