¿Alguna vez ha pensado que la cáscara del platanito que se come en el día, la cáscara del huevo del desayuno, el tomate que estaba un poco dañado o el tallo del apio no debían ir al tanque de la basura? Si su respuesta es no, continúe en este escrito que describe una iniciativa local para reducir el desperdicio de alimentos en la ciudad.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que en América Latina se pierden o desperdician hasta 127 millones de toneladas de alimentos al año, lo que serían suficientes para satisfacer las necesidades alimenticias de 300 millones de personas.
A nivel mundial el panorama es más devastador, porque son 1.300 toneladas de alimentos que se desperdician al año y se utilizan aproximadamente 1.400 millones de hectáreas para producir alimentos que no son consumidos.
Para contrarrestar esto, beneficiar el planeta y revalorizar los alimentos, el restaurante Di Silvio Trattoria, en compañía de la Fundación Cartagena al 100%, lideran la estrategia de compostaje, aprovechando por sede cerca de 15 kilos al día de alimentos. ([Vídeo] Así los desechos de un restaurante se convierten en abono orgánico)
“Es maravilloso ver cómo eso que antes se botaba en la basura hoy se convierte en abono. Hace algún tiempo hablábamos con la directora de la Fundación y finalmente concertamos este espacio (el patio) para hacer el proceso. Entonces con la asesoría de su biólogo y la tecnóloga en recursos ambientales, comenzamos este plan piloto que sistematizamos con resultados para luego replicarlo en otros restaurantes de la ciudad”, explicó Mercedes Rizo, gerente del restaurante.
Es así como desde hace dos meses, los residuos orgánicos se depositan en un balde, se pesan y se llevan a otro tanque donde comienza el encanto del compost. Este es el proceso de la descomposición de los desperdicios orgánicos, donde la materia vegetal y animal se transforman en abono.
Así hacen el compost
Para los trabajadores del sitio no fue difícil adaptarse a un nuevo proceso ambiental, porque desde sus inicios conciben proyectos ambientales.
“Se estableció una logística en la que todos los días, cuando hacen el proceso de preparación de producción en cocina, saben que todo lo orgánico son posibles elementos para compost. Tienen un tanque al lado donde ponen los desechos durante el día, en la mañana siguiente el personal de mantenimiento toma ese tanque, lo pesa, lo lleva al patio y lo vierte en los grandes”, detalló Rizo.
Todo este proceso se hace bajo un cronograma y una planificación. En una planilla anotan el peso y la fecha de los vertimientos, de acuerdo a periodos establecidos, los lixiviados (mezcla de agua con compost que se fermenta) también deben sacarlos diariamente y poner microorganismos eficientes.
Para que se forme el compost de forma estable y continua se hacen capas. Una debe tener materia seca como ramas, cáscara de frutos secos, aserrín y hojas de árboles, entre otros. Esta capa se alterna con la materia húmeda como cáscaras de huevo, manzana, conchas de plátano, hojas de lechuga, posos de café, restos de infusiones, tierra, cabello, etcétera.
Aquí se usa un proceso anaerobio, por lo que se necesitan microorganismos eficientes que se preparan, en este caso, bacterias. También hay proceso aerobio.
“Hemos aprendido muchísimo y es muy satisfactorio ver cómo todo eso se convierte en tierra, me asomo a los tanques y huelo a tierra mojada, a tierra negra mojada. Es bellísimo, la verdad. Creo que en una semana sacaremos nuestro primer abono”, dijo emocionada la gerente.
El abono que se produzca se donará a los parques del Centro Histórico y Getsemaní, y como visión futura se usaría para huertas que produzcan alimentos totalmente orgánicos. Una iniciativa que, de multiplicarse, alcanzaría a mantener todos los árboles y convertiría a Cartagena en una ciudad auténticamente sostenible, apuntándole al Objetivo de Desarrollo Sostenible número 12 “producción y consumo sostenible”.
Los alimentos que aportan al compost
El análisis realizado por los expertos de la Fundación asegura que tanto los lixiviados, abonos líquidos óptimos para las plantas, como el abono orgánico tienen calidad por la variedad de elementos que le aportan vitaminas, nutrientes y minerales. Hay unos 337 kilos de material húmedo.
“Acá en el restaurante usamos alimentos de verduras como lechugas, tomates, apios, pimentones, berenjenas y frutas como maracuyá y piña; también hierbas de albahaca, tomillo y romero. Adicional usamos café y las cáscaras de los huevos o el anaquel del huevo”, mencionó Rizo.
Para el caso de los cítricos, no los usan de la misma forma y cantidad, sin embargo ya piensan en producir jabón con las cáscaras de naranja y limón, convirtiéndose en un total referente de restaurante sustentable.
“Antes no era consciente de todo el daño que hacían los desperdicios, porque no tenía conocimiento y apenas la jefa nos dijo que ayudáramos en el proceso respondimos que sí. No es difícil, es solo guardar en un tanquecito, que no le entre oxígeno y listo”, resaltó Joel Hernández, jefe de mantenimiento del establecimiento.
Liliana Urrego, presidenta de la Fundación Cartagena al 100%, comenzó hace siete años con este proyecto y hasta ahora logró consolidar el compost para restaurantes. “La idea es que los cartageneros aprendan a gestionar los residuos orgánicos, los colegios, los centros de vida. Pretendemos crear un modelo en un negocio y, una vez optimizado, que se implemente en otros”, indicó.
Lo único que se necesita -afirma- es voluntad para multiplicar, lo que le sobra a los trabajadores y líderes de Di Silvio.
“Tenía muchos años de estar con tristeza botando todos los orgánicos, porque en mi casa ya no se genera basura. Estoy feliz de que se haga realidad este proyecto y ser pioneros en compostaje, todos deberíamos comprometernos con el ambiente”, puntualizó Ana María Isaza, gerente operativa. El compost provee los tres elementos centrales para la vida de las plantas: nitrógeno, fósforo y potasio. Además de minerales y otros elementos para fertilidad de la tierra.
Para el suelo, los beneficios que da este proceso son retención de la humedad, paso del aire, control de erosión, mejoramiento de estructura, adhesión de más materia orgánica y menos necesidad de usar fertilizantes.