Secretos históricos del Castillo San Felipe (2).


SECRETOS HISTÓRICOS DEL CASTILLO SAN FELIPE DE BARAJAS (2).

Varios son los secretos de la historia del castillo San Felipe de Barajas, construido el año 1657, con dos importantes modificaciones durante el siglo XVIII, hasta alcanzar el estado que en la actualidad presenta.

Después de entregar en el ensayo anterior algunos secretos de la historia de la fortaleza, en la presente edición se desvelan otros secretos relacionados con las galerías, conocidas en el lenguaje popular, como túneles, la propuesta de los ingenieros militares de demoler el cerro y el castillo, la ruina de la fortaleza, la absurda compra venta de la edificación el pasado siglo y la restauración integral.

1.LOS TÚNELES QUE VAN DEL CASTILLO A LA CATEDRAL Y DEL CASTILLO A BOCACHICA ¿FICCIÓN O REALIDAD HISTÓRICA?

Uno de los grandes secretos  del castillo San Felipe, es el hecho de ser un fortaleza adosada al cerro San Lázaro, esto es: previamente adecuado el cerro, cada perfil de este fue cubierto con piedra, tallada por centenares de canteros y pedreros esclavizados y libres a los cuales se unió el esfuerzo  de centenares de caleros , (procesadores de cal), procesadores de argamasa, maestros de albañilería(alarifes), cargadores, tiradores de picos y palas y demás personal de la construcción, sin dejar de mencionar los capataces que controlaban la labor de los trabajadores, y uno o dos ingenieros militares , directores de las obras

Esto nos permite desvelar otro secreto, o más que todo un mito, en el sentido que la argamasa (mezcla pegante) se completaba con sangre de esclavos o con sangre de buey para pegar mejor las piedras; los testimonios de los historiadores pioneros del estudio de las fortificaciones de Cartagena, permiten escribir que esta afirmación es falsa, aunque no faltan historiadores y entidades que aceptan la segunda opción, sin documentos a la vista.

En este mismo sentido de desvelar secretos y/o mitos, es necesario referirse a la leyenda popular en el sentido que existe un túnel, que va desde el castillo hasta la catedral y otro construido desde el castillo hasta Bocachica, ambos construidos para burlar los ataques enemigos.

Para desvelar este secreto, en su primera parte, nada mejor que leer los testimonios de Rodolfo Segovia (2007) en su texto: “Las fortificaciones de Cartagena de Indias” sobre las mencionadas galerías del Castillo:

*Arébalo talló las piedras para cubrir el cerro, dispuso de cuarteles subterráneos a prueba de bomba para albergar hasta 200 hombres, construyó aljibes sobre la explanada de la batería y perforó las galerías y contraminas, cuya perfecta acústica asombra a los visitantes”

Una galería magistral a nivel del mar por todo el perímetro interior del cerro. De ella parten, a ras del piso, hacia el exterior de la colina, [no los hay hacia la plaza} terminados en forma de martillo para acumular barricas de pólvora, que permiten volar a voluntad, bajo pies de tropas de asalto, los frentes de aproximación. Es posible visitar hoy la galería: se desciende treinta metros por estrechos y empinados túneles…

En San Felipe nada es superfluo Todo obedece a un específico fin castrense que no incluye largos y misteriosos túneles para comunicarlos con la catedral de Cartagena. Las galerías subterráneas del fuerte no salen de la colina, más que para convertirse en los cortos ramales con hornillos -perpendiculares a la galería magistral- que eran trampas mortíferas para los enemigos incautos.

La comunicación con la ciudad se aseguraba por una caponera, una simple trinchera excavada entre la rampa de acceso del fuerte y el primer foso de la calzada de la Media Luna” (P154,156).

Desvelado el primero de los mitos sobre las galerías, es necesario tener presente, ahora, los testimonios de Enrique Marco Dorta (1960) en su libro “Cartagena de Indias Puerto y Plaza Fuerte”, quien refiriéndose a las baterías que construyó Arévalo entre 1762 y 1769, en calidad de preámbulo nuestro afirma:

“Todas estas galerías fueron dispuestas de tal modo que se defendían recíprocamente, y a su vez estaban dominadas por el castillo. Formaban un conjunto de fortificaciones separadas, unidas entre sí por caminos subterráneos que permitían la retirada sucesiva de una a otra en la medida que los enemigos consiguiesen ocuparlas.

Completaba la defensa de estos reductos una complicada red de galerías subterráneas para contraminas, comunicadas con el exterior por pozos, que a la vez que facilitaban el trabajo de extracción de los materiales servían para la ventilación de aquellas y para puntos de demarcación de los ramales y hornillos que fuese conveniente volar en un momento dado.

