cambiar la ciudad

Cambiar la ciudad desde el trabajo colaborativo real, es muy posible


Quisiera levantarme y encontrarme con una noticia que diga “la ciudad está avanzando”. Este fue el lamento de un amigo en su muro de Facebook, anhelando ver cambios en la ciudad. Y ciertamente, la mayoría queremos esto.

Para que esto sea posible se necesita una nueva relación entre gobernantes, empresa privada y sociedad civil, verdaderamente incluyente y sin sesgos ideológicos o ideologistas dañinos. Una relación más horizontal, honestamente colaborativa y realmente colectiva y que supere las formas jerárquicas, competitivas, unipersonales individualistas, no sólo del pasado, sino que aún siguen vigentes

Es necesario romper con esa manera de estar en la ciudad desde el individualismo, y más bien pasar a hacer ciudad desde el pluralismo, con una visión y acciones de conjunto integradas, sacrificando la gloria personal y cediéndola a la ciudad.

Desde una perspectiva bíblica, el apóstol Pablo en 1 Corintios 12:17-20, hablando de la multiplicidad de dones, dice esto: “Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato? En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? Lo cierto es que hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo”. Los mejores equipos no tienen personas con habilidades similares; combinan los diversos talentos y antecedentes de un grupo de personas diversas y aprecian los dones que cada uno aporta para contribuir. Los grandes equipos tienen personas que conocen su función y también aprecian a los demás. Eso es trabajo colaborativo, real.

Como ha ocurrido en grandes ciudades como Barcelona, Curitiba, Guayaquil en su momento, incluso en Medellín, este trabajo colaborativo ha dado muestras de ser eficaz en la transformación de entornos urbanos, creando cambios pequeños que posibilitan cambios mayores y que abren diálogos y oportunidades para acelerar la adaptación y cambios técnicos, económicos y culturales que posibilitan el rediseño tanto de la infraestructura urbana como de las instituciones que dirigen la ciudad. La hacen verdaderamente atractiva y competitiva.

El urbanista mexicano Areli Carreón, en una publicación del blog Ensamble Urbano, al respecto dice que, en este trabajo colaborativo centrado en integrar realmente las voces de todos, contrario a lo que sucede en otras reivindicaciones sociales de ciertos grupos minoritarios, “la diversidad de actores, puntos de vista e intervención lejos de dividir, multiplican la participación, atención, influencia y capacidad de las personas para participar en esta transformación urbana”.

Eso necesitamos en la ciudad, voces plurales, no un papá que quiere a todos, sino una ciudad donde todos la quieran y todos se quieran, entiéndase bien la figura, para poder cambiarla sumando esfuerzos con mentalidad colectiva y sin defender el rancho de cada uno.


TAMBIEN TE PUEDE GUSTAR