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¿Es lo mismo que prostitución? Así operan los “sugar” en Cartagena

Algunos proponen tomar medidas ante esta práctica, debido a que puede incluir el intercambio de favores sexuales a cambio de un pago.

Se pueden llamar de muchas formas. Algunas les dicen “los señores que ayudan”, otras lo llevan a un nivel más sofisticado e internacional y los llaman “Sugar Daddy”, y lo que todos estos nombres tienen en común es que pertenecen a aquellos hombres de avanzada edad que patrocinan los lujos y caprichos de personas menores con las que salen. En el mayor de los casos son mujeres.

Aunque esta práctica sea objeto de risas, críticas y tendencias, se está empezando a considerar si podría tomarse como un delito, y ya empiezan a proponerse formas de incluirla en la Ley, debido a que quienes la ejercen podrían incurrir en el ofrecimiento de favores sexuales a cambio de un pago.

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El Universal contactó a dos jóvenes cartageneras que han tenido algunas historias y experiencias con esta práctica en la ciudad. Hoy cuentan sus vivencias y dan su opinión sobre esta nueva propuesta de ley que podría llegar a afectarlas.

Entrando al mundo de los “sugar”

Ana María Acuña* recién terminaba una relación con un muchacho de su barrio. Estudiaba arquitectura y como en tiempos de pandemia todo era virtual se sentía aburrida y no tenía plata. Asegura que vive en un barrio humilde de Cartagena, por lo que veía a todos los hombres de su alrededor iguales: “pobres y sin futuro”, aseguró. Entrando a TikTok escuchó el tema de los “sugar”, así que instaló varias aplicaciones de citas que vio en videos recomendados.

¿Es lo mismo que prostitución? Así operan los “sugar” en Cartagena

Un día, sin esperarlo, Ana recibió un mensaje de un hombre mayor. “Me trataba bien y yo le cogí el gusto a que tuviera tanta atención conmigo. El tipo me decía que era de México, y le gusté tanto que compró pasajes y vino hasta acá para conocerme en persona. Cuando llegó a Cartagena nos hospedábamos en los mejores hoteles, viajábamos, me pidió que le enseñara lugares y ciudades de Colombia y la cultura”, explicó Ana a El Universal.

¿Es lo mismo que prostitución? Así operan los “sugar” en Cartagena
Ana ya se consideraba toda una “sugar baby” (nombre con el que se le etiqueta a quienes reciben este tipo de atenciones).

“Una sugar baby no es tan bruta como creen”

Acuña asegura que la gente no alcanza a imaginarse cómo ocurren las cosas en realidad y que hay muchos imaginarios. “No es que uno llegue a un acuerdo con ellos, no es que uno le pregunte: ‘¿quieres ser mi sugar?’, eso no pasa. Las cosas se van dando como en todo noviazgo, con la diferencia de que aquí cada quien sabe cuáles son los intereses de cada uno. Él me contaba que estaba cansado del trabajo, por ejemplo, y yo le contaba que estaba mal porque necesitaba cambiar de celular, cosas así”, explicó.

Conviene subrayar que, para Ana María Acuña, el concepto que se tiene sobre las “sugar baby” es completamente erróneo, ya que casi siempre se les asocia con la belleza, pero con poca inteligencia, cuando, según dice, en realidad no es así.

“Hay que ser inteligente, estos hombres no solo buscan que seas bonita. Una joven que aspire a conseguir este tipo de hombres debe tener un buen léxico, ser madura, leer mucho, tener cultura general, historia del arte, tener clase, saberse las marcas de los vinos originales y cómo descorcharlos, y sobre todo, saber inglés. No es un trabajo tan fácil como la gente lo pinta. Debes ser una mujer interesante y muy bien preparada, porque como no tengas nada en la cabeza es seguro que te verá como una más del montón”, detalló Acuña.

¿Es lo mismo que prostitución? Así operan los “sugar” en Cartagena

Las cosas para Ana comenzaron a cambiar. Asegura que este hombre comenzó a sacarla fuera del país. Así que desde ese momento, su vida dio un giro rotundo. Dejó de caminar sin plata las calles del Centro, para recorrer los mejores hoteles de Cancún, Brasil, República Dominicana y muchos otros países.

Foto cortesía
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“Me compró un Iphone, así que ya tenía una buena cámara para tomar fotos en todas partes. Los restaurantes eran una cosa del otro mundo, además que el tipo me presumía como un trofeo por ser negra y excéntrica”, dijo.

