Historias secretas de las fortificaciones de Cartagena de Indias.I


Historias secretas de las fortificaciones de Cartagena de Indias. I

DERRIBANDO MITOS, DESVELANDO HISTORIAS SECRETAS Y CONSTRUYENDO VERDADES.

En la mentalidad del desprevenido visitante que llega por vez primera a la ciudad, y en la del 95% de los cartageneros raizales y adoptivos, la construcción de las fortificaciones, reposa la convicción que esta constituyó un evento simple y cotidiano orientado a defender la urbe de los ataques piráticos.

De ahí que este proceso constructivo guarde una serie de “historias secretas”, cuya debelación es el objetivo central   de la presente crónica a través de los siguientes episodios.

1. LA DISCONTINUIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN.

La construcción de las fortificaciones fue un proceso discontinuo, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, sometido a diversas interrupciones debido entre otros factores a los siguientes:

A. La carencia de fondos regulares de las arcas reales para financiar la ambiciosa tarea de convertir en una plaza fuerte, apta para la guerra, un territorio complejo formado por una parte continental difícil por la presencia de cerros: “incómodos padrastros” que la hacían vulnerable en caso de ser tomada por las fuerzas enemigas.

De igual forma, la zona insular de la colonia demandó costosas fortificaciones como las de los castillos San Luis, San Fernando, San José, Manzanillo, Castillo Grande, El Pastelillo y varias baterías siendo las más sobresalientes las del ángel San Rafael y Santa Bárbara, en la isla Codego o Carex, hoy Tierra Bomba

La construcción de estas obras representó una opción vital de supervivencia de la plaza (hoy centro histórico) al ser la vanguardia de la defensa; la otra opción era perecer ante los ataques de las flotas navales enemigas.

La dificultad monetaria se daba pese a los valiosos aportes que recibía la ciudad del “situado” que enviaban Santa Fe, Quito y otras capitales coloniales; no obstante, la construcción de nuevas defensas y el mantenimiento de las existentes exigía valiosas inversiones, que en diversas ocasiones la corona no pudo proveer.

B. Otra notable dificultad, la constituyó los devastadores efectos de los huracanes (los vientos del norte) que durante algunos años de los siglos XVII y XVIII, derribaron tramos importantes de murallas recién construidas o de fajina (fortaleza provisional construida con troncos de árboles, y tierra ligada con piedra).

C. finalmente, las contradicciones entre los gobernadores y los ingenieros responsables de las obras, casi todos militares, y entre estos mismos, se convirtieron en un obstáculo notorio al representar un retraso considerable en el avance de las obras, mientras en la metrópoli el rey y/o el Consejo de Indias, y la inmancable burocracia, decidían la opción más conveniente para la defensa de la plaza fuerte.

2. UNA CIUDAD ABALUARTADA.

Más que una ciudad amurallada, Cartagena de Indias, en la época colonial se convirtió en una ciudad abaluartada (con recintos sobresalientes, fortificados que representan la zona agresiva de la fortificación), es decir una plaza con más de 20 baluartes que durante gran parte de su historia colonial la hicieron inexpugnable e invencible ante a los ataques de las potencias enemigas, tales como Francia, Inglaterra y Holanda.

3. LOS ESCLAVIZADOS AFRICANOS NO FUERON LOS ÚNICOS CONSTRUCTORES DE LAS FORTIFICACIONES.

Los esclavizados africanos no fueron los únicos constructores de las fortificaciones de Cartagena:

En la edificación de estas participaron los esclavizados africanos, hombres libres, blancos, negroides, mulatos, mestizos y de otros cruces raciales; y los primeros representaron la minoría de los trabajadores, por lo menos en la segunda mitad del siglo XVIII.

Lilia Paola Martínez Meléndez en un bien elaborado ensayo científico explica lo siguiente:

“En una relación de mando de 1770 sobre las fortificaciones de la plaza (Canal de la Quinta, cantera de Tesca, escollera de Santo Domingo, escollera por el poste de Santa Catalina y otras), se comprobó que los trabajadores eran: sobrestantes (capataz mayor) quienes representaban el 3%; los artesanos el 4%, los peones voluntarios(asalariados) el 43%, los esclavos del rey el 16% y los desterrados y presidiaros el 34%.

