Memorias del Dia de la Mujer


EL 25 de marzo de 1911,  la  fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York ardía en un voraz incendio que dejaría un saldo de 146 personas fallecidas: 123 trabajadoras y 23 trabajadores, adicional a  70 heridas; es la clásica referencia histórica a la que se recurre cuando del día de la mujer se trata.

 

Pero quedémonos en Colombia: Año: 2005 o 2006, turno de pediatría. Revisión de historia clínica de un caso de varios años atrás: Niña de 5 años, llega con desgarro vaginal, que tuvo que esperar varios días para ser reparado. Causa: Abuso sexual. Perpetrador:  El padrastro con consentimiento de la madre. Su justificación cuando se le confronta: “Es que él es el que pone la comida”. Estos sujetos terminaron en prisión y la niña quedó en manos del ICBF.

Alfred Hitchcock parece neófito sin imaginación ante los relatos escalofriantes que ocurren en mi Colombia.

Sigamos pues.

Año 2009 si mi memoria no me falla, en una UCI de mi querido Valledupar, entraba una joven de escasos 26 años, con una hemoglobina que apenas alcanzaba los 4 gramos, morena como yo pero que ahora lucía blanca como un papel, había dejado la mitad de su sangre en su sitio de trabajo donde se desempeñaba como auxiliar de servicios generales en un municipio del centro del Cesar, su ex pareja la había apuñalado 12 veces con un cuchillo. La otra mitad de su sangre había quedado entre la carretera, la ambulancia y el quirófano. Esto parecía una película de Tarantino. Aquello era una tragedia griega: inestable, desangrada, y madre de dos niños que no superan los 10 años; darle el parte médico a su mamá fue devastador. Ya no recuerdo cuántas horas duramos de pie, cuántas veces el banco de sangre subió, cuántas infusiones se iniciaron.

Los días fueron pasando, unos mejores que otros, subidas y bajadas, pero finalmente logró estabilizarse y abrió los ojos y le retiramos el ventilador mecánico; aunque todavía quedaba trabajo por hacer. Entonces vino la promesa: “Mariana*, necesito que te salves, por qué cuando salgas de acá, me vas a hacer el café más delicioso del mundo, ¿me lo prometes?” Afortunadamente la respuesta fue un sí y cada día al finalizar la ronda médica le recordaba su promesa: “Ojo con mi café”. Finalmente esta mujer luego de casi un mes en UCI logró salir adelante, y fue un muy buen café, por lo cual doy gracias a Dios cada vez que me acuerdo, y a las personas que sumaron sus esfuerzos para sacarla adelante. Hoy día de la mujer y en mora de varias columnas, me puse a pensar en  cuantas Marianas habrá en Colombia hoy en día, cuántas han logrado sobrevivir a la agresión, cuantas simplemente hacen parte hoy de las estadísticas del DANE en los certificados de defunción.

Cambiemos de ciudad: Cartagena. Año 2012, creo. Una pareja conocida protagoniza una escena donde el “compañero sentimental” le propina una golpiza digna de sand bag a su pareja, una joven financista. El episodio fue evidente, pero el silencio reinó. Esto sí que no me cabía en la cabeza. ¿Adivinen a quién me recordó el suceso? Exacto: Mariana, fue un flashback de terror. La siguiente frase me salió del alma: “El maltrato físico en Colombia es un delito querellable, te doy 24 horas para que lo denuncies tú o lo denuncio yo” Con el perdón de los abogados, no sé si fue el termino correcto pero así me salió. ¿Qué más le podía decir a esta mujer que estaba con las piernas marcadas, la espalda llena de morados y la boca rota? Esta mujer estaba absolutamente paralizada y a mi me hervía la sangre del coraje.  En esta ocasión hubo una denuncia, fue la víctima y no yo afortunadamente, aunque mirando hacia atrás, lo habría hecho yo si ella no se hubiese atrevido.  Si me pregunta por qué lo habría hecho, la razón es sencilla: es que hay silencios que no se justifican, silencios que no solo deben romperse, sino dinamitarlos si es necesario. Vivimos en una sociedad que padece una tergiversación macabra de lo que son los roles de pareja, donde hay que callar, tolerar, aguantar  y simplemente hay cosas que nadie, hombre ni mujer debería soportar. Cualquier clase de abuso es sencillamente inadmisible y no existe argumento lo suficientemente sólido que justifique el uso de la fuerza, la presión económica o el maltrato psicológico o sexual en nombre de sostener una relación de cualquier tipo.

