CARTA AL CARTEL DE LA VACUNACIÓN


¡Que viva España, que viva Franco y que viva el Rey! Este aforismo, famoso en la gloriosa época del franquismo, me permite apelar a la sabiduría, característica propia de Kant, para llegar la conclusión que dicta: la paciencia es la fortaleza del débil, y la impaciencia la debilidad del fuerte. Sin embargo, en nuestra República, llegar a definir al débil o al fuerte, es tan complejo, como pretender determinar si la COVID - 19, fue concebida en un laboratorio pretendiendo fines económicos, o es una herramienta de la que se valió la selección natural, para llevar a la humanidad a sus justas proporciones; como lo vaticinara hace cuarenta años, Turbay Ayala, en otrora primer mandatario, al referirse en esos términos de la corrupción; catapultando así su gobierno con ese celebre resbalón verbal, que sin duda alguna, constituyó una de las mejoras cosas (para nosotros) que han sucedido en la historia contemporánea de esta nación.

Ustedes siguen siendo el faro al que se debe dirigir la mirada en busca de luz. ¡Han hecho muy bien! Para fortuna nuestra, ustedes, con determinado empeño, siguen abriendo, a lomo de BMW, Toyota Sahara y Mercedes Benz, los caminos de todo lo contrario al deber ser; a la democracia.

Sin embargo, hoy no pretendo recriminarlos, nunca ha sido mi intención, menos aun sugerir que cambien su andar; todo lo contrario, quiero felicitarlos. En lo que va corrido del año, de los trece países a nivel mundial con más muertes, como resultado de la pandemia, somo los únicos en haber empezado la vacunación más tardía; tenemos, además, la destacada cifra de noventa y una masacres en un año; seiscientos feminicidios; trescientos nueve asesinatos a líderes sociales, ciento cinco a indígenas, y sesenta y uno a firmantes del acuerdo de paz, entre el gobierno colombiano (no el Estado) y las Farc; y si esto fuera poco, por ejemplo, aún se desconoce quienes conforman la destacada organización criminal: “Las Águilas Negras”, pero claro, esto no es su responsabilidad, solo son cosas que hacen parte del folklore colombiano.

Lo que sí tiene que ver con ustedes es su desfachatez al vivir sin honorabilidad, son impíos, vasallos de todo lo malo, en síntesis, unos completos orates que paradójicamente son felices, pues sus arcas se llenan día a día. Confirman que este no es un Estado social de derecho, sino un “San Andresito”, con varios administradores, un capataz, y una insospechada fortuna. Son la antítesis de la obra de Pierre Cornielle, pero que van a saber de dramaturgia (aunque son destacados bufones), ustedes lo que saben es hacer dinero. El problema es que la gente no ha comprendido. Vacunados estamos todos, gracias al auxiliar de enfermería que funge como Ministro de Hacienda, quien nos ha hecho el favor de ponernos otra reforma tributaria. Al paso que vamos no queda claro el propósito “estructural” de la misma; valdría la pena preguntarse si es que no tenemos cimientos y con demora los estamos logrando.

La situación es desfavorable, no hemos aprendido de los errores, ¡nos van a descubrir pronto! Así nos pasó con los recursos para la hemofilia en el 2016, donde usamos pacientes para robar recursos del sistema general de salud; caso similar ocurrió en ese mismo año, donde se obtuvieron ganancias significativas con el desfalco a la Nueva EPS, que entregara 6.123 dosis de medicamentos que sumaban más de 1.261 millones de pesos, a pacientes que no lo requerían; pero uno de los números de la perfección es el tres, y a ese hemos llegado con las vacunas para la COVID – 19, debemos ser cautos, robar, pero vacunar, al mejor estilo de la AUC.

Se los menciono porque me han informado que, en Risaralda, en la IPS Comfamiliar, se perdieron cuatro dosis de la vacuna; en Quindío, en el Hospital Universitario, desaparecieron cinco dosis; en Santander, se pudo establecer la venta de un cupo para el cirujano plástico, Camilo Reyes, quien no se encontraba dentro del grupo priorizado; en Antioquia, en el Hospital Pablo Tobón Uribe, no dan cuenta de tres dosis; y en el Valle de Cauca, la gobernadora retrasó la aplicación de las vacunas porque el grácil Ministro de Justicia se había demorado en su salida de Bogotá. ¡No puede ser! Tengamos cuidado con los errores. Debemos aprender de la diligencia de Miguelito Uribe, que, aunque fue tildado de “bandido” por manejar, aparentemente, la “Subcuenta Covid”, administrada por la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), como si fuera dinero de su billetera, logró salir ileso de esas acusaciones; sin duda, es un hombre de negocios y de alguna forma tenía que cuadrar su caja, tras la derrota en la elección a la alcaldía de la comarca mayor.  

Aristóteles advirtió que somos lo que repetidamente hacemos; y lo claro es que ustedes son unos ávidos asaltantes; sin embargo, no pretendan ganarse el ciento por ciento, y seguir arruinando a los menos favorecidos; cambien su rumbo, aunque eso les implique ganar menos. Hoy creo que estamos desahuciados y eso hará imperativo llamar a los barbudos, porque tenemos dos caminos, enfrentarnos a nuestra realidad (y seguir viviendo con ella) o matarnos a balazos; y por qué no, pelear contra los muertos, en el mágico país de Gabo, donde todo es posible, ahí ya hemos encontrado buenos réditos, así la JEP diga que somos asesinos, ¡Que lo demuestren!

Hoy aguaito, con más incertidumbre de la normal, por su futuro y el nuestro. Sólo me resta decirles que al recordar con nostalgia a mi querida Atenas y al siglo de Pericles, época perdida en los anaqueles del tiempo, sé que vamos por buen camino, no debemos prestarle atención a la gente que se pone a hablar de política sin haber robado un penique en su distinguida vida.

Hoy les doy mi despedida para siempre, recordándoles que Orwell tenía razón al considerar cómplice al pueblo que elige bandidos; gracias a eso y a la falta de una vacuna, hoy, ¡EL VIRREY HA MUERTO!


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