No dejes para mañana...

No dejes para mañana...


 

En junio pasado empecé un nuevo programa de certificación, y una de las primeras misiones que nos asignaron fue desarrollar un taller de valores que será evaluado. La fecha de entrega es el mes de septiembre, y a hoy, aún no lo he realizado.

¿Por qué? He pensado mucho en la razón, pues en realidad es una temática muy interesante, que no tengo dudas me aportará mucho como persona y como Coach, y descubrí que la metodología para desarrollarlo no me conecta, me da “jartera”.

Entonces ¿qué he hecho en este tiempo con este deber?, y viene la palabra clave de este post: Procrastinar!. Llevo dos meses postergando la realización del taller y cada vez que pienso en hacerlo, en su lugar, adelanto  otras actividades que me resultan más “placenteras”:  cocino, leo un libro que me tiene muy enganchada, adelanto otras misiones que me resultan más agradables, veo televisión, todo, ¡menos el taller de valores!

Pero ¿Qué es procrastinar?

Mucho se ha escrito y se ha estudiado sobre el tema. Dicen los expertos que procrastinar es parte de la condición humana. Cuando debemos hacer una tarea que nos resulta desagradable o poco placentera, nuestro cerebro reacciona, y el sistema Límbico, donde está nuestro centro de placer, intenta controlar la situación.

Procrastinar  viene del latín procastinare, que significa postergar hasta mañana. También del griego akrasia o hacer algo en contra de nuestro mejor juicio.

¿Es malo procrastinar?      

Todos en algún momento de nuestras vidas hemos pospuesto una tarea importante para hacer una que no lo es tanto, el riesgo de la procrastinación está en que ese alivio momentáneo que sentimos al no realizar la tarea, puede “engancharnos” y entonces, aunque somos conscientes de que no estamos haciendo bien, no somos capaces de parar y empezar con la tarea, lo que se puede convertir en un hábito peligroso si no lo abordamos a tiempo.

¿Por qué procrastinamos?

También dicen los expertos que las causas pueden variar de persona a persona, y van desde la pereza a la tarea, como identifico que me ocurre en este caso en particular, pasando por el hecho de no sentirnos preparados para realizarla, la baja autoestima, la ansiedad, hasta la inseguridad.

Con independencia de la causa, lo que subyace a la procrastinación es que no estamos gestionando bien nuestras emociones negativas; esto sin mencionar que es un poderoso enemigo de nuestra productividad. Por más que aplacemos, tanto la misión como los sentimientos hacia la tarea, estarán allí esperando por nosotros, y al final del día tendremos que realizarla. Si a esto le sumamos la culpa y el estrés por la entrega, veremos que definitivamente la opción es hacerle frente al asunto y empezar.

¿Qué se aconseja para evitar la procrastinación?

Lo más importante es ser conscientes de que podríamos estar cayendo en ese agujero, y entender que no llegar al fondo del mismo, o salir de él, solo depende de nosotros, se trata de un asunto interno que debemos trabajar. “Nuestros cerebros siempre están buscando recompensas relativas. Si tenemos un círculo de hábitos alrededor de la procrastinación, pero no hemos encontrado una mejor recompensa, nuestro cerebro continuará haciéndolo una y otra vez hasta que le demos algo mejor que hacer”Judson Brewer, Director de Investigación e Innovación en el Centro de Plenitud Mental de la Universidad de Brown.[1] 

Varias investigaciones dan cuenta que practicar la atención plena o Mindfulness, contribuye a mejorar los problemas de procrastinación, y aunque se trate de un tema de control de emociones, más que de productividad, existen algunos consejos a la hora de organizar nuestras actividades: i) planificar las tareas del día, ii) dividir la lista de tareas en otras más pequeñas y específicas, de modo que sean más realizables; iii) evitar o reducir las interrupciones o distracciones, y iv) lo que yo considero más importante, simplemente tomar la decisión de hacerlo ya!.  

Así que mi querido lector, nos veremos en otro post, pues ahora mismo me pondré manos a la obra con mi taller de valores, y dejaré de procrastinar.

 

 

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[1]Citado en The New York Times en marzo de 2019. “Procrastinar no es un asunto de holgazanería, sino de manejo de las emociones”.

 


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