Secretos de la Inquisición cartagenera ( 2 ).


 Secretos de la Inquisición cartagenera (2).

En la continuidad de las historias secretas de la Inquisición en Cartagena de Indias, hoy presentamos las relacionadas con:

La delación de los herejes.

La calificación de la falta y la detención de las víctimas.

Los métodos “legales” de tortura para obtener la confesión de los acusados,

La condena en los Autos de Fe.

1.LA DELACIÓN DE LOS HEREJES.

La delación de los herejes es el momento cumbre para que el “Santo Oficio” entre en acción; por ello, para obtener acusados a granel cuenta con un grupo de “familiares” (colaboradores delatores) quienes son laicos y regulares del Tribunal en su condición de domésticos, espías y observadores cuya función principal es delatar a los presuntos herejes; en esta labor juega un papel importante la envidia, el odio, el fanatismo religioso, y el racismo de los delatores.

 Estos recibirán a cambio varios privilegios y la absoluta seguridad, que sus nombres jamás serán revelados; los testigos, a su vez, sin importar su condición recibirán igual tratamiento que los familiares; siempre se cuidarán de no ser acusados de encubridores de supuestos herejes y pecadores.

2.LA CALIFICACIÓN DE LA FALTA Y LA DETENCIÓN DE LAS VÍCTIMAS.

Después de la denuncia o la autodenuncia del supuesto hereje, se procede a la calificación de la falta; un grupo de “censores” o “calificadores” teológicos estudia y determina el valor de los testimonios y la realidad de las denuncias de los testigos.

Si los calificadores deciden que hay suficientes pruebas de herejía, el fiscal redactaba una orden de arresto contra el acusado quien era puesto bajo custodia.

Por lo menos esas eran las reglas; pero muchas veces la detención precedía a la calificación de la falta y este primer proceso se prolongaba indefinidamente, sin que llegara la debida calificación.

Producido el arresto se procede a la confiscación de los bienes del acusado, los cuales son rematados en la plaza pública, dejando en la miseria a los familiares del detenido; su suerte será definida meses o años después; mientras se llama a juicio será conducido a una cárcel común o a una de las más temidas: las cárceles secretas.

Detenidos en las cárceles, de cualquier categoría, los acusados se quejan de dormir en el suelo lleno de pulgas, sin pan ni agua y casi desnudos; otros se lamentan por llevar cadenas, o no tener luz.

Como complemento, a los presos recalcitrantes (negados a confesar de manera voluntaria) se les someterá a tormentos, como la mordaza, para impedir que sigan blasfemando, y al pie de amigo: una horquilla para mantener siempre levantada la cabeza; en la medida que persistía la actitud negativa, al momento del interrogatorio, los métodos de tortura se tornarán más crueles y “efectivos”.

3.EL INTERROGATORIO A LOS ACUSADOS.

Calificada de manera positiva la falta por los censores, el detenido de hecho es considerado culpable de los delitos que se le acusan; ahora, mediante un juicio le tocará demostrar la verdad de su inocencia.

Así, es conducido a la sala de audiencias del “Santo Oficio” (La “Santa Casa”) donde encontrará personajes muy temidos: el diocesano ordinario(el obispo ), el abogado del fiscal, el inquisidor y el secretario quien toma nota de todo el proceso; sólo el abogado del acusado no es temido; pero la confianza en él es poca, dado el carácter del ente acusador.

La sala de audiencias tiene una decoración austera:

 Una larga mesa, un crucifijo y dos cirios: todo comienza bajo el signo de la cruz; entonces el acusado se dispone a esperar y mientras tano presta juramento sobre los evangelios cristianos.

4. LOS MÉTODOS “LEGALES” DE TORTURA PARA OBTENER LA CONFESIÓN.

Aquellos pobres infelices , quienes se niegan a confesar de manera voluntaria, se les aplicará el arma muy eficaz de la tortura; esta, durante varios siglos en Europa fue considerada legal para obtener confesiones en los tribunales laicos y eclesiásticos; de esta forma, los métodos utilizados en España, a través de la globalización que hizo el Inquisidor Torquemada , fueron trasladados a Nuestra América dondequiera que  funcionó el tribunal, y el de Cartagena de Indias, junto con el de Lima  y México no fueron la excepción.

La tortura inquisitorial se mantuvo durante varios siglos; pero ya en el siglo XVIII, escribe Henry Kamen (La Inquisición española (1985) había caído en desuso por lo que el Papa Pio VII, en 1816 prohibió su uso, en cualquiera de los tribunales dependientes de la “Santa Sede”.

Ahora, el acusado es conducido a la cámara de tortura, alumbrada sólo por las llamas vacilantes de las antorchas. Asisten a la sesión de torturas los inquisidores, un representante del obispo y un escribano, que desempeñará su oficio con minuciosidad.

La presencia del verdugo hace más impresionante el ambiente: con sus pertrechos siniestros y el rostro cubierto con una cogulla (hábito con capucha) aumentaba el terror del acusado, quien siempre esperaba la peor de sus suertes.

