Cuando en el mes de febrero comenzaron los trabajos de reparación de la calle 14 del barrio El Campestre, que durante años estuvo en malas condiciones, la comunidad pensó que los problemas de movilidad desaparecerían pronto.
La maquinaria pesada empezó a partir las placas, a hacer las excavaciones y a retirar todo el material dañado, sin embargo, por la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19 la obra tuvo que ser suspendida y desde entonces el tramo a arreglar quedó convertido en una pronunciada abertura en la tierra. (Lea: “Le doy gracias a Dios”: mujer recuperada de COVID-19).
Una mosquitera
Lo peor de todo es que ese segmento de vía se ha ido llenando paulatinamente de agua y se ha convertido en una especie de piscina que mantiene con mucha preocupación a los vecinos. “Lo raro es que no ha llovido, solo cayó un sereno hace una semana y no es para que ese hueco esté así lleno de agua. No se sabe si es que hay algún tubo roto o es agua que sale de algunas casas aledañas. A lo mejor son aguas que bajan de otras calles”, señaló un residente de El Campestre.
Este es el sector de los cuatro cruces, donde está la iglesia católica principal del barrio y es justamente el sitio históricamente utilizado por centenares de personas para esperar el transporte público.
Marco García, líder comunal del barrio, expresó que las aguas estancadas han generado proliferación de mosquitos y los residentes temen que si los trabajos continúan paralizados, puedan verse seriamente afectados por enfermedades respiratorias.