Revista dominical


Cartagena, la ruta de la libertad

MELISSA MENDOZA TURIZO

14 de agosto de 2016 12:00 AM

Doce del día. Me encuentro en Bocagrande con el historiador Javier Ortiz Cassiani, quien asesoró al Ministerio de Cultura para identificar de los lugares que dejaron esas huellas imborrables de la diáspora africana.

Dice que hay cuatro especiales: la Boca del Puente o Torre del Reloj; la plaza San Pedro Claver, la plaza de la Aduana y la plaza de los Coches. Estos sitios no solo reivindican la esclavización como hecho doloroso, sino que recuerdan los mecanismos de resistencia de los esclavizados. 

Desde la entrada de Bocagrande camino hacia la Torre del Reloj. Voy al encuentro con las raíces…doce y treinta del día. El sol está en su cenit y quema como la candela viva.
 

Plaza de la Aduana

Quince eternos minutos transcurren hasta que llego a la boca que conecta la plaza de la Aduana con la avenida Blas de Lezo.

Me encuentro en este lugar, que es hoy la Alcaldía de Cartagena, con Bernardo Romero, el exdirector de la Escuela de Gobierno. Saludo a la colega periodista que llaman “la Chiqui”, Enith Ramos, y cuento en ese lugar treinta personas entre funcionarios, académicos, personajes de la política, en fin.

¡La Aduana! La gran plaza…¿sabe por qué tiene ese nombre? Porque por sus puertas entró gran cantidad de esclavos. Era un escenario de contratación de personas. O, mejor dicho, de trata de personas. Ortiz advierte que los esclavizados eran una mercancía, un producto cualquiera y como tal debían ser legalizados por los que ejercían el control aduanero.

“Este espacio no existiría sin la presencia negra porque fue construido por mano de obra negra”, declara el historiador.



Plaza San Pedro Claver

Sigo el trayecto hacia la plaza San Pedro Claver. Hay palomas a tutiplén. Y turistas sentados en un restaurante. Todos hablan. Hay acentos e idiomas de toda clase. Inglés, francés y español…pero no se comparan con todas las lenguas que confluyeron ahí desde la inmensidad del continente africano cuando Pedro Claver llegó de España a evangelizar. Para trasmitir el mensaje divino se valió de traductores, que le enseñaron las lenguas africanas para adoctrinar a la gente. “Es un lugar importante, no solo porque Claver fue declarado santo o apóstol de los esclavos, sino porque se convierte en un espacio de confluencia e interacción de unas 81 lenguas. Esa cantidad habla de que fueron muchísimos los esclavizados traídos a Cartagena”, explica Javier.



La Torre y la plaza

de Los Coches

En la Torre del Reloj huele a caldero “quemao”. Ahí, la mona vende almuerzos con un cucayo dorado que sabe a gloria. Caminan hacia ella, el negro, el mestizo, el mulato. Los comerciantes informales del Centro Histórico comen con cinco mil pesos en esta esquina improvisada llena de sabor Caribe...el “pescao” cuesta siete mil pesos.

Ahí trabaja hace más de cuarenta años el Pinguilla, uno de los vendedores de periódicos más antiguos de Cartagena. Tiene su imperio de revistas y diarios, que se sabe de pe a pa.

Cruzan 200 personas en la hora que ahí permanezco, y me doy cuenta que trabajan en esas dos bocas más de cincuenta personas.   

La Boca del Puente, como era llamada anteriormente la Torre, era la entrada principal de la ciudad, la más importante. Se cerraba al caer el sol y durante el día era de tránsito obligado. Todo lo que al Centro entraba tenía que cruzar por ahí.

“La población esclavizada entró por aquí. Es un sitio importante porque tiene frente la plaza de los Coches, antes llamada plaza del esclavo, donde estaba el epicentro de compra y venta de esclavizados. Es un espacio de tránsito y de socialización. La Boca del Puente nos interesa como espacio histórico, pero también nos interesa entender que siguen siendo espacios de comunión e integración de la gente negra actual de Cartagena”, explica.

Javier Ortiz aclara que desde el momento en que los esclavizados llegaron a este territorio buscaron estrategias de libertad y resistencia, que van desde el palenque hasta el cimarronaje.
 

Epílogo

La arquitectura de Cartagena, la conformación física de la ciudad, fue construida por población negra. Las tradiciones autóctonas de la Heroica tienen origen en la creencia africana. “Los hermanos Zapata Olivella desarrollaron la hipótesis que la cumbia tiene origen en las actividades que se hacían entorno a la Virgen de la Candelaria y que la matriz de la cumbia tiene origen afro”, remata Ortiz.

Basta estar seguros de que Cartagena es el primer puerto negrero de América, para sentir ese orgullo vivo de saber que somos libres porque ganamos la batalla, la guerra y porque seguimos al pie de las más profundas creencias de nuestros aborígenes.

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