La amabilidad es un buen comienzo


Independiente del partido político, de la estratificación socioeconómica donde se encuentre nuestra vivienda, para los privilegiados que tienen una o más propiedades, para los que pagan arriendo o para los que viven en la extrema pobreza, debemos tener en cuenta que hay cosas que compartimos, que son indivisibles e irrenunciables. Por ejemplo, la luz del sol, la noche, el aire que respiramos, la lluvia, “el amor de nuestro creador” y la dignidad humana como fundamento de la ética pública.

Entre seres humanos son más las cosas esenciales que nos unen, que los materiales que nos separan.

Estar de acuerdo o no con el gobierno, es simplemente una postura política, más aún cuando entendemos que seguiremos respirando el mismo aire y conviviendo bajo el mismo sol. Dicho de otra forma, sin importar si nos identificamos con la extrema derecha o la socialista izquierda, seguimos teniendo suficientes razones para unirnos en un solo propósito, no representando clases sociales, ni grupos políticos, sino como ciudadanos que unen su desacuerdo contra los verdaderos enemigos del Estado.

No podemos permitir, ni tolerar la corrupción, no podemos aceptar la contaminación del medio ambiente, la injusticia, la impunidad, la desigualdad y los malos manejos que los gobernantes den a los recursos.  Al ignorarlos, el enemigo de la sociedad no sólo será la corrupción, sino también la indiferencia que se muestra ante ella.

Si como seres humanos compartimos los elementos esenciales para nuestra vida, entonces, por qué no nos ponemos de acuerdo en convivir en medio de la tolerancia, la colaboración, la amabilidad, y en tratar a nuestros semejantes como nos gustaría ser tratados.

No esperemos que el anhelado cambio que mejorará las condiciones de nuestra sociedad llegue por la gracia de un presidente.  El cambio que necesitamos para mejorar la calidad de vida debe ser originado desde cada uno de nosotros.  Tenemos que tomar decisiones individuales que se vean reflejadas en la sociedad, de lo contrario, ningún cambio será efectivo.

Una reforma tributaria no puede ser exitosa, si no se controla la malversación de los recursos. Tampoco se puede lograr la paz, si nos odiamos entre nosotros mismos.  Debemos dar a los demás el trato y el respeto que se merecen.

Es una tarea dispendiosa transformar la sociedad, pero es mucho más fácil transformar nuestra propia vida. Si logramos este primer cambio, poco a poco, lograremos la transformación a nivel social. La amabilidad una buena herramienta.             

 


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