El país de las sombras largas


Por: Iliana Restrepo Hernández / Miembra del Club de lectura de Ábaco

Cuando tenía 16 años, vi que mi padre estaba leyendo un libro que, por su título, igual al de este artículo, me llamó la atención. Al preguntarle sobre el tema del libro, me explicó que contaba la vida de las personas que vivían en el polo norte. Me recomendó leerlo y cuando lo terminó me lo regaló. Confieso que al principio, tal vez por la edad que tenía, el tema no me llamó mucho la atención y el libro durmió el sueño de los justos en mi mesita de noche, durante largas semanas. Una noche que no tenía nada que leer me acordé del libro y lo empecé.

Mi sorpresa fue mayúscula porque no solo era interesante, sino que era ameno y revelaba unos misterios y unas costumbres entre esos seres humanos desconocidos para mí, que me cautivaron y terminé devorando el libro en 3 noches de vacaciones. Hablaba de sexo, que a esa edad era muy importante, pero también de religión, de relaciones humanas, de familias muy distintas a la mía y a las que me rodeaban. En fin, un deleite en todo el sentido de la palabra.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces y con cierta regularidad, algo me hace recordar el libro. Alguna conversación, alguna película, otro libro… y tenía pendiente volver a leerlo, pues como ya sabemos quienes leemos con fruición, releer es otro gran placer. Siempre es una nueva lectura. El libro no ha cambiado, pero nosotros sí, por lo tanto, se convierte en un nuevo libro. Nuestra aproximación al tema y a cómo lo recibimos y percibimos son totalmente distintos. Eso me ha pasado ahora cuando por fin he vuelto a leerlo, esta vez acompañada de mis contertulios de El Club de Lectura de Ábaco.

Ernenek, el protagonista de la historia es el jefe de la familia, núcleo básico y primordial de la vida de los inuit, grupo humano al que pertenece y que hay muy pocos sobre la tierra. Son seres humanos que viven alejados de todo, en el área más septentrional del mundo donde la noche dura cinco meses y el día también se siente eterno. 

El argumento central de la novela, además de describir minuciosamente sus costumbres, ritos, tabúes y en general todo lo que hacen en su diario vivir y en su convivencia familiar o con los extraños que se topan de vez en cuando, pretende contarnos cómo es el encuentro de este grupo que vivía en la placidez de su forma de vida, con el hombre blanco que llega con sus costumbres y sus creencias a tratar de imponerlas y a explotar el terreno que les pertenece por derecho propio.

La vida de los inuit gira exclusivamente alrededor de la familia y de la caza para proporcionarse alimento y vestido. Los roles dentro de la pareja están bien delimitados, pero el trato entre ellos no es de jerarquía superior o inferior entre hombre y mujer. Tienen claro que no pueden vivir el uno sin la otra y viceversa. Se respetan. Disfrutan del sexo abiertamente y no tienen tabúes para su práctica, a la cual se refieren como reír. Ríen entre ellos sin problema y cuando algún hombre no tiene mujer (son bastante menos que los hombres), puede pedir prestada la mujer de otro sin que por ello se produzcan rencillas o resentimientos. Sin embargo, son orgullosos y no les gusta estar pidiendo estos favores ya que quien los concede adquiere algo de superioridad sobre quien lo solicita.

El detonante o incidente incitador de la novela es precisamente el hecho de que Ernenek no tiene esposa y convive en el mismo iglú con una pareja y está harto de tener que pedirle el favor a su amigo para reír con su mujer. Su amigo le ha dicho que su hermano llegará pronto con sus dos hijas y que en ese momento podrá elegir mujer para tener la propia, pero mientras tanto el desea reír y no lo puede hacer si no cuenta con el permiso del esposo de la mujer con la que convive. Un día su amigo sale de caza muy temprano y deja a la mujer sola. Ernenek quiere reír, pero sus costumbres no lo permiten sin el permiso, por lo tanto, sale en su búsqueda para pedirle autorización y si se la otorga, regresar a reír ya con su bendición, sin tener que trasgredir las reglas del honor.

Sin embargo, cuando encuentra a su amigo, este está en medio de la caza de un oso enorme y solidariamente se involucra en la cacería lo que le hace dejar para después la petición que vino a hacer. Al regresar a casa con el trofeo que han cazado juntos, encuentran que ha llegado el hermano de su amigo con sus dos hijas y otro hombre. Ernenek tiene que decidir entre las dos cuál será su mujer, pero se demora para hacerlo y el otro decide primero, paga la dote y se va con la elegida. En ese momento Ernenek piensa que esa que se ha ido es la que él quiere y arma viaje para ir a buscarla, pero se lleva a Asiak, su hermana, para poder hacer el intercambio cuando lo encuentre.

