Revista viernes


Manejo del dolor, esa necesidad que va más allá

HEIDI LLANES

30 de junio de 2018 12:00 AM

Esa sensación desagradable, muchas veces indescriptible que deteriora la calidad de vida, es objeto de estudios e investigaciones y cada vez surgen más mecanismos para su control. El dolor, como bien se conoce, tiene su división y así mismo tratamientos para su control.

Se puede decir que el dolor se divide en agudo y crónico. El primero, que se produce cuando hay un evento quirúrgico o inmediato, como es el caso de un golpe, obedece a un mecanismo de defensa que se adquirió en la evolución del ser humano.

En cuanto al dolor crónico, hay varios razonamientos. Para algunos se determina en esta clasificación cuando se ha mantenido después de tres meses, para otros conceptos, es cuando pasa de los seis meses.

De la misma manera, el dolor crónico se subdivide en oncológico y no oncológico. El oncológico se produce por un evento de cáncer, pues generalmente esta enfermedad se asocia directamente a este malestar, mientras el no oncológico puede desarrollarse por alguna patología que produjo inicialmente un dolor agudo y más adelante se cronificó, como es el caso de la fibromialgia, las lumbalgias mal tratadas, neuropatías, entre otras, indica el médico anestesiólogo, Alfonso Martínez.

Generalmente el manejo de ambas clasificaciones puede en algún momento concordar, aunque se trate de patologías diferentes, advierte el especialista. En el dolor oncológico hay que tener en cuenta que es producido por la expansión de la tumoración o por metástasis que esa misma tumoración produzca en sitios distantes al migrar. Es el caso de un nódulo de próstata que emite metástasis a columna vertebral, que a su vez desplaza en la vértebra, o por el canal de la médula y comprimirla, dando lugar a la sintomatología.

Tratamiento

El paciente ya está sometido a un tratamiento para la enfermedad de base, pero eso no impide que se le trate de igual forma en el nuevo padecimiento que representa el dolor. El dolor por cáncer debe ser tratado con drogas más potentes que el acetaminofen, advierte el doctor Martínez.

La OMS tiene una escalera analgésica en la cual hay unas drogas de base y en la medida que va escalonando el dolor, así mismo se va subiendo la potencia del analgésico. Los primeros pasos son acetaminofén y antiinflamatorios como el diclofenaco y naproxeno, representando el primer escalón.

El segundo paso lo representan estas mismas drogas, acompañadas de otras más potentes, que serían familia de un opioide, derivado de la morfina, pero no con la misma potencia, allí se encuentra el tramadol, codeína y la hidrocodona.

Subir al tercer escalón es encontrarse con drogas más potentes como tapentadol, oxicodona, buprenorfina, fentanilo en parches y la misma morfina, indica el profesional. Y queda un cuarto escalón, que además de estas drogas, está el intervencionismo.

En este caso al paciente se le pone un catéter con una bomba de infusión que le administre paulatinamente el medicamento para el control del dolor. Otra opción es la implantación de un catéter a nivel de la columna, para adormecer el nervio que va hacia el sitio donde se está irrigando el dolor.

Generalmente esta última opción va dirigida a la paliación, cuando al paciente no se le puede controlar la metástasis del cáncer y está en tantas secciones que ni con medios quirúrgicos se llega a una cura parcial. En este paciente no sólo es el dolor, muchos procedimientos entran en esta etapa que buscan paliar las consecuencias de su patología inicial.

Para el manejo del dolor hay otras drogas que pueden ayudar además de los opioides, entre esas están algunas drogas antiinflamatorias neurológicas, como la pregabalina, carbamazepina, gabapentina y otras que inicialmente se formularon para el manejo de la epilepsia, pero así como modulan la irritación cerebral del epiléptico, en este caso se usa para modular la irritación periférica del nervio afectado.

Las investigaciones en este sentido no se detienen y de esta manera se agrega que existen otras drogas de la familia de los bifosfonatos, indicados inicialmente para evitar la reabsorción ósea. Cuando hay casos de metástasis óseas que consume de adentro hacia afuera y que llevarían directamente a una fractura, se usan para mantener la matriz ósea.

Todos estos medicamentos están en el sistema de salud y los pacientes pueden acceder a ellos para sobrellevar su padecimiento con mejor calidad de vida.

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