Droga, muerte y política: Las plagas de Cartagena


La realidad supera la ficción, y lo peor aún no ha pasado.

La evolución que ha tenido la contienda política local, ha dejado al descubierto que todo es válido. Lo que antes era solamente para “el amor y la guerra”, ahora es también para la clase política. El desprestigio, los ataques y las burlas en las redes sociales, son un cuento de nunca acabar.

Hace algunos meses se destapó el escándalo al ser detenido por agentes de la Policía Nacional un vehículo en el que se transportaba la actual presidenta del Concejo de Cartagena, la Sra. Gloria Estrada, en compañía de otras personas, encontrando dentro del mismo un paquete con un kilogramo de cocaína. El escándalo no se hizo esperar, los ocupantes del vehículo fueron cobijados con medida de seguridad y la presidenta del Concejo fue suspendida de sus funciones y detenida por tráfico, fabricación o porte de estupefacientes. Bastaron unos pocos meses y la defensa de la concejal, demostró irregularidades que conllevaron a la destitución de los policías que participaron en el operativo y la presunción que fue un montaje, que la droga fue implantada en la escena del retén.  Hay nuevos implicados, los anteriores investigadosfueron dejados en libertad, mientras continua la investigación. Ese cuento de terror deberá terminar y a la luz pública saldrá el nombre de los verdaderos culpables y si se trató o no de un montaje.

Actualmente, la ciudad y el país se conmociona por otro hecho escandaloso, que tiene como escenario la ciudad de Cartagena. La muerte de dos turistas de origen Holandés, a causa de una supuesta intoxicación  generada por el consumo de alimentos, “comida de mar”, coincidentemente en un restaurante de propiedad del hijo del alcalde, ¡Mira tú esa vaina!, de tanto restaurante que hay en la ciudad, donde centenares de turistas, desayunan, almuerzan y cenan, se vienen a morir intoxicados  por los alimentos ingeridos en el restaurante del hijo del alcalde. Qué suerte para la ciudad. Lamentables son los hechos que ocurren y que no ayudan en nada a mejorar la imagen, por el contrario, la enlodan. 

La sangre corre por las calles, sicariatos al orden del día, cobros excesivos a los turistas, la ciudad en mal estado, turismo en busca de sexo en los balcones, prostitución infantil, escándalos políticos. Falta ver que la muerte de los turistas holandeses no sea producto de una infortunada intoxicación, sino que sean producto de un homicidio con fines de ataques políticos, para sacar del camino a alguien, o por venganza. 
 

Desgraciadamente así sea que exista o no una conexión en este caso; la droga, la muerte y la política se han convertido en las plagas de la ciudad.


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