Durante el viaje, se da cuenta de que Asiak es una mujer competente, que es lo que realmente importa, sabe hacer lo que debe saber una mujer; sin embargo, está encaprichado con la otra y quiere intercambiarla. Demora largo tiempo en encontrar a la pareja después de vivir varios incidentes. Cuando por fin se encuentran, el hombre no tiene inconveniente en hacer el intercambio y le hace caer en cuenta de que una mujer es igual que la otra siempre y cuando pueda desempeñar bien los roles que le corresponden. Cuando ya van a hacer el intercambio, Ernenek mira a Asiak, con quien ha convivido, sin reír, durante varios días y cambia de parecer. Después de todas las peripecias que han pasado decide que mejor se queda con la que llegó, convirtiendo en inútil el largo viaje que acaba de hacer. Ernenek y Asiak regresan a donde está la madre de esta última esperándolos, ya que el trato, era que quien se quedara con Asiak, llevaba incluida a la suegra.   

A partir de este incidente se desarrolla la trama del libro que como novela está bien construida. No pierde la tensión, los conflictos son intensos e interesantes, a pesar de que está bastante centrada en los detalles de cómo viven, qué comen, cómo se visten, de qué manera se transportan etc. Si el autor no hubiese tenido dotes literarias, tal vez se hubiera convertido en un libro costumbrista o de interés meramente antropológico.

Asiak y Ernenek tienen dos hijos (hombre y mujer) y su vida en familia transcurre con la tranquilidad que suele tener la vida de las comunidades alejadas de lo que llamamos civilización, hasta que irrumpe en su vida un hombre blanco y lo trastorna todo. El primer contacto lo tienen con un hombre que posee un fusil quien les muestra el poder del arma. Ernenek por supuesto quiere uno igual, ya que entiende que con ese instrumento su caza será más certera y abundante. Sin embargo, el deseo por poseer un fusil no solo se convierte en fuente de desavenencias y desgracias entre la pareja, sino que cambia todo el sentido de la caza, ya que para obtenerlo debe conseguir muchas pieles de zorro que es lo único que le interesa al hombre blanco para hacer el trueque y entregarle un fusil.

Cuando leía sobre el deseo de Ernenek de poseer un fusil y pensaba en cuáles serían los cambios que esta arma traería, recordé una película de 1980, Los dioses deben estar locos en donde una tribu del desierto en África, alejada de toda civilización, tiene contacto casual con una botella vacía de Coca-Cola que cae de una avioneta mientras cruza el desierto. Antes de esto, todos poseían lo mismo, nadie tenía nada distinto al otro y la botella llega para trastornar la vida de la comunidad de una manera sorprendente. Lo mismo le pasa a Ernenek y a su familia con el tema del fusil.

Hay otro suceso que impacta y es que cuando reciben a un hombre blanco en su iglú, este, no solo rechaza con asco la comida que le brindan, sino que además rechaza el ofrecimiento más preciado que tiene para dar un hombre inuit: el permiso al forastero de reír con su mujer. La mayor ofensa que se le puede hacer a un inuit es rechazarle la mujer cuando este la ofrece como la mejor prenda para halagar al recién llegado. Al sentirse ofendido Ernenek le reclama indignado, lo toma por los hombros y lo lanza contra la pared de hielo del iglú. El forastero se da un fuerte golpe en la cabeza y muere. Este accidente detona una persecución de los blancos a Ernenek, que va llevando a la familia cada vez más cerca del hombre blanco de diferentes maneras, lo que desencadena el peor de los finales.

En el curso de todos estos acontecimientos nos vamos enterando, como decía, de cómo viven los inuit el nacimiento, la muerte, sus creencias, sus ritos, las supersticiones, cómo es el día a día, cómo y qué comen, cómo ríen, cómo se visten y cómo están en el mundo tan solos y alejados de todo, inclusive los unos de los otros y, sobre todo, de todo vestigio de civilización.

Leer este libro es constatar cómo el choque de culturas puede ser a veces mortal para una de ellas. Casi siempre el hombre blanco “civilizado” es el que se impone sobre los llamados seres “primitivos” que en muchas ocasiones son diezmados y aculturados sin ninguna conmiseración.