Una niña indefensa, una mujer que escasamente llegó al bachillerato y una profesional. Todas víctimas del mismo monstruo. El silencio ante el abuso y el maltrato.  

¿Qué hacer ante esto? Justificar como la madre de la niña? Tolerar: hasta dónde? Hasta la UCI como Mariana, o hasta la muerte como muchas otras; es que no puedo llegar a otra conclusión: el día en que toleras el primer golpe puedes estar cavando tu propia tumba. Aguantar, esperar a que las cosas cambien; sencillamente no va a pasar, lo que sí puede cambiar es tu documento de identidad y pasar de cédula de ciudadanía a registro civil de defunción.

Si hay algo que una mujer debe saber decir es: No más. Hay que ver cuan difícil puede ser en ocasiones pronunciar estas dos sencillas palabras.  Un día como hoy creo que sería un triunfo arrollador si logramos que esas mujeres que sufren en silencio, se sientan apoyadas, de contar lo que les pasa, de parar con el abuso y romper el ciclo vicioso. Se vale tirar la toalla. No es un fracaso, el mundo no se acaba si te quedas sin pareja, en realidad salir de un infierno así es un triunfo. Nada más que agregar.

Es que en el día de la mujer uno piensa en hablar de derechos, de sororidad, en fin de tantas cosas que pueden tener mejor acogida, pero para eso no estamos acá.  Las primeras que se tienen que creer el cuento del día de la mujer, del respeto, de los derechos  de la cero tolerancia al maltrato y de la igualdad somos las mismas mujeres. Pero todas y para todas.

Es que el respeto parte de mi misma, de lo que tolero y de lo que estoy dispuesta a aceptar y exigir. Esto va más allá de lo que se legisla en el senado, de que pueda o no acceder a una posición porque hay que cumplir con la cuota de mujeres, que dicho sea de paso, yo no necesito eso. Necesito igualdad de oportunidades de formación, educación y participación para todos, hombres y mujeres que me permitan competir en franca lid y demostrar mis capacidades y ahí que gane el mejor.

Me atrevo a decir inclusive; que es maravilloso acceder a la educación superior y sueño con un futuro en el que todo bachiller salga con un cupo listo para continuar su  educación asegurado, pero es que la "lucha" no comienza ni siquiera ahí; sino en las bases de nuestra sociedad. Esto comienza a cambiar en el momento en que se entiende que no hay roles secundarios, ni mujeres de segunda; “Es que tiene que aguantarse todo lo que el marido diga y haga por que ella no estudió” ¿Qué tal? Es que tenemos que dejar de normalizar el abuso. Esto es algo que muchas veces decimos las mismas mujeres. Eso es la fórmula perfecta para el desastre y una historia de horror que se repite mucho en nuestro país.

Una excelente manera de celebrar el día de la mujer sería que entendamos que no hay ocupaciones de segunda y que tan importante es la mujer que ocupa un cargo de elección popular,  como la profesional, la tecnóloga, la bachiller, la madre cabeza de hogar que saca adelante a sus hijos a pulso como madre soltera, para ellas mis respetos por que son unas berracas, como aquellas que labran el campo. Habremos triunfado si entendemos que igual de importante es la empresaria que genera empleos como la ama que se queda en casa cuidando de los hijos, por que como dice el  poema de William Ross Wallace “ La mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo " y esto ultimo lo digo como alguien que piensa irrevocablemente que el lugar de la mujer es en la casa: en la Casa de Nariño.

 

Feliz día de la mujer.

 

*El nombre Mariana se cambió de manera intencional y no corresponde al nombre real.  

 


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