Los Grandes Lanceros luchan por la tradición

CINDY BARRIOS MIRANDA
CARTAGENA, COLOMBIA
30 de Octubre de 2015 11:34 am
  • Luisa Balseiro y Juancho Sierra. // JULIO CASTAÑO

  • Víctor Medrano y Manuela Herrera. // JULIO CASTAÑO

  • Michi Sarmiento e Irma Jiménez. // JULIO CASTAÑO

  • Ángela Caraballo. // JULIO CASTAÑO

  • Mildred Figueroa y Alfonso Arce. // JULIO CASTAÑO

  • Grandes Lanceros de todos los tiempos. // JULIO CASTAÑO

El colorido de las lentejuelas resplandece en la distancia. Los tocados florecidos engalanan y una sonrisa perpetua da la bienvenida al Desfile de la Independencia, conocido como Bando. Entonces, armados con el espíritu festivo, los gestores culturales se disponen a recordar aquella proeza histórica de 1811.

Pero cuando cae el telón y se bajan de la carroza, los Grandes Lanceros vuelven a una lucha de años, que discurre entre los vaivenes de la política y el capricho del sector privado, en la defensa del legado cultural de Cartagena.

Nace un ícono

Era 2004 cuando por primera vez se cuestionaron sobre la iconografía de unas fiestas que decaían en el caos de lo mundano y no reconocía el trasfondo histórico, implícito en la celebración del 11 de noviembre.

Los actores festivos y gestores culturales de las Fiestas de la Independencia estaban alarmados ante la identidad perdida en las nuevas generaciones. No existía pasado en el presente, y menos en el futuro. Era tiempo de replantear los conceptos en un proceso de reflexión que derivó en el Comité de Revitalización de las Fiestas.

“Mientras las fiestas religiosas giran alrededor a un santo y a nivel universal los carnavales con toda su tradición greco-latina tenía como personaje al llamado Rey Momo, las nuestras no tenían un ícono que las representara. Es allí donde cobra sentido e importancia esa mente prodigiosa: Jorge García Usta, que desde inicios del proceso de revitalización se preguntaba ¿cómo enriquecer las Fiestas de la Independencia alrededor de nuevos íconos y simbologías que le dieran un sentido identitario coherente con la justificación de la celebración libertaria?”, advierte el profesor y gestor cultural Alfonso Arce, Gran Lancero del Bicentenario (2011).

Así se inició el camino a la construcción de una figura que fuera la máxima autoridad del jolgorio novembrino, que tuviera un propósito más allá del espectáculo y le diera sentido a una conmemoración de carácter histórico.

Con el escritor y poeta Jorge García Usta surgió la posibilidad de hablar de un Gran Lancero de la Independencia, después de interrogarse sobre ¿quiénes fueron determinantes en el suceso histórico de la declaración de independencia absoluta?

La respuesta a aquel enigma decantó en la milicia de los lanceros de Getsemaní quienes, sin pertenecer al regimiento oficial de la estructura militar, fueron importantes en el proceso libertario y junto a él, la reivindicación del papel de las mujeres en la gesta a través de la Gran Lancera.

Honrar el espíritu festivo

Una vida entregada a defender el legado cultural cartagenero es la misión de los Grandes Lanceros de la Fiestas de la Independencia. Un título que Juancho Sierra, Luisa Balseiro, Víctor Medrano, Manuela Herrera, Michi Sarmiento, Irma Jiménez, Ángela Caraballo, Mildred Figueroa y Alfonso Arce han sabido honrar en todo momento.

Por eso no es raro que su elección haya estado ligada al compromiso que tienen con las festividades cartageneras desde diferentes ámbitos, contribuyendo a su fortalecimiento y divulgación.

“Los lanceros deben ser personas con una trayectoria en la cultura cartagenera, que hayan participado activamente de los procesos de reivindicación de las expresiones y costumbres identitarias de Cartagena. Además deben ser elegidos por los actores festivos que son los que construimos las fiestas”, reconoce la artista plástica y ex directora de las Fiestas de Independencia en el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena, Mildred Figueroa, Gran Lancera del Bicentenario.

Ellos son artífices de aquello que representan, que va más allá del espectáculo y la parafernalia. Una labor que no se acaba cuando se terminan las conmemoraciones sino que se consolida en las costumbres y tradiciones.