De la cultura del dominó al dominio de la cultura

De la cultura del dominó al dominio de la cultura


En tiempos de pandemia, enfermedades como la Depresión, la Ansiedad o el denominado Estrés Postraumático no son tan mencionadas como las comorbilidades físicas, pero no por eso dejan de tener impacto en esta cuarentena, y ello con un agravante: muchas personas ni siquiera saben que las padecen, y al menos una o algunas de estas enfermedades que afectan la salud mental, pueden estar detrás de tantos comportamientos de indisciplina que han catapultado a ciudades como mi fantástica Cartagena, como una de las que cuenta con los más altos índices de contagio.

Y es que, sin duda, esta pandemia ha obligado al mundo entero a poner en pausa sus perspectivas y proyectos, algo que veíamos como parte de la historia con eventos como las guerras mundiales y la gripe española.  ¡Impensable que a nosotros nos ocurriera!

Pero llegó el Covid-19 y con ello el confinamiento, algo totalmente extraño y ajeno a la condición humana, especialmente a la cartagenera, que es en esencia extrovertida y dicharachera.

No compartir un domingo con los vecinos de la calle con una buena partida de dominó al compás de un buen “picó” y una “buena fría”; estar todo el tiempo en casa con todos los residentes a bordo y sus verdaderos yo a flor de piel; no ir a la playa aunque la mayor parte del año no la disfrutemos a pesar de lo cerca que la tenemos, o no poder jugar softbol en el campito de la esquina, en verdad pueden desatar en esta ciudad el lado más oscuro de la psiquis de muchas personas; lo que puede explicar más no justificar la frecuente violación de la cuarentena con las consecuencias que eso acarrea.

Pero, ¿y las autoridades más allá de los toques de queda, de los picos y cédulas, de los patrullajes por los barrios, las ayudas humanitarias y los protocolos de bioseguridad, que sin discusión alguna son de suma importancia, como están trabajando esto que parece ser en nuestra ciudad el verdadero problema detrás de la pandemia?

Por su parte, lo que el cartagenero tampoco parece comprender es que mientras el dominó, la cerveza, el partido de softbol o el picó sigan dominando su trasegar, más lejos estaremos de recuperar esa “normalidad” que con pecho inflado nos jactamos de llamar “nuestra cultura cartagenera”, cuya vivencia a plenitud por estos días, realmente infecta y mata a la ciudadanía.

“Necesidad” lo llaman algunos; “miedo” e “incertidumbre” sienten otros; creencia de control del riesgo, lo es para unos pocos, y hasta morbo y placer por retar el virus, experimentan otros.

¿Logras verlo mi estimado lector?

El verdadero problema de nuestra situación actual de contagio no es la diabetes, la obesidad ni la hipertensión, que, si bien representan factores importantes de riesgo de gravedad y muerte ante la infección, no son realmente la causa de contaminación en nuestra población. Lo es, en gran medida lo que, de nuevo, llamamos “nuestra cultura cartagenera”, esa que todo lo asume con relajo y desparpajo, con indiferencia y subestimación, y en muchos casos hasta con altivez e ignorancia, pero que, en su núcleo, lo que realmente contiene son emociones, sentimientos y pensamientos que provienen del estado de nuestra salud mental y que determinan los comportamientos.

Así que mi querida Cartagena, mientras la “cultura” siga prevaleciendo sobre la mesura y la prudencia, y se siga abordando la consecuencia y no la causa en nuestra particular sociedad, daremos vueltas alrededor de la corona de un virus que mientras nos dábamos el año nuevo hace tan solo seis meses, viajaba con paso firme y sin fronteras, con el único y firme propósito de interrumpir disruptivamente nuestra rutina y acabar con muchas vidas.

 

 

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