Hoy, en esta etapa de enclaustramiento forzoso, he pensado mucho en la vida de tantas y tantas comunidades que viven enclaustramientos por su modo de vida o por el entorno que los rodea, o en personas que, por distintas circunstancias, tienen aislamientos forzosos y/o voluntarios. En el mundo de Asiak y Ernenek donde la noche dura 5 meses y como decía, el día se hace eterno, se valora lo esencial, lo importante, la compañía de los seres queridos y se permanece en compañía de uno mismo conversando con ese ser que todos llevamos dentro y a quien nos cuesta tanto trabajo conocer.

Fragmentos del libro que quiero destacar:

Nacimiento

“Cuando llegue el momento ponte de rodillas, que esa posición facilitará el nacimiento. Si te encuentras en el iglú, retira las pieles del suelo, porque de otro modo se mancharán; luego excava por debajo de ti un foso bastante profundo, para que el niño tenga espacio para salir.”

La religión (creencias)

“¿Quién hizo los primeros hombres?

– El Cuervo Negro. – ¿Y quién lo hizo a él? –Una vez, la costra helada se partió con inmenso fragor y ese estruendo formó al Cuervo. Era Negro, porque reinaba la noche profunda. Como se aburría, hallándose completamente solo en la noche oscura, decidió hacer pequeños montoncitos de barro. Los hombres, aburridos a su vez porque no tenían a nadie con quien reñir, hicieron pequeñas mujeres con montoncitos de nieve.”

La mujer

Indispensable para la armonía de la vida en pareja y para poder vivir en comunidad y pasar las largas noches. “(…) era inconveniente gozar de los favores de una mujer sin haberle pedido antes permiso al marido” “(…) una mujer propia, hábil en raspar las ropas y en confeccionar calzado, y con la cual podía uno charlar durante la noche. Sobre todo, donde la noche dura cinco meses”

La Muerte:

“No veía en el acto de dar muerte a un hombre ningún mal.”

“Asiak se oprimió la chaqueta sobre el pecho como si tuviera frío, pero no sentía miedo. Creía implícitamente, como todos los de su raza en la inmortalidad del alma, y tenía la seguridad de que la muerte no podía ser más dura que la vida, persuadida como estaba de que ya había encontrado en sus trabajos cotidianos y en sus desgracias terrenales amplio castigo por cualquier pecado que hubiere podido cometer.”

La vivienda:

“Minúsculo iglú, solitaria bolita de hielo puesta sobre el techo de la tierra.”

“Serruchó grandes cubos de hielo que dispuso en torno, sobre la línea trazada. Erigiendo cubos y cortándolos al propio tiempo, sacó del hielo que pisaba otros cubos que fue disponiendo sobre los anteriores de manera tal que al fin un solo bloque bastó para cerrar la bóveda.”

Medio de transporte:

El trineo es el medio de transporte que utilizan para deslizarse por la nieve y por el mar congelado que tiene que estar lo suficientemente sólido para que resista el peso y el paso del trineo. El trineo debe estar tirado por perros robustos, pero no gordos; deben estar flacos y con hambre para que tengan el incentivo de correr. 

“Primero enjaezó los perros y se aseguró de que todos llevaban las abarcas, mientras gritaba ordenando que le prepararan las provisiones. Luego recubrió los patines del trineo con una nueva capa de hielo.”

“Presto mi trineo y me lo devuelven destrozado; presto mis perros y vuelven a casa cansados; presto mi sierra y luego resulta que le faltan dientes; pero cada vez que presto a Asiak, vuelve como nueva.”  

En cuanto al autor, Hans Ruesch (1913-2007) de nacionalidad suiza pero nacido en Nápoles, fue un escritor prolífico que logró una obra interesante, no muy conocida, pero que, en su tiempo, consiguió cautivar miles de lectores. También tuvo una gran afición por el automovilismo, sobre el que no solo escribió, sino que compitió al lado de los grandes, en su juventud y logró importantes victorias internacionales hasta que en la víspera de la II Guerra mundial se fue para los Estados Unidos donde se manifestó su vocación literaria. Este libro se adaptó para filmar una película en 1960 en la que actúa Anthony Quinn como Ernenek. En inglés se titula The savage innocents y en español, Los dientes del diablo.  

Es una novela que recomiendo leer con la mente abierta, pensando en la riqueza de las diferencias y en el valor de respetarlas. Ojalá que la inocencia, la alegría, la paciencia y la introspección de los inuit se hubiesen impuesto sobre las costumbres del hombre blanco y no al revés.


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