“Vendo mi pelo, 100% natural sin teñir, cuánto ofrecen ya”.
A diario en las páginas de ventas en Facebook uno encuentra dos o tres mensajes de este tipo. La ofertante aparece de espaldas, con el pelo hasta las nalgas suelto y peinado, para provocar a los compradores.
“200 está muy barato”. Responde a un comentario que le sigue. La verdad es que necesito más dinero.
El pelo en sí vendría siendo como un animal de engorde, que todo el año se cuida, se mantiene, para “darle muerte” en diciembre.
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“Algunas nos lo ponemos más por vanidad, pero hay mujeres que lo hacen por necesidad”, dice una joven de unos 28 años a quien le están poniendo mechones de cabello humano. Un hermoso pelo larguísimo, que ha conservado por casi un año. La inversión fue de 700 mil pesos y es que si se cuida bien, este cabello le dura más del año, antes de cambiarlo.
“Decimos cabello humano, no natural, porque lo sometemos a varios procesos, entonces ya no lo podemos llamar natural”, explica Martha Díaz, la propietaria.
Por más de 27 años ha tenido su peluquería en el centro comercial Getsemaní, uno de los lugares en Cartagena donde más se comercializa cabello natural, lleno de callejones estrechos con peluquerías a lado y lado donde se ven mujeres lavando, poniendo o tejiendo matas de cabello, largas en su mayoría.
Kelly Santamaría diligentemente seca un cabello rubio con iluminaciones. “Hay distintas formas de ponerlo, en capas o punto a punto. La ventaja del punto a punto es que se pueden hacer varios estilos en el cabello porque no se nota, ya que el pelo natural se sujeta al propio cabello de la clienta”, explica.
El fin es que parezca del cuero cabelludo de la clienta, porque puede que sea por vanidad o necesidad, pero siempre, las mujeres buscan lo mismo con este procedimiento: sentirse femeninas.
“Aquí llegan muchas clientas, cabizbajas, clientas que tienen problemas, que les han dañado el pelo, o por otro lado que sufren de cáncer y buscan recuperar el que perdieron”, continúa Martha.
Una peluca con un estilo de pelo corto, cuesta unos 700 mil pesos. Una de pelo largo llega al millón doscientos. En 4 o 5 días se logra confeccionar una sola pieza, eso sí gracias a un trabajo minucioso que se lleva todo el día.
Otra de las peluqueras, Johana Díaz, teje afanosamente una capa de pelo. Para que quede horizontal pone un hilo especial para coser las extensiones (se le llama hilo engomado). Toma unos 3 milímetros de raíz de cabello, los separa y amarra esta raíz al hilo, haciendo pequeños nuditos. Su trabajo es organizar el cabello, lo que le lleva por cada capa por lo menos una hora. Al día amarra unas 6 capas.
“Buenas, ¿acá compran cabello?”, pregunta en voz baja una joven que entra esperanzada.
“Hoy no... gracias”, responde Martha.
En diciembre aumenta la venta de cabello en un 50% según los cálculos de la propietaria, pero ya en las peluquerías están preparadas.
Martha tiene una “cortina de pelo” en el mostrador de la ventana. Hay largos moños bien sujetos que varían de color: hay rojos, rubios, castaños, negros. No dejan de ser impactante y llamativo.
Su felicidad
“Tener cabello, eso lo hace ver a una bonita. Creo que la belleza de la mujer está en el cabello. Tengo una vecina que sueña con tener pelo largo pero no tiene dinero, tú sabes que eso es costoso”, afirma Ley. Ella es una clienta usual de cabello humano.
Tuvo problemas en el cuero cabelludo y sus hebras rizadas le empezaron a caer a pedazos. El estrés, un mal procedimiento de tintura o alicer, quién sabe.
Al igual que muchas mujeres que optan por cabello humano, Ley debe destinar un presupuesto importante para verse como ella quiere, con una abundante cabellera.
Primero, debe conseguir el cabello, luego debe mandar a acomodarlo, luego a peinarlo y darle color y por último a que lo sujeten a su cabeza. En total un día completo cuyo resultado es una mujer feliz, sin importar el costo.
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