Facetas


Cartagena Federal…; mucho más que Centro

JULIE PARRA BENÍTEZ

23 de julio de 2017 12:00 AM

Piense por unos segundos en un video promocional de Cartagena...
Ahí están las típicas imágenes del Centro Histórico, de sus iglesias, de sus callejuelas, de la Torre del Reloj, de las murallas; también las playas, la palenquera que vende frutas o dulces, los coches, los atardeceres.
Esa es la ciudad que se vende a los turistas: una Cartagena en la que no se sufre con el calor, sino que se disfruta; una Cartagena con un Centro Histórico al que no se va a hacer vueltas, sino a pasear... una Cartagena que siempre está de vacaciones.
Pero hay una Cartagena que no sale en las películas: “la ciudad en la que los burros y las motos se parquean en la esquina”, y donde, increíblemente, algunos de sus habitantes no conocen el mar. Esto es Cartagena Federal.

¿Qué es?
Un proyecto de Pedro Espinosa y Sebastián Duque, dos jóvenes ‘heroicos’ que buscan contar la realidad de la capital que no está de vacaciones, de los que nunca se han montado en una chiva o en un coche, de los que nunca en su vida han pisado el Castillo San Felipe.
Cartagena Federal es un programa de radio por Internet (o podcast), “que saca el micrófono a la calle para echar cuentos alrededor de lo que vemos y vivimos todos los días”, la Cartagena de los cartageneros.
“No es que reneguemos del Centro Histórico o de las playas, simplemente creemos que solo se ha mostrado esa parte de la ciudad y también queremos contar el Centro, por ejemplo, pero con todo lo que para nosotros representa: ir a hacer vueltas, a sudarse... la experiencia cotidiana también es válida de contar”, indica Sebastián.
“Mi experiencia cartagenera más cercana era al bate de tapita, a la Kola Román, a jugar descalzo en la calle”, dice Pedro.

Así nació la idea
Escuchar podcast americanos era uno de los pasatiempos de este par de primos que se radicaron en Bogotá para estudiar sus carreras. Cualquier día, hace casi un año, hablaron de ello y pensaron en hacer algo sobre la ciudad que los vio nacer y crecer.

“Nos pareció triste que tuviéramos que escuchar historias de otros lados: de Nueva York, o de cualquier otra parte de Estados Unidos, cuando aquí hay un montón de historias por contar. Así que decidimos hacerlo nosotros”, cuenta Pedro.
El 11 de noviembre de 2016 lanzaron el primer capítulo. No hubo mucha promoción. Se hizo lo que se pudo a través de sus redes personales. “Era como en lo que perdíamos el tiempo sin ninguna ambición de absolutamente nada”, comenta Pedro.

Incluso, uno apostaba a que solo lo escucharían 100 personas y, el otro, 200. Al final, cerca de dos mil los escucharon. No faltaron los comentarios positivos y las felicitaciones.

“Esa acogida del proyecto nos llevó a organizarlo mejor y a dedicarnos cien por ciento a esto, que es lo que nos gusta. Ha crecido a punta de feedback, de retroalimentación, de ir haciéndolo e ir mirando. Tenemos la ventaja de que no tenemos ninguna ambición más allá de contar historias y tenemos la libertad de contarlas. Eso ha funcionado, poder contar lo que queremos, de la manera en que queremos y le ha gustado a la gente”, agrega Pedro.

Hace un mes regresaron a su ciudad natal para meterle la ficha a su proyecto, que han convertido en algo más que un podcast. Están desarrollando otros formatos. En redes sociales y en su página web empezaron a compartir videos y tienen planeado desarrollar nuevos programas con una temática nacional. Y, por supuesto, están armando una estrategia de difusión para llegar a más gente.

A ellos no les importa cargar con un escritorio por los Cuatro Vientos, por el mercado de Bazurto, por Olaya o donde sea, no miran el peligro para contar lo que quieren, como quieren y donde quieren. Por ahora tampoco les inquieta no ganar mucho dinero después de haber terminado sus carreras, hacer cursos o estudiar maestrías, simplemente le apuestan a un proyecto que ven prometedor y del que, por ahora, están aprendiendo mucho. “Yo hablé seriamente con mi mamá y le dije que iba a vivir de ella hasta los 43”, dice Pedro a manera de chiste.

En sus casas tienen lo justo: computador, aire acondicionado (aunque los regañen si lo usan mucho) y comida. “Hacemos esto de manera independiente y queremos sea así para mantener nuestra libertad, porque apenas nos comprometamos con alguien que nos dé dinero enseguida nos limitaremos”.

El objetivo del programa, que se estrenó oficialmente el pasado 20 de julio y tendrá episodios cada semana, es abrir una discusión de lo que implica nacer y crecer en Cartagena.

“Creo que lo hemos ido logrando. Quien nos escucha comienza a preguntarse un poco más por sus lugares en Cartagena y empieza a ver la realidad de una manera distinta”, apunta Pedro.

Y... ¿Por qué se llama Cartagena Federal?
…Es una pregunta que decidieron no responder jamás.

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