Revista dominical


¿Estamos escribiendo nuestra historia en la arena?

ADELA COLORADO

15 de mayo de 2011 12:01 AM

Ser parte de una ciudad, significa que el hombre logre vivir, de manera integral y armónica con su entorno. 

El disfrute respetuoso y libre del espacio público, es un derecho y un deber de todos los ciudadanos; son las actividades realizadas en las calles, plazas y parques, las que logran contrarrestar el irrespeto, la intolerancia, la soledad e inclusive las tensiones de cada día, pues es en la comunicación que se genera entre calles y susurros urbanos la que convierte al hombre no en un simple observador pasivo, sino en  protagonista de la vida en sociedad.
Desafortunadamente, nuestra realidad cartagenera es otra muy diferente, el espacio público aquí, difiere mucho de ese ideal de ciudad amable, diseñada, concebida y creada para el disfrute de sus ciudadanos. Pero una ciudad no sólo está conformada por espacios para la recreación, también las vías han sido primordiales en el progreso de los centros urbanos.
El tejido vial que recorremos cada día en Cartagena y más aún el que estamos próximos a vivir, parece concebido bajo un criterio absolutamente deshumanizado, donde el hombre no existe, solo recorrerán los espacios, las máquinas. Nuestra ciudad está llegando a un punto de saturación y aridez que clama por un ambiente plácido, donde la vegetación entre a actuar como un tamiz visual, un atenuador de ruidos, que nos oxigene y purifique, es inconcebible, que esto nos esté sucediendo en un ambiente como el nuestro, donde contamos con una vegetación generosa, típica del trópico.
El crecimiento y la muerte de la naturaleza, refleja claramente la filosofía del ser humano que habita una ciudad, y en Cartagena no hemos conseguido que sus habitantes logren integrarse armónicamente con su entorno. Cada árbol que se siembra es mutilado por la venta informal o convertido en orinal o crucificado por clavos para colgar panolas de lavacarros, o surgen argumentos vacíos como aquel de no sembrar vegetación, pues éstos bloquearían la visual de las murallas y su valor histórico, y yo me pregunto: ¿por qué no se pueden crear hitos naturales y lograr una sola unidad con los hitos culturales? Un hermoso hito natural, es el “palito e’caucho”, a un costado de la Torre del Reloj.
La falta de planificación y autoridad en el proceso creador urbano, da como resultado una ciudad torpe y sometida a la improvisación. En este proceso de creación de ciudad, es indispensable tener en cuenta que las fuerzas de la naturaleza pueden ser nuestras aliadas y no debemos jamás, ni enfrentarlas, ni tentarlas, pues son muchos los riesgos que se asumen si desconocemos sus leyes, estemos pues atentos ante las mareas altas, las invasiones, los túneles, La Popa, los caños, lagunas y ciénagas, pues de pronto estamos escribiendo nuestra historia sobre la arena.
Debemos recordar pues, que la ciudad es para el disfrute de todos sus habitantes, sin distinción de estratos ni clases sociales, pero sí con un alto compromiso y respeto de todos, para garantizar unas actividades culturales, comerciales y sociales, continuas, vigiladas, controladas, ordenadas, sin paternalismos, en búsqueda de un bien equitativo y sin favoritismos o intereses particulares. 


La Fototeca Histórica de Cartagena  Calle del Guerrero Nº 29-02
 

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