Facetas


Cartagena suena en París

GUSTAVO TATIS GUERRA

09 de julio de 2017 09:24 PM

Ahora suena bajo el sol de mediodía en plena terraza del periódico, la Suite # 2 “Preludio” de Bach, tocada por Santiago Uribe Cardona,  joven violonchelista cartagenero de 16 años, que deslumbró a los parisinos en cinco conciertos recientes.

En uno de los conciertos, en la apertura de la Plaza García Márquez, en París, sonaron además de los dos himnos de los dos países, “Colombia, tierra querida”, de Lucho Bermúdez.

Tal vez el recuerdo más antiguo que tienen sus padres de su hijo músico, sea   el instante en que el bebé hacía sonar los trastos de la cocina, cuenta Liliana Cardona Pérez, su madre, quien dice que la música fluye por su sangre.

“Cuando estudiaba en el Colegio María Auxiliadora tocaba la gaita, las congas y el bongó. Mi abuelo materno Pedro Pérez tocaba la guitarra e interpretaba canciones de carrilera y música del interior del país”. Por su parte, Fernando Uribe Luna, el padre, un ingeniero industrial, empresario y docente, dice que no recuerda a ningún familiar suyo en la música. Pero los dos descubrieron desde temprano el talento musical de su hijo Santiago Uribe Cardona, quien en la actualidad culmina su bachillerato en el Colegio Comfenalco e integra la Sinfónica Juvenil de la institución, y ha sido becado para estudiar en la Universidad de Louisina, en 2018.

“Empecé a cantar a mis dos años lo que escuchaba en la radio: música popular, vallenatos, salsa, reggae, y a mis cinco años empecé a recibir clases de guitarra. A los 10 años fui seleccionado  entre los veinte mejores estudiantes del 5 grado, y empecé a tocar el trombón. La música clásica me abrió un camino que para mí era desconocido. Comfenalco ha becado hasta la fecha a 102 estudiantes para estudiar en los Estados Unidos, en un convenio con universidades americanas. Primero fueron 72 alumnos. Luego, seleccionaron 30 estudiantes. Sin el apoyo de mis padres esto hubiera sido imposible. Fueron ellos los que hicieron el esfuerzo para comprarme el violoncello, porque descubrieron que mi afición no era un capricho, sino que era un asunto serio”.

No es común encontrar un joven con tanta convicción de su vocación como Santiago Uribe Cardona, quien con su espíritu sereno y concentrado, dice que “muchas veces mis maestros de primaria creían que tenía un problema porque he sido muy distraído, pero es que estaba pensando en música.

En París
Para esta convocatoria de jóvenes músicos colombianos para participar en la agenda del Año Francia-Colombia,  se presentaron 1.100 músicos de todo el país, y fueron seleccionados 46 músicos, de los cuales 2 músicos son de Cartagena y de Comfenalco: Los vionchelistas cartageneros Alejandro Restrepo Cardozo y Santiago Uribe Cardona.

El primer concierto fue el 19 de junio en la Plaza García Márquez, con la presencia de los dos presidentes de Colombia y Francia. “Allí tocamos el Himno de Colombia y Francia, “Colombia, tierra querida” y “Kamarí”, de Lucho Bermúdez.

El segundo concierto en la gran Sala Pierre Boulez, incluyó el Concierto para dos acordeones, danzas colombo-francesas, Serenata en Chocontá, con marimba sinfónica y marimba de Chonta.

Hubo un tercer concierto con repertorio de música colombiana del interior del país “Mi Buenaventua”, “Alma llanera”, “Ay, mi llanura”, entre otros.
El programa incluía solo tres conciertos, pero la Orquesta Sinfónica Binacional eligió a Santiago Uribe Cardona para dos conciertos más, por su disciplina y calidad musical. Estos conciertos se realizaron con la Orquesta de Cámara, con 15 músicos escogidos.

La música en casa
Le pido que toque su violoncello en el patio del periódico, pero él mira el sol y me dice que es muy delicado exponer el instrumento a ese sol que puede quebrar las cuerdas y torturar la madera. Pero finalmente, acepta tocar unos segundos de música a la intemperie.

La música se cuela por las paredes de su casa en Alameda La Victoria, en donde su padre le sugiere que toque de 8 de la mañana a 8 de la noche. “En París me tocó  compartir con un músico francés que me de3spertaba a las tres de la madrugada para tocar”, me dice riéndose.

De la infancia cercana dice que “no fui un niño interesado en los juegos, sino en la música. Recuerdo que todos los regalos que me hacían tanto en Navidad como el 28 de noviembre, día de mi cumpleaños, eran instrumentos musicales. A los cinco años, mis padres me regalaron una batería de juguete. También me gustaba nadar. De 6 a 12 años, estuve en la Liga de Natación. No me gusta celebrar mi  cumpleaños sino con mi familia. Salir a comer juntos con mis padres y mi hermano Salomé, de 10 años, que también toca el violín.

Este muchacho sereno y concentrado se visualiza en diez años viajando por el mundo, como solista dando conciertos. Esa es es la vida que desea.

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