Salvo las baterías…de San Lázaro totalmente arruinada el resto (del castillo) está hoy en perfecto estado de conservación con los merlones y paramentos limpios y consolidados. Libres de la tierra que las obstruía, las galerías subterráneas se pueden recorrer hoy con toda comodidad, en una extensión de más de seiscientos metros y los cuarteles a prueba de bomba perfectamente saneados, como aquellas por los pozos de ventilación, parecen estar dispuestas de nuevo, para recibir el retén de soldados”. (PP. 293, 294).

Así con los testimonios de este gran estudioso de las fortificaciones de Cartagena, queda demostrado, que ningún túnel va a Bocachica u otra parte fuera del castillo; los más de 600 metros que contabiliza Enrique Marco Dorta, son estrictamente internos.

Sin embargo, si es cierto, que algún tramo de estos túneles a su salida llegó hasta el borde de la actual Avenida Antonio de Arévalo, frente al Espinar (Hoy Espinal) al nivel del mar, lo cual determinó que el nivel freático obligara a prohibir el tránsito peatonal por inundación permanente.

2. LA POLÉMICA ENTRE INGENIEROS MILITARES PARA ARRASAR EL CERRO Y EL CASTILLO.

Esta disputa es otro de los grandes secretos  de la historia del castillo más imponente construido por españoles, africanos y cartageneros en América. 

Ardiente fue la polémica en torno  al papel que desempeñaba el castillo San Felipe como bastión de defensa de “tierra adentro” de la plaza de Cartagena; la derrota frente a las tropas de Pointís en 1697, no se borraba de la memoria de las autoridades españolas y el fracaso de las tropas de infantería de Inglaterra en 1741, al mando de los generales Wenthworth y Washington, liderados por Eduard Vernon, no fue suficiente ni convincente para que  los defensores de la ciudad  desistieran de la idea de arrasar la colina y la fortaleza.

Así,desde los primeros planes para construir una fortaleza sobre el cerro San Lázaro en los años 30 y 50 del siglo XVII, este siempre fue considerado como “un incómodo padrastro” que de ser tomado por el enemigo, podría conducir a una derrota fatal de la plaza cartagenera.

Por ello, se allanaron algunas alturas circundantes a San Lázaro, como puede comprobarse, hoy, en la estrecha línea plana que va desde el mismo pie del cerro, pasa por la avenida central de la ciudad hasta un corto trecho del actual barrio El Espinar; sin embargo, la escases de recursos económicos y de mano de obra impidieron arrasar otras alturas importantes, como son hoy la  llamada  Loma de Nariño y cerro de La Salle.

Por ello, varios años después del ataque de la armada inglesa se destapó de nuevo la ya mencionada polémica en torno al cerro y el fuerte, polémica que en mi libro “El Castillo San Felipe de Barajas a través de la Historia Universal”, reseño de la siguiente manera:

Varios años después, del fallido ataque de Vernon y hasta principios del siglo XIX, en su calidad de bastión de defensa avanzada de la tierra firme, se colocó en el centro de la poliorcética de la época, en torno si se debía o no demoler el castillo y el cerro donde está ubicada la fortaleza.

Los ingenieros militares que participaron en la polémica fueron:

Ignacio de Sala, 1751.

Juan Bautista Mac Evan, 1751, 52.

Juan Jiménez Donoso, 1774.

Agustín Crame, 1778.

Antonio de Arévalo,1772 y años sucesivos; fue defensor acérrimo de la conservación y fortalecimiento.

Manuel de Anguiano, principios del siglo XIX.

En sus tiempos históricos los tres primeros argumentaron sobre la necesidad de arrasar el cerro dadas las debilidades que presentaba para su defensa y la amenaza que constituía para  la plaza fuerte.

El ingeniero Crame, quien en 1778 había sido nombrado por el rey Carlos III, visitador general    de las fortificaciones de las Indias, propuso demoler las baterías colaterales construidas por Arévalo e incluso demoler toda la fortaleza y construir un nuevo fuerte que llevaría el nombre de Castillo San Carlos.

Sin embargo, la falta de recursos financieros y la partida de Crame en 1779 dieron al traste con el proyecto, aunque el visitador dejó un nuevo plan de defensa ante la guerra declarada contra Inglaterra, un año antes.

Finalmente, en 1803, el ingeniero español Manuel de Anguiano, quien fue director de las fortificaciones durante el período 1794-1810, y después líder de la independencia contra España, conceptuó que se hiciera la demolición de la batería Santa Bárbara, por su estado debilitado y poco práctico” (PP. 53, 54), pero el asesor del rey: Manuel Godoy no le dio su aprobación, según el testimonio del historiador Raúl Porto Cabrales.

De esta forma, el cerro San Lázaro y el castillo San Felipe, ante la falta de recursos financieros y la burocracia real, se salvaron de ser arrasados, pero nuevas y seria dificultades se le presentarían a la fortaleza, ya convertida en monumento. CONTINUARÁ…

Con los afectos de siempre:

UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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