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Ana María asegura que iba a México con frecuencia, y viajar improvisadamente se convirtió para ella en un hábito.

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“Por seguridad, nosotras no siempre les damos tanta información”

Conversar con una persona que “regala cosas” es prácticamente un compromiso. Ana María explica que para ella es vital confiar en la persona, y una vez se tiene un panorama claro sobre con quién están hablando, ahí si proceden a revelar temas más íntimos.

“Depende de cómo sea la relación. Hay hombres que son tóxicos desde el principio, y es obvio que a una persona así no le puedes decir dónde vives, ni quién es tu familia, ni nada de eso. Algunos son más calmados, te inspiran más confianza y sabes que puedes contarles cosas personales. Este señor con el que salí hasta conoció a mi familia”, contó acuña a El Universal.

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¿Relación o delito?

Una de las entrevistadas asegura que en Cartagena hay un edificio en el que vive un señor muy adinerado, a tal punto que tiene varias “sugar babys” al mismo tiempo. Estas son jóvenes de la ciudad a las que ayuda con los gastos de la universidad, viajes y lujos. Confiesa que la mayoría de estas chicas se dedican al modelaje.

La Corte Suprema de Noruega estimó que cada caso de “sugar daddy” debe ser examinado de forma individual para determinar su naturaleza, puesto que algunas de estas prácticas podrían considerarse como prostitución.

¿Qué es lo peor que les puede pasar?

Así como Ana María ha tenido buenas experiencias, hay otras cartageneras que no han contado con la buena suerte en este tipo de relaciones. Juliana López* y Kelly Puello* aseguran que se han visto en problemas con algunos hombres de carácter fuerte.

“Yo conocí a un señor que me llevó a viajar por todas partes, el problema era su temperamento. A veces estaba bien, otras veces tenía ataques de rabia, molestaba y se ponía agresivo. Un día discutimos cuando estábamos de viaje por España. El tipo se fue molesto y me dejó tirada por allá. Afortunadamente, yo tenía los tiquetes de regreso”, contó Juliana López.

A Kelly Puello le pasó algo diferente, pero igual de turbio. “Yo conocí al señor y me compró de todo: cama, televisor, me amobló el cuarto, solo que él no sabía dónde vivía. Yo vivía con mi mamá y si ella se enteraba de eso se moría. Este señor se enteró que yo tenía mi novio, y averiguó la dirección de mi casa para hablar con mi mamá. Hasta por Instagram buscó a mi mamá y le escribió”, aseguró.

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De acuerdo a las leyes en Colombia, ¿podría considerarse delito?

Es una obligación de la Alcaldía Distrital el detallar las acciones que realiza la ciudad frente a la explotación sexual y la trata de personas.

Desde 2021, la Procuraduría General de la Nación pidió al alcalde William Dau Chamat detallar los recursos incorporados en el Plan de Desarrollo 2020 – 2023 para impulsar esos programas, en el que discrimine las actividades planeadas.

Dau respondió que desde hace mucho Cartagena tiene cierta fama de ser propicia para despedidas de solteros. La ciudad se vende es “por ser un patrimonio de la humanidad, por su belleza, y toda la gente que viene no precisamente es buscando sexo, sino a Cartagena. Si la ciudad se presta para hacer despedidas de solteros, bueno, pero la ciudad no promueve esas actividades”, dijo.

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El Universal contactó al abogado penalista Enrique del Río, quien explicó a detalle cómo es visto este tema ante las leyes colombianas. Del Río, asegura que las relaciones en las que existe evidente diferencia de edad, no necesariamente están precedidas de interés económico. Ello, aunque sucede, no puede ser el patrón general, pues pensarlo así es una generalización espuria.

En este orden de ideas, si se da un intercambio de afecto o sexo por dinero o cualquier utilidad, evidentemente estamos ante un acto de prostitución, que no es delito en Colombia a no ser que involucre a un menor de 18 años. Casos más específicos y extremos tendrían que estudiarse en concreto.

“Habrán algunos casos de estafa, abuso de condiciones de inferioridad psíquica, entre otros. Pero tener relaciones con un adulto movidos por un interés económico y no el amor, está lejos de ser delito aunque amerite un reproche moral. Debemos recordar que toda infracción a la moral no es delictiva”, explicó el abogado del Río a El Universal.

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