Facetas


Cuando Cartagena se empelota

GUSTAVO TATIS GUERRA

05 de noviembre de 2017 12:35 AM

Las primeras mujeres que habitaron Cartagena de Indias, antes de la llegada de los españoles,  se cubrían su desnudez con hilos de oro, como filigranas finísimas sobre la punta de sus senos, y sobre el trapecio del pubis. Y los hombres cubrían sus genitales con caracoles que tenían borde de oro, cada uno, encontraba su caracol según su tamaño.

Entre los descendientes de los Mocanaes, de la familia Caribe, la aparente desnudez formaba parte de su cultura ancestral. Algo que para la mirada Occidental era una blasfemia. La desnudez era calificada de “vergüenza”, y quien aparecía semidesnudo era un degenerado o pervertido. Los indígenas nuestros eran sencillamente, criaturas sincronizadas con la madre naturaleza.

En la desnudez no había pudor ni morbosidad, ni exhibicionismo, ni sugerencia de pecado en el concepto judeocristiano, a diferencia de la escandalosa excentricidad de desnudarse que tuvo recientemente un turista extranjero sobre la escultura monumental de Gertrudis, triple violación al arte, al patrimonio y a la ciudadanía en general.

No contento con subirse desnudo y enarbolar al aire sus interiores, el abusivo y descarado turista se bajó de la escultura de Botero, y caminó tres cuadras como Dios lo trajo al mundo. Tal vez la primera referencia a la desnudez, se remota a los tiempos prehispánicos. Pero en el último medio siglo ha habido en la historia de Cartagena de Indias, hechos novelescos sobre gente que se ha desnudado públicamente.

En el Festival de Cine de Cartagena, en 1974, la modelo norteamericana Edy Williams, que acababa de desnudarse en el Festival de Cannes para llamar la atención, hizo lo mismo a la salida del Teatro Cartagena, luego de ver el filme “Salo, 120 días de Sodoma”, la última película de Passolini.

Buscó la recién inaugurada escultura de la India Catalina, que había forjado el artista Eladio Gil, y a las 10 de la noche, la joven rubia, delgada, le pidió a amigos cercanos de la organización del festival, que la acompañaran a la escultura. Uno de esos periodistas que la acompañó y presenció todo fue Amaury Muñoz. “En la camioneta nos dimos cuenta que Edy estaba completamente desnuda debajo del gabán. Así que descendió del vehículo cubierta, y al llegar a la escultura  quedó desnuda, desafiando la belleza de la India Catalina. Aquello fue un escándalo.

El camarógrafo Fabio Serrano, de Cromos, captó aquel instante”, cuenta Amaury.  El fotógrafo cartagenero Nereo López, le hizo días después una serie de fotografías a Edy._“El estreno de la película de Passolini coincidió con un concierto del cantante español Raphael en el Hotel Caribe. Llegaron escasas cuarenta personas al concierto, mientras la película colmó la sala del Teatro Cartagena, hasta el punto que los que se quedaron por fuera,  indignados y enfurecidos, levantaron a patadas la puerta y destrozaron la entrada”. Los susurros de esquina al día siguiente en la ciudad, eran las escenas de orgía del filme de Passolini y la desnudez de Edy Williams.

Eva al desnudo
La modelo Eva Serrano, entonces de 21 años, hija de españoles, y residenciada en el barrio Marbella en Cartagena de Indias, se lanzó al Concejo de la ciudad, con los senos al aire y un diminuto bikini color piel. Imitó a Ilona Staller,  la Cicciolina, actriz porno húngara pero residenciada en Roma, quien propuso tener sexo con sus seguidores políticos al Senado.

La aspirante al Concejo  cuyo eslogan era “La verdad desnuda”, En las elecciones, Eva Serrano obtuvo 1.600 votos. Le faltaron 400 para ser concejal. Se  fue a España, y cinco años después volvió a Cartagena y llamó a Amaury. Se citaron en la plaza de Santo Domingo. Vio a una mujer  vestida hasta el cuello frente a una copa de agua. Era ahora una cristiana convencida. Tres años después, le confesó a Amaury que no pudo con el evangelio, y regresó a la rumba. “Yo nací pa puta”, dijo muerta de risa, cuenta Amaury. En la pelea entre Happy Lora y Metralleta López, fue contratada Eva para anunciar cada round.

Los ‘cogenalgas’
Cartagena de Indias ha sido protagonista de otros escándalos, como el día en que un cartagenero apostó con algunos socios de su club, que sería capaz de cogerle las nalgas al presidente Alberto Lleras Camargo. No solo se las cogió, sino que esperó con  los ojos levantados que los apostantes vieran la escena. Y se ganó la apuesta. Lo mismo le ocurrió al actor norteamericano Kirk Douglas, invitado al Festival de Cine de Cartagena, a quien le cogieron las nalgas en el patio de la Universidad de Cartagena.
 En 1999, el hincha del Real Cartagena, César Revolo, se desnudó en la cancha del Estadio Pedro de Heredia ante 20 mil asistentes. Fue sacado por la policía, envuelto en la bandera de la ciudad, y este acto bochornoso le costó la pérdida de su empleo.

Epílogo
Cheo Cruz es el artista cartagenero que más se ha desnudado en sus performances en la ciudad y el mundo. El arte es una cosa. El exhibicionismo, otro asunto.

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