Facetas


Los domingos son de salsa en Cartagena

CINDY ORTIZ ESCOBAR

17 de junio de 2018 01:16 AM

“No sé por qué siempre le toca al ‘Sabor Stéreo’ competir con estas ‘anchovitas’, picositos de mucha bulla y, poca o nada de calidad”, es la primera ‘placa’ que retumba en mis oídos antes de entrar, que es interrumpida de inmediato por ‘El amor más bonito’, la romántica canción de Tito Nieves: “Eres, el amor más bonito que tengo/ la verdad en la cual me mantengo eres el sentir, que me hace vivir/ lleno de ilusiones y motivaciones /nuevos para mí (…)”.

Hoy habrá duelo de titanes de la salsa en el estadio de sóftbol de El Campestre y la gente, en bermudas y tenis, lo confirma. Los responsables de ‘prender’ la fiesta en esta calurosa noche son ‘El Gran Lobo,’ de Barranquilla y, por Cartagena, sonarán los bajos de ‘Sabor Stéreo’ y ‘La Clave’.

Son las cinco de la tarde, es domingo y el sol aún golpea con fuerza la desmejorada cancha que, aun así dañada, se convierte en la pista de baile perfecta para centenares de fanáticos de la salsa y de la música afroantillana. Han llegado al lugar, convocados por el popular voz a voz, o por los coloridos carteles del ‘Runner’. Lo hacen el día de la semana en el que la mayoría de gente estaría en su casa descansando pero ellos no, prefieren bailar.

Hoy es domingo, mañana hay que trabajar, ¿será que viene mucha gente? Esa pregunta da vueltas en mi cabeza y solo es resuelta una vez me acerco a la taquilla. Para mi sorpresa me encuentro una fila larga y en ella decenas de jóvenes y adultos, listos para tirar buen pase. Aunque, también veo a uno que otro espectador que prefiere gozarse el esperado salsero desde la lejanía, para ahorrarse los 10 mil pesos de la entrada e invertirlos en alguna tanda de cervezas.

“Llegaron a buena hora porque ahorita que baje el sol, es casi imposible entrar del gentío que viene hasta acá”, me dice una morena que supera mi estatura y contextura, mientras se dedica minuciosamente a requisar mis brazos y piernas. Le hace señas a su compañero con la mirada, aprobando que no hay problema. El hombre recibe de mis manos la pequeña boleta, la guarda en un negro y pequeño canguro en su cintura y me hace pasar. Adentro, el ambiente es otro.

¡Qué sabrosura!
Uno escucha la palabra ‘salsero’ e inmediatamente sabe que se va a encontrar con uno que otro bailarín ‘no profesional’, de esos que no han necesitado estudiar en reconocidas academias para robarse las miradas y aplausos de su público. ‘Carballo’ es uno de ellos. Ha aprendido a moverse en la calle, con una asombrosa agilidad, muy a pesar de que está por encima de los 40 años. Su pinta lo dice todo, es un artista, vistiendo pantalón amarillo con botas anchas, muy a la moda por estos días, con una camisa manga larga y un sombrero, y los infaltables ‘caprichos’ (zapatos charoles blancos con negro). Llega sin alardear mucho, saluda a un par de conocidos y, como si fuese la primera vez que se presenta, observa a quienes serán su público, prepara el momento justo para su show. Como él hay muchos otros.

Las extravagantes figuras pintadas en colores fluorescentes de ‘El Gran Lobo’, ‘La Clave’ y ‘El Sabor Stéreo’, se roban las atención de aficionados que siguen ingresando a la cancha, y más de uno aprovecha y se acerca a los picós para sacarse una buena ‘selfie’ y descubro de inmediato que este es otro de los atractivos de los salseros. Yo también me tomo mi foto. Al lado de los equipos, conocidos también como ‘turbos’, por el tamaño de sus cajas, están los Dj’s, encerrados en medio de una infinidad de cables y, por supuesto, de una buena colección de Long Plays que guardan valiosos éxitos musicales. Las desgastadas y viejas carátulas datan los años de experiencia en sabrosura de estas máquinas, que esta vez se turnan cada cuatro canciones para demostrar que tienen mejor repertorio que sus contrincantes.

“Carballo repite que tú estás en otro nivel y el que se atraviese machete con él, carajo”, suena la ‘placa’ que esta vez es seguida por “Timbalero te invito a gozar/ en la rumba que ya a empezar”, clásico del Gran Combo de Puerto Rico, que pone a sonar el Dj de ‘La Clave’. Sin dudarlo, ‘Carballo’ hace su triunfal aparición, deleitando con sus rápidos y excéntricos pases. Todos le abren paso, ahora es el centro de atención, en la pista de baile solo queda la arena y los charoles del espectacular bailarín, es admirado por su público que lo observa desde las sillas plásticas frente a los picós, mientras que, con sonrisas y los aplausos, aprueban cada uno de sus movimientos. Son más de cuatro minutos de su presentación, que cierra pidiendo ayuda a los asistentes con el mismo sombrero que llevaba puesto.

La noche arropa a la cancha de El Campestre y la pena queda a un lado, las cervezas empiezan a hacer efecto y la gente se anima a mostrar sus mejores pases. Ahora las llamativas imágenes de los turbos brillan mucho más por las luces LED que complementan su decoración. Grupos de amigos se abrazan, corean con fuerza la canción “Tengo derecho a ser feliz”, en lo que parece ser un momento de éxtasis, mientras se toman un trago de whisky. Las parejas de enamorados también son protagonistas. Más de uno demuestra su empatía y complicidad al bailar ‘apretados’, ‘en una sola baldosa’.

Pasaron 20, 30, 40 minutos y no me doy cuenta, pero es imposible evadir mi despedida del estadio de sóftbol, que a esa hora mezcla los ingredientes de una noche perfecta: excelente música, ambiente familiar y muy buena energía. Suena ‘Mis noches sin ti’ y me aferro fervientemente a la idea de quedarme por más tiempo, porque así son los salseros, bailes en los que te sientes en familia aunque no conozcas a nadie, donde la gente te ve, sonríe, te ayuda a tomarte fotos, te da los nombres de canciones que no conoces pero, sobre todo, te enseña a que una buena salsa, o una champeta africana, hace florecer tus raíces y saca todo ese sabor que nos hace únicos a los cartageneros.

Source: Los domingos son de salsa en Cartagena by ElUniversal

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