La enfermedad causada por el nuevo coronavirus (Sars-CoV-2) ha sido nombrada oficialmente Covid-19 por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El Covid-19 es el séptimo coronavirus que se conoce en el mundo y la epidemia amenaza con expandirse por todo el planeta, cuando ya ha alcanzado 24 países.
A la fecha son casi 1.369 muertes y unos 60.000 infectados, dentro y fuera de China. La enfermedad que se originó en la ciudad de Wuhan tiene en jaque al gigante asiático, a los inmigrantes extranjeros incluidos colombianos, y por ende a algunos cartageneros.
Mientras se avanza en la búsqueda de una cura, aumentan los controles para prevenir y evitar el contagio de esta enfermedad, que puede causar severas lesiones en los pulmones.
En medio de todo, un grupo de colombianos que viven o habitan en alguna ciudad china, padecen los rigores de esos controles.
El arquitecto cartagenero Álvaro Royo, quien vive en Xiamen, China, ha reflexionado sobre las consecuencias de esta cuarentena a la que están sometidos los inmigrantes y la población china.
“Acá en China, luego de 15 días literalmente sin poder salir de nuestras casas y con casi todos los comercios, oficinas, universidades y colegios cerrados, me pregunto, que si esto no se soluciona pronto, ¿de qué tamaño serán las consecuencias?”, expresa Royo.
“No debe ser fácil paralizar a un país que cuenta con 1.500 millones de habitantes. El nivel de confianza y credibilidad en las medidas que toma y dicta el gobierno central es tanta por parte de la gente, que solo con recomendar no salir de sus casas la sugerencia fue seguida por todos, tanto que quedarse en casa por estos días es considerado casi como un acto patriótico, de responsabilidad contigo y con tu país”, reflexiona.
“En cambio salir a trabajar o a hacer lo que tengas que hacer puede ser visto como un acto de irresponsabilidad y si ya sales sin la máscara puesta es casi que un atentado contra tus semejantes y contra tu nación”, agrega. “En esa estamos ahora acá en China, que desde que descubrieron el coronavirus y al saber que no tenían medicamentos a la mano para combatirlo y evitar su propagación, tiene a todo el país cogido de los cabellos y tomando medidas que por el nivel de alerta y lo que se dice pudieran parecer insuficientes”, dice.
Para Royo, no es que el virus sea de una mortalidad extrema, ya que solo poco más del 3% es la tasa de mortalidad, “pero al no tener una cura a la mano los interrogantes a una posible mutación mas mortífera no deja tranquilos a los que tienen la responsabilidad de manejar el tema”, sostiene el arquitecto Royo en apartes de unas líneas enviadas a este medio.
Royo opina que “hace más de dos años que el planeta entero está preocupado por las posibles consecuencias de una recesión mundial por el enfrentamiento comercial de dos gigantes llamados Estados Unidos y China, pero nadie tenía la más leve sospecha que quien iba a poner a temblar a todo el mundo era un bichito de medidas microscópicas que es indetectable por el ojo humano, pero con una capacidad impensable para hacernos daño”.
El arquitecto cartagenero cuenta que tras 15 días encerrados todos en las casas y utilizando aplicaciones del teléfono para pedir lo que se necesita por domicilios, ya ciertas marcas de productos comienzan a escasear. Es así que los inmigrantes y los citadinos van a supermercados que abren sus puertas y ya se notan ciertas estanterías con faltantes. “Me pregunto ahora que comiencen a agotarse los inventarios con los que China provee el mundo, ¿qué va a pasar con todas esas fábricas paralizadas porque los trabajadores simplemente están en sus casas? ¿Qué pasará con toda esa cadena de distribución de la cual dependen económicamente muchas compañías occidentales? Solo nos queda esperar que esto se solucione prontamente”.
Entre tanto, una familia colombiana que vive en China contó por medio de videos cómo viven los efectos sociales y económicos de la epidemia por coronavirus.
A través de RCN Televisión, César Augusto Fuentes, su esposa y su hija de 12 años, quienes habitan a 700 kilómetros de Hubei, el epicentro de la epidemia, dejaron ver los controles y operativos permanentes en las calles que las autoridades realizan para tratar de evitar que el virus se siga propagando. Están en China desde el pasado 29 de enero y solo han salido tres veces al exterior.
Un sueño interrumpido por el coronavirus
En 2019, Brenda Vanessa Montalvo Padilla veía a China como una oportunidad gigante para dar un paso igual de grande en su carrera como bailarina. La cartagenera, de 27 años, llegó a ese país el 2 de octubre del año pasado para vivir con cinco colegas suyas en la ciudad de Wuhu (provincia de Anhui) y trabajar sin parar. Sus planes iban bien hasta que el coronavirus entró en la escena.
“La ciudad donde se originó el virus (Wuhan) está cerrada en cuarentena: nadie puede entrar ni salir, al igual que otras ciudades vecinas donde está la mayoría de infectados, como medida para que no se siga propagando el virus. Otras de las medidas han sido cerrar las estaciones de tren, los parques, los clubes, etc., también han pedido no salir de casa... solo si es absolutamente necesario”, explica.
“Estar en el país donde se originó la epidemia es una total locura. Yo he tratado de llevar las cosas con calma, pero en el fondo siento mucha ansiedad, muchas ganas de regresar a mi país. Para mí esto es una cosa de locos, salir a las calles y verlas completamente solas, todo cerrado, parece una película de zombies”, cuenta por WhatsApp.