"Luto Cerrado" en el Pentagrama Del Gran Caribe.


LUTO CERRADO EN EL PENTAGRAMA DEL GRAN CARIBE.

No es fácil escribir este tipo de notas, cuando de nuestro “mundo historial” parten seres queridos u otras personas a quienes apreciamos por sus valores humanos, o por sus dotes artísticas tal como sucede con una serie de cantantes, músicos y compositores, quienes a través del tiempo han alegrado nuestras vidas, nos han hecho soñar con amores, han servido de mensajeros románticos para conquistar o manifestar afectos a una mujer querida.

Al igual que estos existen otros con quienes hemos compartido con alegría fiestas familiares y parrandas, o de manera especial una reunión de amigos para hablar de salsa o música folclórica nacional.

Hoy, mi alma está “cerrada de luto” en el sentido espiritual de la expresión, como una metáfora de su verdadera significación la cual implica usar vestidos de color negro, y ropa interior de igual tono, ante la pérdida de un ser querido y /o apreciado.

Si bien es cierto, que mi mente y mi ser, desde inicios de esta pandemia se ha vestido de luto cerrado en diversas ocasiones ante la desaparición de familiares, amigos y amigas, colegas de ambos sexos, vecinos y tanta otra gente buena que el virus se ha llevado, hoy, cuando el pentagrama del Caribe se viste de luto cerrado, escribo estas notas de evocación “In Memorian”, de aquellos músicos y cantantes que partieron al firmamento de los artistas: el cielo de los hombres buenos como fueron:

Catalino Parra, Juan “Chuchita” Fernández,

Armando Manzanero,

 Johnny Pacheco,

Tito Rojas y Johnny Ventura,

 entre otros de un largo listado de artistas que nos arrebató la parca.

A Catalino Parra, lo recuerdo con mucho cariño; desde joven me encontré con la música de los Gaiteros de San Jacinto la cual me fascinó desde entonces y que me sirvió de ayuda pedagógica para enseñar a mis hijos e hijas el amor a nuestro folclor, hecho con el talento de nuestros músicos   de extracción popular.

 Candelaria y Josefa Matía, son dos de mis canciones favoritas de los Gaiteros y Catalino, que me hacen evocar las noches, o cualquier fin de semana de cumbia que tanto amaron mis tíos parranderos, en Turbaco, mi tierra natal, la de los indomables indios Yurbacos.

Con Juan “Chuchita”, aspiré de nuevo en estos días, por coincidencia antes de su partida, el aroma de la cumbia excelsa, sus versos improvisados e inspirados por la naturaleza, el amor, o el diario vivir imbuido en el mágico mundo de la música.

A Armando Manzanero, lo conservo en el lóbulo cerebral que genera los sentimientos en los seres humanos y “Adoro “fue muchas veces mi mensaje romántico, para aquella chica hermosa que hacía vibrar mis afectos y sanas pasiones; en dirección contraria está “Esta Tarde Vi Llover”, cuando sólo, en las tardes lluviosas, ansioso y remojado y con el ánimo compungido debía marchar de la torre del reloj del centro histórico, a buscar el bus de retorno a mi humilde barrio de la Esperanza, sólo con mi soledad a cuestas.

De Johnny Pacheco, a quien al igual que Armando Manzanero, he dedicado varias crónicas, nunca he dejado de disfrutar el sabor sublime de la salsa, con su “Acuyuyé” eterno y con las canciones del Lp. Los Distinguidos, interpretado con “El Jefe” Daniel Santos.

Con Tito Rojas (1955-1920) aprendí a disfrutar del suave sabor de la salsa romántica, de sus dotes de cantantes, más no así de sus letras, bastante duras y controvertidas para dedicárselas a una mujer como sucede con “Señora de Madrugada”, “Es Mi Mujer”, y “Por Mujeres como Tu”. Pero … de todo hay en la viña del señor, como decía mi abuelita Ana Hercilia.

De Johnny Ventura, guardo recuerdos muy especiales desde mi juventud hasta hoy, cuando escribo estas notas luctuosas impregnadas de música. “1920”es uno de sus grandes éxitos, que trae a mi memoria los recuerdos de mi papá Rafael, cuando comentaba, que esa canción la disfrutaba, allá por los años 30 y 40, cuando la interpretaban grupos cubanos a modo de Son, como por ejemplo el Trío Matamoros.

Hoy vienen a mis recuerdos, aquellos días de los años 60, cuando Toño y Su Combo, amenizaba los fines de semana en el balneario Cielo Mar de Crespo y la voz líder era la de Nando Barrios, el intérprete del inmortal bolero “Pecado Mental”. Precisamente 1920 era una de las canciones favoritas del combo, y una de las que más disfrutaba yo a la par del sabor de dos cervezas, muy costeñas del Caribe, cuyas olas blancas bañaban mis pies y los de mis hermanos.

Dilema, es tal vez la mejor canción de Johnny, y aunque parezca fantasía reproduce el drama amoroso de una pareja allegada a mí, a quien “el destino” le jugó la mala pasada:

Ella tiene a otro hombre,

y yo, otra mujer.

Ella dice que me ama

con pasión desmedida,

yo la quiero con todas,

 las fuerzas de mi ser…

Y el deslace final no fue nada grato: el “cruel destino” impuso su ley, y aunque el agraviado marido intentó imponer la ley del monte, la parca impuso su implacable ley natural y cobró la vida de aquella que no pudo soportar la ausencia del hombre, quien durante largos años había sido su compañero, cayendo también en los brazos de otro hombre prohibido.

Ahora, cuando finalizo estos recuerdos muy parciales de estos seres extraordinarios, deseo honrar su memoria y escribir que el mejor homenaje que se le rinde a un artista, es disfrutando y compartiendo su arte, cuya creación dejará diversos matices sentimentales en nuestro ser personal.

Con los afectos de siempre,

fortalecidos con las creaciones imperecederas de nuestros artistas del Gran Caribe.

UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.


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