La vacuna que necesitamos


No cabe duda de que el horror de la guerra en Colombia se concentró en las zonas rurales de este país, de manera planificada y grotesca en contra de los más pobres, causando heridas difíciles de curar, agravándose en los últimos meses por la pandemia del Covid-19.

Ante esta necesidad, se realiza el más intenso proceso de priorización y participación conocido en este país para construir desde las bases veredales. Se trata de Los PDET, Planes De Desarrollo Con Enfoque Territorial, un plan para cerrar las grandes brechas sociales y económicas en las zonas rurales de Colombia, pero ejecutarlo con quienes sufren el día a día y también conocen las soluciones.  

Son 170 municipios priorizados con sus zonas rurales, afectados por la violencia, cultivos ilícitos, pobreza y abandono del estado. En Bolívar, las dos subregiones: Montes de María y Sur de Bolívar. 13 municipios: Córdoba, El Carmen de Bolívar, San Juan Nepomuceno, Zambrano, El Guamo, María la Baja, San Jacinto, Arenal del Sur, Cantagallo, Morales, San Pablo, Santa Rosa del Sur y Simití.

Es solo recorrer estas zonas para encontrarse con la esperanza y motivación de sus pobladores, quienes con los planes aquí estipulados puedan mejorar su calidad de vida. Gran responsabilidad tiene hoy los gobernantes para que esto se convierta en realdad.

En momentos de guerra, el Estado no tuvo la capacidad de controlar estas acciones violentas que nos arrebataron más colombianos que a los que a la fecha han partido por cuenta del Covid-19. Tristes historias de masacres, desapariciones forzosas, asesinatos, secuestros, despojamiento de tierras entre otros obligaron al desplazamiento de millones de colombianos.

Los habitantes de los Montes De María durante muchos años fueron amenazados y torturados por grupos al margen de la ley, de izquierda y de derecha en diferentes tiempos. Realmente soportaron la fuerza de la violencia. Los maleantes se pasearon por esta subregión desplazando a miles de bolivarenses, obligando a nuestros pueblos a convertirse en tierra de nadie y sumirnos en el vulgar subdesarrollo. Y en el sur de Bolívar, también se padeció el abandono por parte del estado durante décadas, presencia de la subversión, minería ilegal, entre otras, llevaron al atraso y la desidia a esta población.

El país polarizado, dividido, pero cansado de décadas de muertes, injusticias, y violación de derechos humanos, desarrolló un proceso de paz firmado el 26 de septiembre de 2016. Contará entonces la historia que los colombianos diseñaron una paz imperfecta, pero al fin y al cabo mejor que seguir matándonos entre compatriotas.

En esta pandemia, los entes territoriales también se contagiaron, su respiración es escasa y están listos para intubarlos e ingresar a las salas de cuidados intensivos.

Los ingresos corrientes de libre destinación no alcanzan hoy siquiera para pagar las nóminas y sostener el funcionamiento de gobernaciones y alcaldías. Pareciese que la vacuna son los PDET, por esto, el Gobierno Nacional debe hacer lo propio para que los recursos lleguen a las regiones.

La descentralización y desconcentración de estos recursos para invertir en saneamiento básico, reactivación económica del campo, educación, salud, recuperación del tejido social, entre otros, deben aliviar las cargas de los menos favorecidos.

La capacidad de los entes territoriales debe enfocarse en la estructuración de proyectos que hagan parte de los planes de acciones territoriales, socializar con las comunidades rurales y sobre todo garantizar la participación directa de los beneficiarios. Hacer un llamado coherente a la sociedad civil, a las veedurías ciudadanas y sobre todo a la comunidad en general para que velen por la inversión y que no se pierda un solo peso.

El acto legislativo que cursa en el Congreso de la República y está en estudio para reglamentarse será una apuesta sin precedentes para precipitar la reactivación económica, traer a valor presente los recursos del sistema general de regalías para invertir en los próximos dos años.

En Bolívar son más de 2.000 km de vías terciarias en mal estado, 50% de instituciones educativas por mejorar, cobertura en agua potable rural alcanza solo el 40% y solo el 3% de la población en los corregimientos de los 13 municipios de las subregiones de los Montes De María Y Sur De Bolívar cuenta con alcantarillado, estos son solo algunos de los vergonzosos números que nos ha dejado la violencia de los últimos años y que ahora tenemos la deuda moral de resarcir con la apropiación y priorización de estas acciones. El amor en lo público solo se demuestra con inversión y de este sí que estamos necesitando se siga haciendo s.

Entonces el reto en estos 4 años estará en el conocimiento y la gobernanza desde el territorio, combinada con la pasión de servir, años de arduo trabajo con las comunidades y la puesta en marcha de equipos de trabajos con experiencia y alto sentido social.


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