¿Cómo observar? La respuesta probablemente la atesoró el fotógrafo cartagenero Nereo López.
Hace tres días, pero en 1920, nació este maestro en fotografía y trotamundos colombiano.
Su trabajo permite percibir una gran sabiduría, no sólo acerca del medio fotográfico, sino sobre el mundo y sobre la vida.
Su ojo de fotógrafo le -y nos- enseñó a reconocer rápidamente lo importante de una situación o de una escena.
Resplandece su intuición alerta y su imaginación vivaz de caribe arriesgado y descomplicado. Esto le permitió producir un buen número de imágenes que se cuentan entre las más reveladoras, no sólo de nuestro país, del cual develan infinidad de matices, muchas de sus variantes culturales y muchas de las razones y raíces de su idiosincrasia; sino de los países a donde trasladó su cámara y sobre la condición humana.
El libro: Saber mirar
La publicación que contiene este archivo, del cual el 70 por ciento corresponde al material inédito de Nereo, se lanzará al público en el Teatro Adolfo Mejía, el 7 de octubre próximo a las 7 de la noche.
Incluye infinidad de temáticas, desde el retrato hasta el paisaje, desde importantes acontecimientos hasta el documento social.
Sería iluso examinarlos todos en un solo texto, más cuando cada uno de ellos amerita no solo un escrito, sino varios. Hay ángulos de su fotografía que seducen.
Nereo es ante todo un foto-periodista de muchos quilates, un reportero gráfico que une a la agudeza de su intuición, la verdad de sus apreciaciones, su arrojo: una manifiesta sensibilidad social, un innato sentido de la estética y una manera positiva y
esclarecida de confrontar la vida.
Documentalista
También puede considerarse un documentalista, un fotógrafo que ha plasmado desde los mejores ángulos y a las más apropiadas distancias, testimonios de lo cotidiano.
Si bien muchas de sus imágenes fueron realizadas con la intención de ser reproducidas en la prensa, otras muchas han sido para libros, exposiciones y otras formas de divulgación y apreciación fotográfica.
Además de documentalista agudo y sensitivo, resulta claro que Nereo es un artista de cuya obra emanan todos los componentes creativos y expresivos que establecen las más grandes características del arte.
Su obra y aprendizaje
La vida profesional de Nereo puede clasificarse de forma un poco tosca, en dos grandes períodos, precedidos por uno breve de introducción y aprendizaje mientras vivía, a finales de los años cuarenta en Barrancabermeja, el puerto petrolero del Río Magdalena; y mientras se afianzaba como profesional de la fotografía en Barranquilla.
El primer ciclo se prolongaría desde los años de 1953-54, cuando comienza a publicar sus primeros reportajes gráficos en Cromos y posteriormente en O Cruzeiro Internacional, hasta principios de los años setenta, cuando finaliza su vinculación a estas revistas.
La producción de Nereo demuestra una atención alerta a los nuevos procedimientos fotográficos, pero también a la evolución de los conceptos artísticos.
En estos momentos en que el arte ya no se mide únicamente por sus valores formales, sino por las reflexiones que implica y que suscita, no hay duda de que su producción está cargada de un valor artístico inconmensurable.
Epílogo
La obra de Nereo es imposible de comprender sin sus expediciones, las travesías, una especie de viaje perpetuo. Tampoco sin su contacto con gentes de todo tipo, famosas o humildes, de muchas latitudes, a quienes fue reconociendo con su curiosidad genuina, afecto y sentido humano.
Nereo salió a buscar sus temas, a veces haciendo largos y azarosos recorridos, pero nunca esperó que los sucesos ocurrieran a su alrededor. Fue a su encuentro, como lo obligaba el severo cánon del periodismo gráfico y de la fotografía callejera del que se hizo un depurado y cosmopolita artífice.
Comentarios ()