En las islas de Cartagena aún tienen que programar el día en el que tienen derecho a enfermarse. Cada comunidad tiene un calendario específico que les dice qué día va el médico. Dependiendo del número de habitantes se define si son dos, tres o cuatro veces a la semana, y así es que cada comunidad ha recibido el servicio históricamente.
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Ante una urgencia siempre es necesario desplazarse hacia Cartagena, una labor que desde hace un mes realiza la lancha-ambulancia que dispuso la ESE, sin embargo el clamor general es poder contar con un servicio en óptimas condiciones en el mismo sitio.
De hecho, las Asociaciones de Usuarios de la Salud (Asodeus) de los distintos corregimientos denuncian que si bien el médico debe trabajar ocho horas en la comunidad, esto no siempre se cumple.
“Si los médicos se van antes de que sea mediodía alegando que esta es una zona de difícil acceso, ¿qué pasa con aquellos que necesitan la atención médica en la tarde?”, se cuestiona Calixto Polo, presidente de Asodeus Caño de Loro.
Según el habitante, esto hace que el servicio sea limitado y que baje de calidad. La situación se repite en otros corregimientos.
“Los médicos empiezan como a las 9 de la mañana y van terminando a la 1 de la tarde. La necesidad prioritaria es que tengamos un médico permanente”, expresó Remberto Díaz, presidente de Asodeus Bocachica.
En este corregimiento la atención se da en una casa de alquiler ante la falsa promesa de un nuevo centro de salud en el año 2015, el cual terminó siendo uno de los tantos elefantes blancos que están en la ciudad. “Ahí no tenemos muchos insumos, estamos sin aire y solo tenemos dos ventiladores”, explica.
En Punta Arena es igual. El centro de salud también funciona en un sitio alquilado. “Punta Arena no cuenta con un puesto de salud, solamente una casa de contingencia que no llena todos los requisitos para los programas de prevención y atención que necesita la población”, dijo Ana Díaz, presidenta de Asodeus de esta comunidad.
Por último, en Tierrabomba, el cuarto corregimiento ubicado en la isla del mismo nombre, si bien se hicieron unas intervenciones a la infraestructura del centro de salud, Gilberto Córdoba, el presidente de Asodeus, aseguró que “internamente no tiene los servicios”, como aire, camillas o insumos.
Y si en la isla de Tierrabomba la situación es compleja, qué decir de otras comunidades como las de las Islas del Rosario y el archipiélago de San Bernardo, que están a casi dos horas de la ciudad.
Precisamente, en enero de este año, un juzgado falló a favor una acción de tutela puesta por la comunidad en la cual piden que se les garantice de manera óptima el derecho a la salud. Esto tras la muerte de tres menores de edad el año pasado por no recibir la atención adecuada.
Sin embargo, según relata Dayana Medrano, representante del Consejo Comunitario, los fallecimientos se han seguido dando. “El 22 de agosto tuvimos el fallecimiento de un bebé dentro del vientre de su madre. Pedimos el servicio en la madrugada pero la ambulancia no llegó. Lo que se hizo fue que se le pidió el acompañamiento a Guardacostas y ellos fueron quienes llevaron a la chica a Barú. De ahí fueron a Cartagena y cuando llegaron ya el bebé había fallecido”, aseguró.
Por este motivo afirma que es necesario que exista un servicio de ambulancia para las islas más alejadas de la ciudad, ya que la que se encuentra en Tierrabomba está a una hora de distancia. “Lo que necesitamos es una ambulancia solo para la comunidad, que si hay una emergencia no tengamos que esperar sino que esté ahí a la mano”, puntualizó.
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A pesar de estos obstáculos, en las comunidades insulares algunos aseguran que la intervención por parte de la Superintendencia de Salud a la ESE ha provocado ciertas mejoras en el servicio, como lo fue la puesta en marcha de la lancha-ambulancia y el inicio de un trámite para poner un médico permanente en Islas del Rosario, sin desconocer que aún es mucho en lo que hay que trabajar.
Además, guardan esperanza en la terminación de los centros de salud. “Gracias a Dios estamos priorizados, esperamos que no pase nada porque desde el 2015 estamos en decadencia, que fue cuando nos demolieron el puesto de salud que teníamos. Confiamos en la administración del alcalde William Dau para que se mejore la atención médica con una nueva dotación”, dijo Ana Díaz, presidenta de Asodeus Punta Arena.
Tanto este corregimiento como Bocachica se encuentran en la segunda fase para terminar las obras que quedaron inconclusas en la ciudad desde hace cinco años. La primera, que está en curso, contempla los centros de salud de Daniel Lemaitre, Bayunca, Barú, El Pozón y Canapote.
Sobre las denuncias presentadas por los presidentes de las asociaciones con relación a que los médicos no estarían cumpliendo las ocho horas de trabajo, la ESE indicó que investigará los casos para garantizar un buen servicio.
“Sabemos que hay dificultades por el traslado, pero para nosotros es muy importante que hayan comunicado que nuestro equipo de salud no está llegando de manera permanente. Eso lo vamos a corregir, investigar y a hacerle seguimiento porque ante las dificultades para el traslado en estas zonas dispersas tenemos el compromiso mínimo de cubrir seis horas de atención, lo que equivale a una atención en promedio de 18 pacientes por día”, dijeron.
Sobre la lancha-ambulancia y su atención en las islas más alejadas de la ciudad, afirmaron que si bien son conocedores de que Islas del Rosario es un sitio distante “no se puede ubicar una ambulancia en cada uno de los centros”.
“Debemos garantizar que cuando se pida el servicio se cumpla con los tiempos establecidos de calidad, por esa razón el servicio se ubicó en Caño de Loro, donde podemos garantizar que la ambulancia puede desplazarse fácilmente hasta todos los sitios que soliciten el servicio. No entendemos por qué hay una inconformidad si desde el 9 de agosto que se puso en funcionamiento la ambulancia se han hecho traslados a todos los corregimientos. Sabemos que Islas del Rosario es el más distante, pero no podemos ubicar una ambulancia en cada centro, necesitamos tener el servicio disponible”, finalizaron.