En el año 1996, un grupo de personas en situación de discapacidad materializaron una idea que tenían en mente para ayudar a sus similares a salir adelante. Ese año se creó la fundación Discar, de la cual actualmente se benefician unas 400 personas a través de diversos programas.
La sede es un salón dentro de la Casa de Justicia de Chiquinquirá, la cual fue donada hace algunos años para que estas personas pudieran reunirse y sacar adelante sus actividades de mejor forma.
En ese espacio tenían instrumentos musicales, cámaras y hasta un estudio audiovisual que lamentablemente hoy no están a disposición porque hace dos semanas un fuerte ventarrón causó destrozos en la infraestructura.
Las puertas de la fundación están cerradas y las ayudas no han llegado, por eso las directivas, los voluntarios y los beneficiarios lanzan un grito de auxilio al Distrito y a la ciudadanía para no desaparecer.
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Así luce la cubierta de la sede. //Foto: Cortesía
Deivis González, gestor cultural de la fundación, aseguró que más que prestar servicios son un vehículo de transformación social que en los últimos años han cambiado vidas no solo a personas con discapacidades sino a la población general, especialmente a gente muy humilde y necesitada, razón por la cual se niegan a cerrar definitivamente.
“Discar está constituida por personas con discapacidad y trabaja por personas tanto con discapacidad como sin ellas. Aquí tenemos cuatro líneas: La primera es el fortalecimiento a madres cuidadoras y a personas que velan por el bienestar de las personas en discapacidad. La segunda es una oferta musical, la tercera va dirigida a la formación de niños en temas como medio ambiente, salud y valores, y la cuarta línea va enfocada a realizar ferias gastronómicas y ser un motor de integración comunitaria. Tenemos un amplio grupo de voluntarios que hace gestiones poder abarcar a todos los beneficiarios, son pocos los recursos que se consiguen pero la satisfacción de ayudar es muy grande”, sostuvo González, quien lamentó tener hoy dos semanas cerrados.
Deivis González, voluntario.
Requieren manos amigas
La sede venía con falencias en su infraestructura, especialmente en el techo, pero los directivos no divisaban la gravedad debido al cielo raso que les impedía ver.
El día siguiente al aguacero, lunes, al llegar encontraron que toda la parte metálica de la cubierta estaba en el suelo junto a las láminas del techo. Eso, a su vez, afectó las herramientas de producción musical, sillas de rueda, equipos de escritorio y hasta una cámara fotográfica profesional. “Estamos destrozados”, lamentó Deivis.
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El llamado que hacen desde Discar a la Alcaldía de Cartagena es a no dejarlos solos en estos momentos de crisis, pues no cuentan con los recursos para reconstruir la sede. También piden ayuda a particulares que deseen hacer donaciones, a otras corporaciones o la empresa privada.
“No podemos abrir así, el lugar está en riesgo, hasta ahora en estos 15 días hemos ayudado desde las casas pero así realmente es muy difícil, no sabemos si vamos a seguir funcionando, tenemos la voluntad pero no los recursos. Por dentro todo está destruido, no queremos que Discar se acabe”, puntualizó el gestor comunal.
En la sede también funcionaba un taller de mantenimiento y rehabilitación de sillas de ruedas, bastones, caminadores y muletas.