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Cristina Plazas, el ‘hada madrina’ de 16 millones de niños

 

Ayudar es un verbo que conjuga desde muy pequeña. De hecho, recuerda que sus padres y sus abuelos tuvieron todo tipo de fundaciones, pero lo que la marcó en esa época fueron los diciembres en la Laguna de Tota, donde todos los años su abuelo organizaba primeras comuniones y llevaba regalos a los niños. Por eso no le parece casualidad que lo suyo sea el trabajo social.

Sus días comienzan muy temprano y finalizan muy tarde. Lo primero es ir al gimnasio, y una vez termina su rutina, derecho a la oficina. Desde allí ha atendido diversos temas como el escándalo por Miss Tanguita (un evento polémico que se organizó en Barbosa, Santander) hasta la difícil situación nutricional de los niños en la Guajira.

Luego de su extenuante jornada se va a comer con su equipo o a su casa, donde vive con su madre. Su familia es sin duda lo más importante, y por eso el momento que vive con la enfermedad de su padre (un cáncer que le diagnosticaron hace poco) es uno de los más difíciles de afrontar.


LUCHANDO POR UN MEJOR PAÍS
- Cuando fue edil tenía solo 23 años. En ese momento, ¿cuáles eran sus perspectivas?
Desde muy chiquita supe lo que quería, y mi gran sueño era ser directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Y lo he cumplido.

- Lleva diez meses en este puesto. Un tiempo en el que hemos escuchado todo tipo de noticias sobre abusos a los niños. ¿Da vértigo ejercer un cargo con tantas problemáticas?
Es difícil. Cada hora se soluciona una problemática distinta. Pero gracias a Dios tengo un equipo maravilloso y nuestro único objetivo es cambiar el mundo, y lo que se necesita para hacer eso es tomar la decisión. Además, trabajamos bajo la premisa de que los recursos de los niños son sagrados y cuando uno trabaja bajo esta premisa todo mejora, pues vamos a tener más recursos, más calidad y mejores contratistas.

- Viaja mucho por el país. ¿Ya ha identificado las problemáticas más fuertes y más recurrentes?
La cultura de violencia. Tenemos un problema muy grave: no hemos entendido que el peor enemigo es la violencia intrafamiliar y que de ahí surgen las demás violencias. Cuando escuchamos que pusieron una bomba, todo el mundo se siente amenazado. Cuando oímos la historia de un niño maltratado, decimos ‘pobre niño’, sin entender que eso nos afecta a todos como sociedad. Solo cuando lo entendamos vamos a cambiar.

Además, tantos años de guerra y narcotráfico nos produjo un daño cultural terrible en este país, me refiero al dinero fácil. Ese es otro de los problemas que vemos con preocupación: cómo una generación fue absorbida por todo este tema cultural. Por eso queremos trabajar para que los niños se eduquen y tengan otras alternativas.

- Unos cinco mil niños esperan ser adoptados. ¿Cómo se soluciona esto?
Esos niños son hijos del Estado y de todos los colombianos. Lastimosamente hay muchas trabas que dificultan el proceso de adopción, y nosotros estamos presentando una reforma de la que tendré muy buenas noticias pronto, pues desaparecerán esos obstáculos.

Los procesos de adopción son eternos, así que queremos poner unos plazos de seis meses para resolver la situación jurídica de los niños: que se vayan en adopción o que se reintegren a su casa, y si pasa esto, que sea con todo el seguimiento necesario. Así no se quedan en un limbo llamado “estado de vulnerabilidad”, donde pueden durar años; por eso recorremos las instituciones y vemos niños de 15 o 16 años que llevan toda la vida en ellas.

- ¿De dónde se saca fuerza para no desfallecer?
Estoy casada con el Instituto, y definitivamente quien me da fuerzas es Dios.

- Tiene una hoja de vida impresionante. ¿Cree que los hombres se apabullan con usted?
¡Pregúntele a ellos! (risas)

- ¿Qué no perdona?
La corrupción. Creo que no nos hemos dado cuenta de que es el peor cáncer de la sociedad, porque todo el mundo considera que solo los políticos son corruptos. Lastimosamente nos hemos acostumbrado a la doble moral y creo que el cambio tiene que estar en cada uno de nosotros.

- ¿Se sueña siendo mamá?
En este momento tengo 16 millones de hijos.

- ¿Cómo proyecta su familia? ¿Cómo le gustaría que estuviera el país cuando tenga hijos?
Que sea un país donde los niños no mueran de hambre, no los recluten, no sean maltratados. Y en mi casa, que haya respeto, tolerancia y amor; si existen esos tres principios, todo será fácil.

- ¿Estamos lejos de ese país?
Sí, porque la sociedad no se ha concientizado para darles entornos protectores a los niños. El tema de Miss Tanguita, por ejemplo; los papás autorizaron a unas niñas a estar en tanga en un sitio donde había patrocinio de bebidas alcohólicas y mayores de edad tomando… y nosotros tampoco detuvimos el evento en el momento que tocaba. Eso tiene que ser un trabajo articulado en todos los sectores de la sociedad.

- ¿Por dónde se le sale la vanidad?
Soy muy vanidosa con mi pelo, no me gusta tenerlo crespo, así que me peino tres veces a la semana sea como sea. Y así vaya a Júpiter, allá busco quién me lo peine. Y si me toca levantarme a las cuatro de la mañana a peinarme, lo hago.

- La van a leer muchísimos padres de familia. ¿Cuál es el mensaje que quisiera darles?
Que son la primera línea de defensa y por eso necesitan tener una relación de tolerancia con sus hijos para que no se aparten de la familia y busquen respuestas afuera.

Otro tema que me preocupa son las redes sociales. Los grandes operativos que hemos hecho de trata de personas, por ejemplo, indican que la mayoría de los niños llegan a las fiestas o a los sitios donde están en peligro, a través de internet. Es sin duda un arma maravillosa para muchas cosas, pero necesita control.


EN CIFRAS
En los diez meses que lleva de gestión, Cristina Plazas se ha empeñado en imprimirle transparencia al uso de los recursos del Instituto. Estos ocuparon el primer lugar en ejecución del sector de inclusión social.

Respecto al compromiso de darles atención integral a los niños de cero a cinco años, ya han atendido a 1’054.778 menores y esperan llegar a los dos millones en 2018.

En la Guajira, un departamento con una situación delicada, ya visitaron 694 rancherías y abrieron distintos centros de recuperación nutricional, donde han entregado más de un 1’.000.900 unidades de Bienestarina.

Su principal objetivo es visibilizar los niños de difícil ‘adoptabilidad’, agilizando los procesos.

 

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