Una vez más la sombra de la muerte se ancló en el seno de la familia Alcalá. Hace un año y cinco meses, el 15 de noviembre de 2012, Óscar Alcalá Díaz estaba sentado junto a varios conocidos en una terraza que está frente al cementerio de Turbaco, luego de terminar sus labores como sepulturero, cuando un sicario llegó al lugar y disparó contra el grupo de personas.
Un hombre salió herido en un brazo, mientras que el sepulturero, de 47 años, recibió un balazo en el pecho que le causó la muerte casi en el acto. Por el hecho no hubo capturas.
El martes, a las 9 de la noche, su hijo Óscar Javier Alcalá Esquivel encontró la muerte en un hecho similar. El joven, de 20 años y quien vivía en el sector Camino de Arjona, en Turbaco, estaba en una esquina del barrio Bella Vista, charlando con varios amigos, cuando dos sujetos llegaron a pie y uno de ellos sacó una pistola. Los jóvenes que acompañaban a Óscar Javier corrieron, y él resolvió entrar a una casa. Pero el refugio no le sirvió de nada.
El sicario lo persiguió, ante la mirada atónita y los gritos de los vecinos, y también entró a la vivienda. El asesino le disparó dos veces al joven delante de los habitantes del inmueble. Óscar Javier recibió dos balazos en la espalda, cayendo en la entrada de un cuarto. Pero el sicario tenía claro su objetivo y fue a concretarlo. Se acercó a Óscar Javier y le dio un balazo en la cabeza, matándolo en el acto. El pistolero salió del lugar y huyó a pie con su compinche. Dicen que luego abordaron motos en las que los esperaban otros dos sujetos, y escaparon.
“No sabemos por qué mataron a Óscar Javier, pero eso no tiene nada que ver con la muerte de su papá. Las dos muertes están impunes”, indicó un pariente de Óscar Javier, quien era albañil.
La Policía Metropolitana de Cartagena indicó que Óscar Javier Alcalá no tenía antecedentes penales. La institución investiga el hecho.
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