Facetas


“Acabó con mi hijo pero lo perdoné”

JULIE PARRA BENÍTEZ

29 de abril de 2018 12:00 AM

Ese ocho de diciembre, Lorena Teherán se despertó de madrugada a hacer el chocolate, como era tradición en su familia todos los años. Su hija menor apenas encendía la tercera velita, cuando llegó Amaury, la pareja de su hijo Fabio. De inmediato, ella notó que estaba bañado en sangre.
-¿Dónde está Fabio? - preguntó soprendida.
-No te asustes – advirtió Amaury–. Él está en la clínica, le dieron una puñalada.

Esa noche, como muchos otros jóvenes, Fabio Julio Teherán, de 23 años, salió a divertirse en una discoteca del barrio Las Gaviotas, en Cartagena. Lo hirieron en medio de una riña en la que él, aseguran sus amigos y testigos, no participaba. A Lorena no le importó más nada en ese momento, solo quería verlo y saber que estaba bien. Por eso corrió y subió a un taxi sin pensar en el resto del mundo.

Al llegar a la clínica, sentía que todas las miradas se centraban en ella. Todos la veían y nadie le decía dónde estaba su hijo, hasta que uno de los médicos se acercó a ella, la tomó del brazo y la llevó a una habitación. Fabio ya estaba muerto. La cuchillada en una de sus piernas lo desangró. “Era mi vida la que estaba tirada en esa camilla, porque no era un hijo, era el hijo, un buen hijo y el dolor es inmenso”, dice Lorena. Llora.

Han pasado casi cinco meses desde esa fatídica fecha y hasta hace pocos días Jorge Rodríguez se entregó a las autoridades para responder por el homicidio. Las audiencias preliminares se iniciaron el pasado martes y allí Lorena pudo mirar a la cara al presunto asesino de su ser más querido. Estaban frente a frente y no se contuvo, le preguntó: “¿Por qué me arrebataste a mi hijo?”. Pero más allá de aquel reclamo de madre adolorida, dio una lección que sorprendió a todos los presentes y que, sin duda, es un acto de nobleza. Este es su relato:

“Cuando entré a la sala (de audiencias) y lo vi, sentí como impotencia al ver que él podía estar ahí sentado y a mi hijo no lo voy a poder ver más nunca. Le pregunté que por qué me lo arrebató y él se fue en llanto.
La audiencia empezó entre tres y cuatro de la tarde. Yo no llegué a tiempo porque estaba con dolores, tengo lupus, y no tenía siquiera para el transporte. Tampoco me sentía con el valor suficiente, pero llené de fuerzas, mis hermanos me pagaron el taxi y me fui cojeando.

En un momento sentí rabia contra el abogado de él por lo que decía. No entiendo cómo un abogado se puede tomar la atribución de asegurar algo que no vio, y desgraciadamente mi hijo no estaba para dar su versión, pero sí están los amigos y hay tres testimonios que coinciden demasiado.

Fueron casi cuatro horas allí y él (el supuesto agresor) no alzaba la cabeza...
Mi hijo me hace falta cada segundo que respiro, cada noche, porque era mi soporte. Sin él las noches son interminables. Me duele respirar al no tener a mi hijo. Este es el dolor más grande que puede sentir un ser humano y mira que yo he pasado por muchos dolores, pero este es insoportable y no se quita con medicamentos.

Sé que ellos se conocían por el ambiente en que se movían, por su comunidad (Lgbti). Mi hijo era gay, y estoy muy orgullosa de mi gay porque todo lo hizo bien. Y ahora este muchacho (quien lo acuchilló) me parte el alma porque yo no estoy pensando con un corazón de odio, estoy pensando con el corazón de madre y él es apenas un muchacho, así como lo era mi hijo. Me da mucha tristeza por él, mucha lástima, porque se fregó la vida. No solo nos la dañó a nosotros, él también se la echó a perder, y aunque pasen los años va llevar esa culpa a sus espaldas. Yo ciertamente lo perdono, no siento rencor y no puedo decir que lo odio porque mató a mi hijo, porque no siento eso. Y no pido que le den un montón de años en una cárcel, solo pido que se haga justicia y pague por lo que hizo. Lo que la ley crea conveniente, para mí eso va a ser justicia. Su abogado pidió detención domiciliaria pero el juez la negó. Lo enviaron a la cárcel de Ternera.

La audiencia terminó a las 7 de la noche, yo fui hacia él y lo abracé. Él me dijo: ‘Señora, perdóneme, yo con Fabio nunca tuve problemas’, y yo le contesté: ‘¿por qué entonces me lo mataste? Yo te perdono, pero sabes que lo que hiciste tienes que pagarlo. Que Dios te guíe y te proteja’.

***
Fabio es recordado por sus amigos y conocidos como un ser excepcional y amoroso. Desde niño quiso ser periodista y locutor de radio, por ello ingresó a la Universidad de Cartagena a estudiar comunicación social. Hace un tiempo, ante la separación de sus padres, suspendió su carrera para trabajar en un restaurante y ayudar a su madre con los gastos de la casa, sin embargo, nunca desistió de sus sueños y planeaba retomar eso que dejó inconcluso.

Ahora su mamá se mudó a una casa más pequeña, con su hija y la pareja de su hijo muerto. El lupus le hace doler el cuerpo y la ausencia de Fabio no deja de sacudirle el alma. 

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