Facetas


Crónica del mal de rabia

JOHANA CORRALES

26 de julio de 2015 12:00 AM

Uno comienza a sentirse diferente: la respiración le cambia, las manos se enfrían, el corazón se acelera, la mirada se enfila y pueden seguir dos cosas: una retahíla de insultos que salen del alma o una agresión física.

Es como si algo maligno se apoderara de uno haciéndole perder el control. Asusta terriblemente lo que podemos hacer, o en quienes podemos convertirnos, bajo los efectos de la ira.

El pasado 27 de junio circulaba un video por las redes sociales de una mujer pegándole y cortándole el cabello a otra joven, supuestamente, por haberse acostado con su marido. Las imágenes estremecen.

La mujer, iracunda, con tijera en mano, da la sensación de que en cualquier momento podría cortarle la cara a su adversaria.

Impresiona aún más que es la misma agresora quien sube el video a la web, como si fuera un acto de heroísmo, e invita a sus contactos a que lo compartan.
Pero hacía solo unas semanas, y por culpa de un chisme, fue asesinada Mayelsi Guzmán. Lo que cuentan los familiares de la víctima es que otra joven de 18 años, conocida como “La niña”, había regado el rumor de que Mayelsi estaba saliendo con un hombre que no era su marido.

Mayelsi, enojadísima, fue hasta la casa de “La niña” y le reclamó, airadamente, por la fama de mujerzuela que le había creado en su casa y con sus vecinos.

No sé sabe qué tanto se ofendieron, pero “La niña”, de la rabia que cogió por el reclamo, sacó un cuchillo y le dio en el cuello y el hombro. La mujer murió horas después. Mayelsy dejó huérfanos a una pareja de mellizos y a un niño de 10 años.

El 6 de julio Daniel llegó a su hogar, en el sector El Salivón, en Bazurto, a eso del mediodía. Al rato se puso a rebuscar entre sus cosas y se dio cuenta de que le faltaban 50 mil pesos. Fue y le reclamó a su hermano por la plata. A este no le gustó la forma en que le habló, y cogió una tijera y lo cortó en la pierna izquierda.

Perdió tanta sangre que llegó a la clínica sin signos vitales. Ahora, la madre de los dos hermanos, no sabe qué es peor: denunciar al agresor o quedarse al menos con uno de sus hijos.

Como esos hay un sinnúmero de casos que se repiten todos los días, unos más graves que otros, pero con el mismo denominador: la rabia.

Expertos en ira
Pero, ¿qué es exactamente la ira? ¿Qué pasa en el cerebro cuándo uno se enoja? ¿Por qué actuamos tan deliberadamente?

Según el psicólogo clínico, especialista en salud mental de la Universidad San Buenaventura, Adolfo Castilla, la ira es una respuesta del organismo caracterizada por un componente, primero, cognitivo; y, luego, conductual.

Puede estar relacionada con ciertas insatisfacciones o frustraciones del ser humano. A veces esa conducta puede ser violenta, pero por lo general, la ira cumple unos procesos: pensar, sentir y actuar.

Explica que la mayoría de las personas tiene un sistema adaptativo o de autocontrol que regula las emociones.

“En este sentido hay personas subcontroladas y sobrecontroladas. Las primeras, ante una situación mínima pueden reflejar una conducta de ira mayor. Las segundas, tienen la capacidad adaptativa de autocontrol, sin perder la estabilidad y sin causar daño”, explica Castilla.

De acuerdo con el neurocirujano Rubén Sabogal, cuando se tiene rabia el cerebro libera una serie de sustancias que desencadenan una respuesta emocional exagerada o conducta agresiva que hace que la persona ataque o huya.

“Es una conducta animal. En el ser humano se da la oportunidad de reflexionar y tomar decisiones antes de actuar, pero hay otros individuos en los que el estímulo es tan poderoso que provoca una pérdida de todos los controles, y es cuando se cometen conductas exageradas, que ponen en peligro a la misma persona o a otros”, explica el especialista.

“Actué bajo ira e intenso dolor”
Imagine este caso:
*Luis llega de trabajar (un día terrible por culpa de su jefe). Llega al cuarto y ve a su mujer, quien se ha negado a tener relaciones sexuales las últimas semanas, acostada en su cama, sobre sus sábanas, teniendo sexo con su mejor amigo.

Luis saca la pistola que siempre carga,  les da nueve tiros y los mata. Luego, se entrega y cuenta lo que hizo.

¿Cometió un delito? ¿Es consciente de lo que hizo? ¿Merece ser sancionado?

Según el abogado penalista, Antonio Laitano, sí cometió un homicidio, sí era consiente y sí merece ser sancionado. Sin embargo, vale decir que esa persona actuó bajo ira e intenso dolor. Nadie esperaría una traición de su esposa o de su mejor amigo. No se le puede juzgar igual que aquel que premedita un homicidio. Una acción es más grave que otra.

“Entonces, la ley dice que no se puede perdonar, pero que el tratamiento será distinto. La ira y el intenso dolor es un atenuante de responsabilidad. Quiere decir que te van a sancionar, pero te van a poner una pena más mínima, porque no reviste la gravedad para ponerte la máxima”, dice Laitano.

Explica que la “ira y el intenso dolor” es un concepto jurídico, no psiquiátrico, que está en el Código Penal de 1936 y parte de un supuesto: todos actuamos con acción y voluntad de querer hacer algo.

Según el abogado, el ser humano delinque por tres razones: poder, pasión o locura. Considera que quienes matan por un choque emocional lo hacen bajo la doctrina del dolo de ímpetu, que es un dolo que no se ha previsto, que salió de repente.

“A mí nada me sorprende. Cualquiera con rabia puede ser un homicida en potencia”, concluye el penalista.

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