Al empezar la sesión el supuesto hereje es desnudado; hombre o mujer, solo quedan cubiertas las partes íntimas, mientras el inquisidor, incansable, unas veces con tono conciliador, otras con violencia verbal, le invita a confesar; luego le muestran los instrumentos del verdugo y su temor aumenta, pero no confiesa; entonces pasa a manos del torturador, quien aplicará uno o varios de los procedimientos clásicos de la tortura inquisitorial:

*La Garrucha o trato de cuerda.

*La Toca o trato de agua.

*El potro.

*El trato de cuerda consistió en que el torturado es colgado por las muñecas de una polea fijada en el techo; con grandes pesas sujetas a los pies, las víctimas eran alzadas de manera lenta y de repente soltadas de un tirón. El efecto deseado era tensar y tal vez, dislocar brazos y piernas.

*La toca, (prenda larga y blanca que usaban las mujeres en la cabeza) o tortura de agua era más complicada. La víctima era atada a un bastidor y la forzaban a abrir la boca; se le metía la toca hasta la tráquea; al empaparse la toca, al absorber el agua vertida con un jarro se producía una sensación de ahogamiento en la víctima, lo cual le obligaba a confesar. La severidad de la tortura varía de acuerdo con el número de jarros de agua vertidos.  

*El potro que fue el tormento más usado, consistía en un bastidor o banqueta sobre el cual se colocaba el acusado, atado de manera fuerte, con cuerdas pasadas en torno el cuerpo y las extremidades; aquellas eran controladas por el verdugo, quien las apretaba mediante vueltas dadas a sus extremos. Con cada vuelta, las cuerdas mordían la carne, atravesándola, de acuerdo con el testimonio de Kramen.

De esta forma, ante los procedimientos utilizados, el acusado o la acusada no le quedaba más opción que confesar admitiendo haber cometido el delito o delitos que le señalaban.

5. LA CONDENA EN LOS AUTOS DE FE.

Una vez aceptados los cargos que le imputan a la víctima, el fallo definitivo es pronunciado con la participación del Ordinario de la Diócesis; pero el condenado no conoce todavía sus términos. Ahora debe esperar hasta cuando se realice un Auto de Fe, General, Particular o Singular.

El Auto de Fe General, es aquel en el cual figura un gran número de condenados de todas las clases: Individuos que son quemados vivos como impenitentes, otros que lo son después de haber sido estrangulados como herejes reincidentes; otros lo son en efigie por fugitivos o difuntos; con ellos estarán también los condenados a usar por un tiempo determinado  o de por vida las marcas infamantes como el “sambenito o saco bendito” y la coroza , entre otros;  estos tienen figuras diabólicas pintadas, de acuerdo con la falta cometida , así como también la cruz de San Andrés

También hay herejes reconciliados y arrepentidos, penitentes, criminales, individuos sospechosos de herejía que abjuran “ad cautelam”, es decir como medida preventiva.

Este tipo de Auto, con el correr de los años se convirtió en una ceremonia solemne, en una fiesta comunitaria en la cual además de participar los inquisidores lo hacían las principales autoridades religiosas, civiles y militares de la ciudad.

El Auto de Fe particular, tiene lugar cuando se presenta a los condenados sin la solemnidad del Auto de Fe General. Sólo asiste el Santo Oficio y el juez, cuando hay alguien para ejecutar.

El Auto de Fe Singular, se realiza cuando se condena a una sola víctima en la iglesia o en la plaza pública, según las circunstancias del momento.

En Cartagena de Indias el primer Auto de Fe se realizó el dos de febrero (Fiesta de la Virgen de La Candelaria) de 1614, para cuyo efecto se acumularon 30 sentenciados, la mayoría de poca importancia destacándose el de dos seglares que andaban en fiado, dos sacerdotes agustinos y dos franciscanos por proposiciones sospechosas y seis mujeres por sortilegios hereticales.

El Auto se convirtió en una verdadera fiesta ciudadana a la cual asistieron las más importantes personalidades de la ciudad y personas venidas de todas partes de la Provincia. Los inquisidores: Pedro Mateo de Salcedo y Juan de Mañozca, requirieron a las autoridades para el efecto, procediendo estas a militarizar la ciudad dos días antes de la celebración.

Este primer Auto de Fe, reviste importancia también porque:

 en él se sentenció a un personaje importante de la ciudad: El mestizo Luis Andrea, quien oficiaba como mohán (sacerdote de Buziraco) el dios principal de los amerindios Caribes de ese entonces. Luis Andrea fue mohán de este dios indígena durante 16 años. Aquella mañana del dos de febrero de 1614 en el Auto de Fe fue reconciliado en forma, con confiscación de bienes, hábito infamante, cárcel perpetua y a ocho años de remo en las galeras del rey, sin sueldo.

De igual manera, en forma desafortunada se oficializó la cacería de brujas, y la misoginia, que, desde la llegada de la Inquisición a la ciudad, perturbó la vida de centenares de mujeres de la Provincia de Cartagena, de origen afroamericano. CONTINUARÁ… (en parte final).

Con los afectos de siempre,

fortalecidos con la energía positiva de los librepensadores, opuestos a los controles inquisitoriales contemporáneos:

UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.

 

 


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