Control o reformas, el sofá o la esposa. 


Un hombre al descubrir que su amada esposa le era infiel en su propia casa, más exactamente en el sofá de la sala, decidió deshacerse del abullonado mueble, como muestra de desaprobación y tal vez pensando que con la salida del mueble en el cual su esposa gozaba de los placeres del sexo con sus amantes, ella no lo volvería a hacer.

Tal decisión no sería la solución al problema de infidelidad, solo el hombre en su atormentado mundo pensaría que, con deshacerse del sofá, las infidelidades no volverían a ocurrir en la sala de la casa. A sabiendas que su amada mujer y sus ardientes e insaciables deseos la llevarían a cometer muchos más actos adúlteros, en cuanto tuviera la oportunidad.

Igualmente está ocurriendo con las políticas que se pretenden imponer. Una reforma tributaria como mecanismo para obtener los recursos que necesita el funcionamiento del Estado, el alza a la gasolina para disminuir el déficit a los subsidios del preciado combustible, pueden ser consideradas como fórmulas improcedentes, si no existe control del gasto público, si los corruptos se siguen saliendo con la suya y con los bolsillos llenos del dinero del Estado. 

La solución que se propone es inadecuada, quedaremos engañados como el hombre que vendió el sofá donde su esposa le era infiel.  

Con paños de agua tibia no se solucionan los problemas, un país sumergido en la corrupción, saqueado y empobrecido, necesita políticas anti-corrupción, de control fiscal, endurecimiento en el manejo de los recursos. 

Los delincuentes andan libres disfrutando de los privilegios que lograron corruptamente. La ingenuidad del pueblo y la complicidad de algunos funcionarios que permiten el abuso de la clase política, nos alejan del esperado y prometido cambio debe iniciar de manera inmediata. 

Una vez cometido el acto, es imposible detener la ambición y el deseo de seguir incurriendo en las conductas cometidas.  Para evitar las infidelidades de aquella mujer adúltera y acabar con los corruptos que se apropian de los recursos del Estado, tanto vender el sofá, como recaudar más impuestos,resultan ser soluciones insuficientes y desacertadas.


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