El hombre se baja sus pantalones, se agacha, nalgas afuera, y hace del cuerpo en ese cuerpo de agua, sin ninguna vergüenza se levanta y sigue su camino, a la vista de todos. Cruza la calle, saluda a un carretillero con un estrechón de manos y se pierde entre el gentío de esta calurosa mañana.
Es una situación cotidiana, ir al baño, pero... ¿hacerlo en la calle, a plena luz del día y frente a todo el mundo en la plaza de mercado?
Parecemos estar acostumbrados a pasar por la avenida del Lago y mirar esa escena inacabable. O tal vez no estamos acostumbrados pero, como muchas otras cosas, nos da lo mismo. La escena, en sí, parece un espejo de la decadencia ambiental que existe en el mercado.
Muy cerca, otro hombre lava trapos en esa misma agua putrefacta. También ahí está el pequeño embarcadero desde donde zarpan lanchas a la zona insular de Cartagena, convertido ya en un mini-mercado con varios puestos de venta de pescado.
A unos cuantos metros de esa orilla, de madrugada descargan toneladas de legumbres, verduras, tubérculos y carnes para surtir la principal central de abastos de Cartagena. Así es, la comida la descargan muy, muy cerca de ahí.
Al cabo de dos minutos, otro hombre llega, se baja la bragueta y orina. Tres minutos más tarde aparece un carretillero, también hace sus necesidades en las Quintas. Se le nota intimidado por la cámara, pero hace lo suyo, se limpia y se va.
Y así, uno tras otro. Van y vienen, dejando los desperdicios de su ser en el agua. Son las 9:50 de una mañana de miércoles y en menos de diez minutos cinco sujetos han desfilado hacia ese baño abierto al aire, en el que se ha convertido la orilla contaminada de la ciénaga de las Quintas. Para algunos, la situación es de nunca acabar, para otros, como Pedro Juan Valdelamar, “ha mejorado un poco”.
“Antes la gente ensuciaba y orinaba más ahí, más que todo habitantes de la calle y vendedores ambulantes. Pero hace poco vino un teniente de la Policía poniendo orden a esto y ha impuesto comparendos pedagógicos con el nuevo Código de Policía”, dice.
A Pedro lo encontramos sentado en un taburete, en la orilla, donde pasa buena parte del día hablando con pescadores. Y prosigue...“Esto era un desastre, toda la orilla, pero ese teniente ha puesto el ejemplo y ahora se ve más limpio”. Eso de orinar fuera del tiesto parece molestarle mucho.
Y es que el Código de Policía, con su multa de 736 mil pesos -por ahora pedagógica- para quienes hagan necesidades fisiológicas en la vía pública, parece ser una herramienta muy útil para que los agentes actúen y recuperen esta zona. Pero, ¿es suficiente?
Para el teniente Jaime Flores, comandante del CAI Bazurto hace dos meses, no tanto.
“Estamos tratando de gestionar unos baños exclusivos para los habitantes de calle, (...) puede haber entre 500 y 700 habitantes de calle acá, en Bazurto. Es un problema bien complejo, pero estamos en esa tarea. Eso también es un tema cultural, estamos metiéndole el hombro a eso para erradicar el problema”, explica el agente, que le ha puesto mano dura a la situación.
Manejar a los habitantes de calle no es tarea fácil.... Dice.
Y los baños...
Una malla verde que la bordea y tiene como propósito proteger a la ciénaga de convertirse en vertedero de basura es violentada constantemente más que todo por habitantes de calle, pero también por uno que otro vendedor y hombres del común que no usan los baños de Bazurto.
- ¿Y los baños del mercado?
-Mandaron a poner baños móviles, a 500 pesos la orinada y a 1.000 lo otro, eso ha sido bueno, están aquí, en todo el frente- relata Pedro, el señor que frecuenta la orilla de la ciénaga. Apunta su dedo hacia un solar al lado opuesto de la carretera, donde están los baños públicos.
Los baños de los que habla Pedro son diez, son portátiles y se instalaron hace mes y medio, aproximadamente, luego de la limpieza general del mercado.
Diariamente, la principal central de abastos de Cartagena mueve una población flotante entre las 40 y 50 mil personas. En Bazurto se generan entre 7 y 8 mil empleos diarios, formales e informales.
Seis de las unidades sanitarias están en el sector Los Luceros, custodiadas por dos hombres que afirman mantenerlas limpias y el pago es su recompensa por ello. “Aquí hay días que no viene nadie, otros días que sí. Nosotros mismos los limpiamos y nuestra paga es lo que recogemos”, asegura uno de ellos. La realidad también es que hay una empresa encargada de la limpieza y la entrada no debería costar ni 100 pesos.
Recorremos parte de Bazurto, atravesamos el sector de las rampas, zona de descarga, donde parecen concentrarse en uno todos los olores putrefactos del mercado. Pasamos esa marejada de fetidez y llegamos al sector de los plátanos. Hay dos unidades de baños portátiles pero están cerrados con candado.
Un hombre orina por fuera de uno de ellos, en un recipiente de plástico, también a la vista de todos. “Ahí nosotros no entramos, porque está con candado. Las llaves las tiene un señor que es sastre”, señala la comerciante Pabla Pérez Miranda.
Hay tres carretillas que obstaculizan el paso a los baños al igual que sus dueños fatigados, que descansan de su jornada laboral. Justo al lado hay otro baño pero este es ‘privado’ y la entrada cuesta entre mil y dos mil pesos.
“Nosotros tenemos 20 años de estar aquí, tenemos nuestra clientela que paga por usar los sanitarios o por bañarse. Todos los días nos gastamos una botella de cloro y una bolsa de detergente para tenerlos limpios. En el mercado hay varios baños igual a este en diferentes sectores, a donde la gente puede ir”, afirma Teresa De Ávila, quien hace las veces de cuidadora.
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“Sabemos que la infraestructura sanitaria no es la mejor en Bazurto. Hemos tratado de instalar esos 10 baños portátiles para que la gente tenga esa alternativa. Tenemos muy buenos resultados. Es financiado por el Distrito pero hay algunas personas que lo cuidan y la gente les da una colaboración, pero son gratuitos”, explica más en detalle Eusebio Macías, administrador del Mercado de Bazurto. A juicio de Macías la orilla de las Quintas debería ser un sendero peatonal con vigilancia permanente para el disfrute de la misma gente que frecuenta el mercado.
Epílogo
En mayo de 2015 un video donde se observa a un turista defecar en plena Plaza de Bolívar circuló en redes sociales. Hubo polémica, alarma, indignación y opinaron las entidades por algo que sucedió en pleno Centro Histórico, pero que a diario pasa en las Quintas... Sí, la escena citadina de Bazurto parece un espejo de la decadencia ambiental de la central de abastos más grande de Cartagena, pero también de nuestra sociedad.
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