Fui desvinculado de mi familia por culpa de mi mala conducta, estuve en la calle, pero fui bendecido por Dios que me llevó la fundación Cordeshu y conocí a la pastora Danis y a su equipo de trabajo que restauraron mi vida. Hoy soy una nueva persona, soy un hombre en victoria y vuelvo a mi casa a reivindicarme”. Así se expresó el joven Nilson Crisson González, de 24 años, quien luego de varios meses internado recibiendo tratamiento, ayer fue devuelto a sus familiares completamente restaurado.
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Sus parientes llegaron hasta la Corporación para el Desarrollo Humano Cordeshu, en el barrio El Bosque, para llevarlo a su casa y ayudarlo a reincorporarse a la vida social que había dejado atrás.
Su tía, Marianella González, se sorprendió al verlo y se comprometió a apoyarlo para que a partir de ahora su vida sea productiva y siga mejorando. “Está bastante cambiado, muy contento y eso nos alegra mucho. Es mi único sobrino, de nuestra parte tenemos mucho amor para él, lo hemos querido siempre y lo llevaremos a la casa para que nos colabore con un negocito que tenemos. Él dice que quiere otra oportunidad, empezar de nuevo, y nosotros como familia ahí estaremos acompañándolo”, expresó la familiar, residente en el barrio Jaime Pardo Leal, al suroccidente de Cartagena.
Así como Nilson, fueron 10 personas las que retornaron a sus hogares luego de ser recogidas de la calle por esta fundación y llevadas a su sede para ser apoyadas desde comienzos del 2020 con un trabajo psicosocial.
La coordinadora de este programa, Danis Lloreda Julio, explicó que tienen dos modalidades de atención. La primera es mediante un hogar de paso donde las personas llegan en las tardes, comen, duermen y se marchan en las mañanas a sus oficios como vendedores, y la otra es un internando en Pasacaballos donde estas mismas personas deciden poner un alto en su vida para ir a rehabilitarse completamente. Justamente de este internado salieron los 10 hombres que ayer regresaron a sus núcleos familiares.
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“No ha sido fácil, pero gracias a las terapias y al trabajo con psicólogos, trabajadores sociales y a una formación espiritual logramos restaurarlos en su totalidad. Es un proceso que tarda varios meses, del cual salen siendo nuevas personas. Además, salen productivos, pues los enseñamos a hacer diversos productos como traperos, desinfectantes, artes en reciclaje, entre otros”, sostuvo la coordinadora, quien agradeció el respaldo de la Secretaría de Participación y Desarrollo Social del Distrito.
El último día de estas personas en la fundación fue bastante emotivo. Allí los despidieron con un almuerzo, palabras de agradecimiento y los entregaron a sus familiares, esperanzados en que a partir de ahora sean personas útiles a la sociedad.