El Portugal de Saramago


Un pedazo de la historia lusa, en este monumento, en Belem

 

Antes de Cristiano Ronaldo y antes de Instagram, la última gran estrella mediática de Portugal fue José Saramago. Y si bien es cierto que su gran fama fue durante el último ciclo de su vida, especialmente desde 1995 hasta su muerte en 2010, también es cierto es que el autor de Ensaio sobre a cegueira no solo aumentó la atracción sobre su propia figura sino también y de forma colateral el interés sobre innumerables destinos de Portugal, y sobre su capital, Lisboa.

Para los que defienden que una imagen vale más que mil palabras, grandes directores del cine portugués como el longevo Manoel de Oliveira, el referente del Novo Cinema, Paulo Rocha, o el contemporáneo Pedro Costa, han inmortalizado en 24 cuadros por segundos desde el mítico río Douro, pasando por áreas rurales del Portugal más profundo, llegando hasta las problemáticas y maravillosas grandes urbes de Porto y Lisboa.  No obstante, y aunque el cine luso ha tenido diferentes periodos de auge, es en realidad con las palabras de José Saramago, eternizadas en novelas como O cerco de Lisboa, Memorial do convento o en el libro turístico Viagem a Portugal que la guía turística del país ibérico adquiere una fuerza mayor, en los últimos 20 años.

Es así que el premio Nobel nos permite interesarnos con sus palabras por ciudades y municipios que de otra manera para muchos turistas podrían pasar desapercibidas…ciudades como Samardã, ciudad que visita este justamente por ser la ciudad donde nació otro gran referente de la literatura lusa, Camilo Castelo Branco.

Y es de esta ciudad que relata Saramago en Viagem a Portugal:

“A poucos quilômetros de Vila Real está Vilarinho de Samardã, e logo a seguir Samardã,  Hão-de perdoar-se ao viajante estas fraquezas: vir de tão longe, ter mesmo à mão de ver coisas tão ilustres como um palácio velho, dois vales, cada qual sua beleza, uma serra lendária, e correr, em alvoroço, a duas pobres aldeias, só porque ali andou e viveu Camilo Castelo Branco. Uns vão a Meca, outros a Jerusalém, muitos a Fátima, o viajante vai a Samardã. Por essa estrada seguiu, a cavalo ou de traquitana, o doido do Camilo quando joven”.

SARAMAGO, José. Viagem a Portugal. São Paulo: Companhia das Letras, 1997, p. 44

O sea, con su pluma, José no solo se refiere a lugares sino también a historia, etnografía, geografía, y en general nos adentra con exquisitez en las minucias portuguesas. Ya desde Viagem a Portugal somos testigos de un autor que llevaba su estilo narrativo a un libro que como su nombre indica es un recorrido por un país. Imperdible será entonces por sus descripciones y comentarios ciudades como Viana do Castelo, la cual al referirse a su iglesia de Nossa Senhora de Orada, describe con su delicada ironía y distante de adjetivos propios del lenguaje de guías de turismo. 

“Mas a Igreja de Nossa Senhora da Orada, pequena construção românica decentemente restaurada, é tal obra-prima de escultura que as palavras são fatalmente demais porque são desgraçadamente de menos”.

Pero a lo largo de estas 400 páginas del libro es difícil no leer como un lector que sueña y se imagina lo que fue la vida en esas construcciones de antaño en el Portugal más histórico, donde castillos, iglesias, monasterios, plazas y viejas edificaciones parecen tener una identidad propia y son testimonio de toda la esencia y alma del país, vista desde cada una de sus posibles anécdotas y vidas vividas en esos espacios. De tal forma es que de pequeñas aldeas o villas Saramago extrae y le da al lector historias de varios siglos atrás, historias trascedentes en pequeños lugares, como sucede en el caso de o Convento de Tomar, conjunto de edificaciones históricas situado en la parroquia de São João Baptista, en la ciudad de Tomar, que en 2015 era habitada por cerca de 8 mil habitantes. Hasta 1160  se remonta en la  historia, para Saramago revelarla  en relación con los inicios del reino de Portugal y su relación con la orden de los Templarios.

Pero no es solo esto, Saramago también se pierde por lugares ínfimos para cualquiera pero que pasan a ser inolvidables con sus comentarios sobre ellos. Así lo leemos sobre São Quintino, parroquia  del concelho de Sobral de Monte Agraço:

“A São Quintino vai-se por um caminho que começa por esconder-se no descaimento duma curva da estrada principal e depois lança uma bifurcação onde o viajante, ou acerta com o que procura, ou, errando, tem sempre a certeza de ganhar alguma coisa.”

Siempre se gana alguna cosa en los lugares que el autor para y anota algo… pero esto también sucede en sus novelas… tanto así que los trayectos turísticos literarios de sus obras son una experiencia desbordante. Existe un tour entre Alentejo y Lisboa, de los lugares de Levantado do Chão. Es un recorrido de 238 kilómetros y pasa por Lisboa, Montemor-o-Novo y Évora. La historia es abrazada en un recorrido que enmarca desde 1910 hasta 1979, incluyendo La revolución de los claveles, de 1974. Es un recorrido por el Alentejo, sin duda.

 

Una de las maravillas naturales de Portugal

La conclusión final de un lector y admirador de Saramago, es que leer la obra del Nobel, no es solo una rica experiencia literaria sino que es también el testimonio de un hombre que vivió y amó Portugal como pocos, y que ironicamente dicidió pasar sus días finales en Lanzarote, en el archipielago canario español.


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