Revista viernes


Gladys González, vocera del arte popular

HEIDI LLANES

20 de noviembre de 2015 11:06 AM

Nacer en el corazón de los Montes de María tiene su encanto, es tener una hamaca para acunar sueños y más adelante crecer haciéndolos realidad, tejiendo en el telar parte de la historia ancestral que se niega a sucumbir ante nuevas propuestas.

Con esta convicción nutrió Gladys González Martínez su visión del futuro, desde pequeña pensó diferente a muchas chicas de su edad, vio que la artesanía que los identifica podía mostrarse al mundo y mejor aún, posicionarse por encima de muchas marcas.

Gladys nunca fue ajena a los tejidos, su casa es precisamente concurrida por personas que buscan una colorida muestra de esa cultura, pues su abuela materna, Magola Leones, es una reconocida artesana de la población y de ella aprendió que la herencia debe continuar, aun cuando lleve visos que le hagan probar el gusto contemporáneo.

Las hamacas son un símbolo de San Jacinto, pero también ese telar es usual encontrarlo en la lencería propia de cada vivienda y hasta adaptado a los adornos de Navidad. Gladys sintió la curiosidad por innovar, pero todo quedaba en deseo, pues su prioridad estaba en los estudios de Administración de Empresas que adelantó en Cartagena.

Al volver en vacaciones desaprobaba el poco valor económico que se le daba a las artesanías, pese al tiempo y dedicación que se invertía en una sola pieza y la demanda que sobre éstos existía en otras ciudades, especialmente en Cartagena, donde los turistas las prefieren.

Mientras estudiaba, el área de emprendimiento llamó poderosamente la atención de Gladys, era la mejor manera de mezclar lo que la inquietaba, el negocio de las artesanías y la moda, pues esto último es su gran pasión y de esta manera empezó a crear diseños que involucraban su esencia.

Hoy, cuando gran parte de su sueño está materializado, Gladys González afirma que jamás imaginó que su origen artesanal fuera a ser el motor de una naciente empresa de moda y de la misma manera involucrar a su familia.

Tejiendo éxitos

Una de las grandes motivaciones de esta joven está en la importancia que otros países suelen darle a sus artesanías, Perú, México y en general la mayoría de países centroamericanos hacen de cada detalle un distintivo de su cultura, lo valoran y de esa manera lo venden al mundo.

Colombia ha estado en mora en algunos aspectos, si bien el sombrero vueltiao logró llegar a un estatus más alto, las creaciones de las diferentes etnias merecen reconocimiento y ella sabe que dándoles un toque de glamur se convierten en elementos de moda y se proyectan en importantes pasarelas.

De esta manera la mochila es el elemento llamado a empezar ese camino que Gladys, bajo su nombre empezó a intervenir. No es un periplo fácil, afirma, se requiere ante todo de respeto por las creencias y condiciones que rodean la creación de estas piezas.

Con la certeza de que allí estaba tejiendo su sueño de ser empresaria, también empezó a tejer éxitos, pues rápidamente tomó auge el brillo que cada mochila lleva y que detalla a la perfección el trabajo de su etnia.

San Jacinto y su gran colorido empezó con la producción y de allí la visita programada a otros artesanos en diferentes departamentos. La Guajira y la etnia Wayúu en el Cabo de la Vela, los artesanos de Usiacurí en el Atlántico con la palma de iraca y un terreno muy prolífero en arte ancestral, como lo es Córdoba con los artesanos de Tuchín y su magistral trabajo en caña flecha.

Además de contactarlos, también empezó la capacitación en técnicas más pulidas, pues se está pensando en exportar y para esto se requiere de piezas refinadas, que sin perder su esencia, marquen una tendencia en el mundo de la moda.

Fue un aprendizaje de ambas partes, Gladys empezó a comprender el porqué de cada diseño, los secretos que encierra un tejido y hasta los detalles que no pueden faltar para que esa artesanía sea auténtica. Por su parte, los artesanos aprendieron que su trabajo tiene un gran valor y que si le imprimen ciertos detalles, no sólo se verá más llamativa, sino que se convierte en una pieza única sin perder su esencia.

Otro aspecto que Gladys logró en los artesanos, fue imprimirle la importancia de hacer empresa, de trabajar para el futuro, que no desarrollaran una labor para un día vendiendo una mochila en la carretera al primer postor, sino que su labor se extendiera en el tiempo.

La pedrería, el manejo del color y la combinación de detalles que antes eran impensables son un distintivo de Gladys González, quien ya se apresta a sacar nuevas colecciones, todas con un toque “chic” que encanta y seduce a los amantes de la moda.

Esta joven emprendedora hace parte de la generación digital y las redes sociales han sido sus mejores aliadas al momento de promocionar su trabajo, que ya se encuentra en Europa y Estados Unidos, una apuesta que cuenta con el apoyo de la familia.

La capacitación es constante, se requiere conocer los gustos particulares tanto como los generales, también hacer de momentos especiales un motivo para crear, como sucedió con una de sus primeras colecciones que hacía alusión al Carnaval de Barranquilla y sus símbolos festivos.

Gladys González se ha convertido en una embajadora de la cultura sanjacintera, con influencia en otras propuestas del país, por eso quiere aprovechar al máximo lo que cada región provee en esta materia para consolidar su trabajo y hacerlo además de llamativo, amplio y variado.

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