Cartagena se ve algo solitaria.
Aunque hay gente en la calle, por supuesto, el ambiente de los barrios aledaños a María Auxiliadora y a la Avenida Crisanto Luque está relajado. En el aire se siente apatía.
Hay retenes de niños y jóvenes vestidos de mujer y con pelucas afro, pero nada que un ‘No tengo plata, mi hermano’ no pueda resolver.
En los puestos callejeros del Mercado de Bazurto quedan pocas prendas novembrinas en exhibición.
Algunas camisetas con letras de neón, donde se lee “Comienza el espeluque” y “Me la gozo”, ondean al ritmo del viento y la brisa que dejan las busetas al pasarles por el lado.
Mientras nos dirigimos en sentido contrario al Centro, para ver el ambiente de la ciudad durante el que fue llamado ‘Desfile folclórico y artístico: Fiestas de la Independencia de Cartagena de Indias 2018 – Homenaje a la flora y fauna de los cuerpos de agua de Cartagena’, jóvenes con disfraces (hasta de médico) abordaban al incauto para pedir una moneda.
De los cartageneros que no fueron al ‘Bando’ por distintas razones, establecieron la dificultad para salir del Centro luego del desfile, la inseguridad y por último, su rechazo hacia las Fiestas, como los principales motivos.
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La señora Hercilia Díaz tiene más de 60 años y está sentada con sus hijas en la terraza de su casa, en Bruselas. Conversan bajo un árbol, ajenas al jolgorio que se desarrolla en la avenida Santander, entre Crespo y el Centro Histórico.
“Yo estoy recién operada, pero yo no pelaba ningún ‘Bando’, vea. Ya hace dos años que no voy, pero a veces lo veo por la televisión. Antes uno se iba más temprano”, dice.
Aunque se lamenta por no haber podido ir, aclara: “ahora no es como en el tiempo en que yo iba, ahora es puro desorden”.
Sus hijas y nieta, que con este llevan dos años sin asistir al Desfile, confiesan que no extrañan el evento, aunque no niegan que les gusta.
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Alfonso Cano Medrano, de 50 años, es un neto cartagenero al que no le gustan las Fiestas.
“Eso es mucho vandalismo. Desde que tengo uso de razón fui una sola vez al ‘Bando’. Tenía 14 años y desde ahí más nunca me gustó. Por lo menos, tuvimos que ir a pie de Olaya al Centro porque yo vivía allá, y se ve demasiado vandalismo. Ahora, como está la situación del país, peor todavía”.
El señor Alfonso, que es mototaxista, está en un grupo de apoyo y afirma que por el grupo de WhatsApp hubo alertas durante estas Fiestas por atracos a los conductores y parrilleros en Canapote, Daniel Lemaitre, la Pajarera y San Francisco.
“Atracan al parrillero y atracan al conductor en las cabullitas”, dice notablemente molesto el señor Alfonso.
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Shirley Lora, de 26 años fue una sola vez y dice que no va más por la dificultad de transportarse.
“Fue hace cinco años. Me tocó caminar del Centro hasta el Mercado. La garganta de la vaca, esa sucia, me la pusieron acá en la espalda y fue asqueroso. Dios mío, esos negritos que se ponen a pedir plata. Yo les pregunté eso qué era y ellos me dijeron que era eso. Estaba tan larga que me enrolló toda la barriga”, dice con cara de asco.
“Como íbamos en el desorden, no notábamos la distancia que recorrimos, pero cuando llegué a la casa sí noté que iba muy muy cansada”.
Sin embargo, las Fiestas de Independencia le gustan. Esa vez que fue al ‘Bando’, recuerda, después se metió al mar con sus amigos y lo disfrutó, aunque las olas se le ‘tragaron’ el celular.
“Fue bacano, fue bueno. Si tuviera transporte iría de nuevo. Esa única vez que fui, llegamos al Centro como a las 11 de la mañana y ya a esa hora las busetas de desviaban y teníamos que caminar hasta donde iba a empezar el Desfile”.
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César Rincón y Elio Velásquez disfrutan las Fiestas desde su barrio, pero no van al Desfile de la Independencia.
“Eso se acabó cuando dejaron de ir las reinas nacionales. Ya quitaron hasta las balleneras. Ese ‘Bando’ debería ser como en Barranquilla y pasar por toda la avenida Pedro de Heredia para que uno lo vea, pero entonces uno tiene es que ir a Centro para verlo. Debería ser más accesible”, dice el señor César.
“Y es que mira esos pelaos sanos”, señala Elio a un grupo de su barrio en Zaragocilla, “esos pelaos son sanos, los ven en ‘Bando’ y enseguida caen mal y no se qué y los van a atracar, son estudiantes y como no son de problema entonces van y les hacen algo. Entonces, ¿uno para qué va a eso?”. Dicen que pese a todo, lo positivo es que ahora hay más bandos en los barrios, para que la gente goce con los suyos.
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Ana Salcedo, de 37 años, ama las Fiestas de Independencia, pero no comparte el desorden del tradicional ‘Bando’, y mucho menos los buscapiés.
“Un año fui, no me pasó nada, pero no me gustaron los buscapiés, pero en Barranquilla me encantan los Carnavales, acá hay demasiado desorden”.
Confiesa que jamás, “gracias a Dios”, le ha ocurrido un mal suceso durante las Fiestas, y que en su familia tampoco es costumbre asistir al tradicional desfile mayor.
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De regreso, a las 3 y media de la tarde, decenas y decenas de personas disfrazadas, en su mayoría jóvenes, se dirigen aún hacia el Centro para presenciar la culminación del desfile, que empezó a las dos de la tarde.
Saliendo del barrio España, niños de unos 10 años montan su alboroto cuando pasa algún transeúnte o algún carro. No se ve malicia en ellos. Entonces, recuerdo los retenes de los jóvenes en La Pajarera y San Francisco, de los que habló el señor Alfonso.
A la altura del Mercado de Bazurto, los ‘negritos pintados’ piden plata a los transeúntes a diestra y siniestra, captando a uno que otro miedoso que saca cualquier moneda para escapar de ellos.
A través del vidrio, quienes transitamos por la avenida Pedro de Heredia antes de llegar al Castillo San Felipe, vemos cómo varios jóvenes fueron sorprendidos por un par de policías motorizados, que en una situación que aún no es clara, los levantaron ‘a bolillo’.
Eso sí, los escurridizos muchachos se perdieron en menos de cinco minutos de las manos de los agentes.
Hay jolgorio, a lo lejos en un radio se oye “suena, suena el buscapié”.
Y a usted, ¿le gustan las Fiestas de La Heroica?
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