primera

La gente prepara la boda, pero no el matrimonio.


El viernes 8 de diciembre de 1995, día en el que hice La Alianza de Amor y Respeto conyugal en el Señor, con Jana Galindo Váchová, delante de la comunidad eclesial en la Capilla de Valmaría en el Seminario Mayor de los Padres Eudistas en Usaquén, en ceremonia presidida por el Padre Adolfo Galindo q.e.p.d., jamás me imaginé que el matrimonio sería un viaje tan emocionante y hermoso, tan lleno de contenido y de vida, como lo he podido constatar en estos años recorridos. Luego de la boda, a la una de la tarde, ya estábamos en el salón del “Parque del Chicó” donde se efectuó un almuerzo y una ceremonia con mucha música y corazones sonrientes, luego como es tradición mi esposa y yo comenzamos a pasar de mesa en mesa para la foto de rigor con los invitados, en ese instante un miembro de la embajada de la República Checa (país del cual es originaria mi suegra) nos tomó a ambos de los brazos, nos acercó paternalmente hacia él y mirándonos cariñosamente a los ojos, con la certeza del que se le ha revelado una gran verdad, nos susurró tres veces en español la palabra mágica, la clave secreta para del matrimonio: P A C I E N C I A, P A C I E N C I A, P A C I E N C I A. Lo más interesante es que muchos, muchos, muchos años después, con subidas y bajadas, con alegrías y tristezas, con muchos aciertos y muchos errores, mi esposa y yo hemos ido comprendiendo la profundidad de aquel encargo. En realidad se trataba de un mensaje cifrado de parte de Dios y este hombre sin saberlo, era su mensajero. No era lo que decía lo que permitiría develar el misterio, era la forma como lo decía; yo pensé que por ser checo le costaba pronunciar bien el español y por eso él sentía la obligación de decirla una y otra vez pausadamente como masticando las sílabas, después me di cuenta que el motivo era más profundo. El hombre lo repitió tres veces, apretándonos el brazo cariñosamente y mirándonos a los ojos, pero ahora cuando revivo aquella escena me doy cuenta que no la repetía para que la oyéramos, la repetía para que pudiéramos escuchar y entender que se trataba de dos ideas en una, de modo que siguiendo la metamorfosis del concepto se fue revelando que la palabra inicial era como un gusanito (P A C I E N C I A) que al ser repetida la segunda vez se convertía mágicamente en crisálida (P A Z C I E N C I A) y finalmente en mariposa (PAZ CIENCIA).

Esa es pues, una de las palabras que en el matrimonio le puede abrir la puerta a la prosperidad, a la armonía y a la felicidad, me refiero a la palabra: “Paz – Ciencia”, y de ella vamos a hablar en los próximos días con el propósito de servir de pretexto para que las personas honestas y sinceras como tú, puedan dialogar sobre cómo cultivar la paz – ciencia en su relación.


TAMBIEN TE PUEDE GUSTAR