De igual manera en una de las relaciones de mando del ingeniero Antonio de Arévalo sobre trabajos realizados en 1797 en las reparaciones de la plaza y en la provincia,  en la extracción de arena  en Tierra Bomba y cantera de Loro(caño) de un total de 380 trabajadores los sobrestantes representaban el 4%,los artesanos  el 7%, los peones voluntarios el 35%, los esclavos del rey  el 12%, los patronos de embarcaciones y calafates el 2%, y los forzados(desterrados y presidiarios)  el 42%”.(Martínez, Paola (2020). El trabajador a jornal en Cartagena en la segunda mitad del siglo XVIII. En Anuario de historia regional y de las fronteras).

En ambos casos citados los esclavizados africanos constituyeron uno de los grupos minoritarios de los trabajadores; de igual forma todos los sectores mencionados recibían un salario, acorde con su categoría laboral.

Esclavizados del rey, desterrados y presidiarios realizaban los trabajos más duros (trabajo en la cantera, en los hornos productores de cal, construcciones, y el transporte de materiales) y recibían los salarios más bajos.

4. LOS ARTESANOS: LOS MÁS TALENTOSOS.

 Los esclavizados, que laboraron en las fortificaciones, más que una “bestia de carga”, como los trataron los españoles fueron seres talentosos en su condición de artesanos, como canteros, albañiles (alarifes: maestros de obras), carpinteros de ribera y carpinteros de lo blanco (de techos o cubiertas) y calafates (reparadores de embarcaciones.

A ellos se unió otro grupo de trabajadores como, aserradores de madera, herreros, tejeros, caleros, paleros, bogas, cortadores de leña y cargadores, entre otros.

5. LAS CANTERAS COLONIALES DE CARTAGENA.

Al contrario de las afirmaciones de la historia tradicional, las canteras coloniales de Tierrabomba (caño de Loro) no fueron las únicas proveedoras de piedras y arena para la construcción de la ciudad-plaza fuerte.

Por el contrario, ubicadas en un vasto territorio de la urbe que abarcó la zona norte y la zona insular del sur, estuvieron también activas las canteras de Tesca, Los Morros y Albornoz.

 Tierrabomba fu también gran proveedora de arena de la demanda exorbitada de este material desde el siglo XVI, después de 1552, cuando un incendio destruyó la ciudad en la cual predominaban todavía las construcciones de bahareque, cañas y ramadas.

Desde entonces, una normativa prohibió el uso de los materiales utilizados en este tipo de edificaciones, e impuso la obligatoriedad del uso de “materiales nobles,” es decir, de dura consistencia y larga duración tal como la piedra, el ladrillo y la cal; desde entonces, Cartagena transitó el duro camino de conversión en una ciudad de cal y canto.

Sin embargo, fue después de 20, años cuando la urbe colonial adquirió este carácter, debido a la reforma   urbana que desde los inicios de su gobierno realizó el gobernador Fernández del Busto en 1570 hasta 1571 y después desde 1574 hasta 1586, cuando le tocó afrontar el ataque del corsario inglés sir Francis Drake.

6. ¡LOS CORSARIOS   Y FLOTAS    NAVALES SI!  ¡LOS PIRATAS NO FUERON MAYORÍA!

Es indudable que las fortificaciones de Cartagena fueron construidas para defender la ciudad de los ataques piráticos; pero más allá de esta intencionalidad estuvo la necesidad de afrontar la ofensiva de las potencias rivales de España, de tal suerte que la mayor parte de los ataques, que sufrió la ciudad en la época colonial, tal como se expresó en entregas anteriores, fue de corsarios al servicio de las potencias rivales de la metrópolis o de las flotas navales de las mismas.

Es esta, otra historia secreta de las fortificaciones de Cartagena, parte de la historia global de la ciudad, muchas veces tergiversada por la historia tradicional, sin perjuicio de varios de los valiosos aportes documentales que ha hecho esta corriente. CONTINUARÁ: ALCALDES DEMOLEDORES DE LAS FORTIFICACIONES DE CARTAGENA DE INDIAS.

Con los afectos de siempre:

UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.


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