Facetas


Las voces indeseadas en Gamero

CRISTIAN AGÁMEZ PÁJARO

26 de noviembre de 2017 07:00 AM

“Tenía sus ojos torcidos, hablaba cosas raras y se llenó de una fuerza tan atroz, que ni cuatro hombres podían controlarla”, me dice Isolina León Blanco, la cantadora. Su nieta entró en crisis un jueves. Nunca, en la tranquila historia de Gamero, un acontecimiento de tan ‘oscura’ naturaleza había llenado de miedo sus calles.

Poco antes de la hora del almuerzo, el jueves 16 de noviembre de 2017, su nieta, una adolescente de 16 años, entró en ese violento trance. “Se descompuso”, como dicen en el pueblo. Cuando despertó, la muchacha no recordaba que movía los brazos queriendo desprenderlos de sí, tampoco los inusuales golpes que daba con sus pies, y menos que se necesitó la fuerza de varios hombres para controlar su ímpetu. Por lo menos, eso dicen quienes temblaban de nervios al presenciar la supuesta escena.

“Fue la última muchachita del pueblo en caer con ese mal, la última a la que se le metió eso. El jueves se puso mal. Se estremecía, estaba alterada y gritaba: ‘suéltenme, me están quemando’. Y nosotros rezándole y ella batallando, tenía los ojos en blanco. Nadie podía con la niña. La llevamos en la parte de atrás de una camioneta a donde un señor santero de Palenque y le hicieron sahumerios de todo tipo. El viernes le hicimos unos baños de plantas. Pero otra vez la muchacha se alborotó y el sábado también”, narra la cantadora.

Días de tormentos
Gamero no tiene más de 400 casas. Es un corregimiento pequeño que vive del campo, así que las novedades de las últimas semanas han corrido de boca en boca rápidamente. Pero cuando pregunté en las esquinas, más bien reinó el silencio, no muchos se atreven a hablar sobre los once adolescentes de noveno y décimo grado del colegio del pueblo, víctimas de una serie de crisis similares.

Ese silencio me dice que el miedo se coló entre los gameranos. Sobre todo en aquellos que creen que los menores han sido víctimas de algún tipo de rezo, de un maleficio o del ataque del algún espíritu maligno. Narran, incluso, que uno de los niños con extraños comportamientos intentó saltar de un segundo piso y que otro, en su trance, quiso lanzarse a la vía contra un carro.
En la calle Corea, llegamos a la casa de *Patricia, otra habitante de la población. Sus dos sobrinas, de 14 y 15 años, fueron de las primeras en sufrir los comentados ataques. Ella se atrevió a hablar.

-¿Qué les pasó?
- La primera vez, hace más de un mes, mi sobrina empezó a comportarse extraño. Luego fueron varias niñas del mismo colegio que quedaron así. Comenzaron hablando incoherencias, les salían voces raras y dibujaban estrellas en el suelo. Por lo menos a una de mis sobrinas, una de esas voces le decía que no iba a salir del cuerpo de ella. Pero es mentira que las niñas hayan jugado a la tabla ouija, ellas no conocen de eso.

-¿Qué hicieron ustedes?
-Las llevamos a la iglesia cristiana, vinieron varios pastores, intentamos que les sacaran los espíritus esos con pastores, ellas se ponían súper mal. Son cosas anormales, después de los ataques ellas no se acuerdan de nada. A otro sobrino mío también le pasó lo mismo. Fueron nueve hembras y dos varones los afectados. Hemos sufrido por todo eso, mi sobrina ha sido una de las que más ataques han padecido.

Rezos venezolanos
Por las noches, en la entrada del pueblo se escuchaban las voces de rezanderos y el repicar de tambores. También una humareda de tabacos se desprendía de una de las casas. En Gamero se dice que hace más de tres meses arribó un grupo de ‘rezanderos’ venezolanos, a quienes muchos hoy les atribuyen los males de los once niños del pueblo.

“Yo digo que sí. Ellos tienen algo que ver con eso porque nunca se había presentado algo igual en Gamero. Ahí se veían unos altares y todo el tiempo hacían una velación a medianoche, fumaban tabaco y tocaban tambores”, comenta un gamerano.

Pero también a los rezanderos venezolanos les atribuyen que nueve de los adolescentes hayan comenzado a mejorar.

“Yo ni los conocí. Ellos hicieron una limpieza en el colegio, citaron a todos los afectados para hacer una limpieza, pero dos de las niñas no se presentaron. Ya mi nieta ha mejorado y tiene otro semblante”, comenta Isolina. Se creía que en el colegio estaba el origen de lo que sucedía a los niños por lo que algunos padres habían dejado de enviar a clases a sus hijos. Y_se dice que los forasteros se marcharon de Gamero tras el rezo.

“Supuestamente las que están bien son las que asistieron a esa limpieza de los santeros o los brujos, no sé bien qué eran. Pero como mi hermana no quiso acceder a que nuestras dos niñas asistieran a eso, una de ellas todavía siente un peso en la espalda y se siente mal. Es más, mientras ellos hacían esos rezos allá, en el colegio, mi sobrina acá se ponía peor.

“Nosotros pensamos que demonio no saca demonio. Se ve claramente que no es cuestión de siquiatras ni mucho menos, ni que las peladas se lo estén inventando. Es una cosa real, que estamos viendo y que nunca se había visto. Por lo menos a mis sobrinas no las hemos podido mandar más al colegio, ellas están ahora en Cartagena, las mandamos para allá para que cambien de ambiente”, asegura Patricia.

***
En el pueblo nadie quiere volver a escuchar aquellas voces extrañas que salían de las adolescentes. Sin dudas son las voces indeseadas en Gamero.
*Nombre cambiado.

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