Música caribe

Caribe: música y liberación


Benkos Biohó, hombre nacido en la actual Guinea Bissau, en África Occidental, fue secuestrado de su tierra en el siglo XVI, como parte de lo que los europeos llamaban con el eufemismo de “comercio de esclavos” (a propósito de los eufemismos que ha puesto tan de moda el gobierno de Duque). Benkos y su familia fueron esclavizados y posteriormente vendidos en Cartagena de Indias, y se unieron allí a un nutrido grupo de personas esclavizadas, personas cuyo trabajo contribuía a llenar de riqueza a las naciones europeas. Pero Benkos no podía soportar su sufrimiento, su falta absoluta de libertad, así que lideró una rebelión de cimarrones, se escapó de sus verdugos, y fundó el Palenque de San Basilio, el primer pueblo libre de América. Pero América aún no se ha liberado. Ni los negros ni los indígenas se han liberado, ni los pobres que son víctimas del capitalismo que Benkos vio nacer.

Pero algo de libertad se encuentra en la música, en el arte. Y eso lo sabían los palenqueros, los herederos de los valientes hombres y mujeres que, junto con Biohó, escaparon de la patética vida (o muerte) que representaba la esclavitud. El género por excelencia que simboliza al Palenque de San Basilio es el mapalé, estilo con una potente base rítmica basada en los tambores que recuerdan los sonidos de la madre África de la que provenían los esclavizados.

Pero la música del Caribe no se reduce al mapalé. Encontramos la cumbia que, además de los aportes africanos, incluye elementos europeos e indígenas, lo mismo que el vallenato. En su variante clásica, el vallenato se tocaba con guitarra o acordeón (el aporte europeo), guacharaca (lo indígena), y la caja vallenata (lo africano).

Mas la música del Caribe no se reduce a lo hermoso de los sonidos del Caribe colombiano. El Caribe cultural, según el profesor puertorriqueño Antonio Gaztambide, corresponde a lo que él llama afroamérica. Y desde esa perspectiva corresponden al Caribe: el sur de Estados Unidos, con su blues y su jazz; Cuba y Puerto Rico, con su salsa, su son y sus boleros; República Dominicana, con su merengue; Jamaica, con su reggae. Incluso el tango tiene una raíz afro, aunque se pretenda blanquear su origen.

En la mayoría de casos la música del Caribe tiene su origen en un sentido de celebración, por la alegría de la libertad ganada, por la expresión de una vida que continúa a pesar de las adversidades. Pero también tiene un sentido de dolor, por la tristeza de una libertad que parece incompleta, por la partida de seres queridos, por el amor no correspondido. El gran Joe Arroyo con su Rebelión lo expresa mejor que nadie.

Unos dirán que falta mi mención al baile como algo fundamental para apreciar la música del Caribe. Pero para mí el baile ES música. Es percusión hecha con los pies al moverlos rítmicamente, con las manos cuando se baila en pareja o en grupo; es percusión cuando se producen aplausos o palmas. Hasta el público en un concierto hace música cuando tararea, cuando canta, cuando golpea el piso con los pies al son de la música. La música lo es todo.

Mientras tanto: Al escribir esta columna se producen protestas por el homicidio de Javier Ordoñez a manos de la policía. Se suma este asesinato al de Harold Morales, en Cartagena, y al de muchos más causados por el estado. Son protestas que piden la libertad de vivir sin que la fuerza pública te mate. Son gritos por el derecho fundamental a la vida.

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