En el 2000 y 2001, Zipacoa, jurisdicción del municipio de Villanueva, enfrentó la arremetida paramilitar que vivió el departamento de Bolívar. Paramilitares cometieron una masacre en una finca en donde se estableció un proyecto productivo conformado por hombres y mujeres campesinos y excombatientes del Ejercito Popular de Liberación -EPL-. Cinco meses después ingresaron al casco urbano del corregimiento, reunieron a sus pobladores y se llevaron a cuatro muchachos, todos entre los 16 y 18 años. Pocas horas después y cuando aún se encontraban reunidos obligatoriamente en la plaza central del corregimiento, sintieron varios disparos. Se enteraron sólo cuando campesinos que bajaban de la montaña de realizar sus jornales, llegaron con la mala noticia: los jóvenes habían sido asesinados en un monte cercano.
El miedo se apoderó de los zipacoeros. Los operativos del Ejército llegaron al día siguiente y los combates se sentían en sus casas. Bombas, ráfagas y esos sonidos de muerte quedaron en su memoria y muchos decidieron irse en ese momento. Dejaron casas, animales y otras pertenencias. Pero más pudo el amor y el arraigo por sus tierras y a las pocas semanas empezaron a retornar voluntariamente.
La guerra no logró apagar esa llama que tienen los zipacoeros que sienten felicidad de vivir en sus tierras. A pesar del despojo y la desolación con la que tuvieron que convivir varios años, decidieron, con esa resistencia que los caracteriza, iniciar de nuevo, retomar sus tareas, organizar a su gente.
Con la Ley 1448 de 2011 o Ley de Víctimas y Restitución de Tierras vieron una oportunidad para que Zipacoa volviera a ser esa tierra en donde los forasteros eran tratados como amigos. En donde ni los mosquitos molestaban. En donde tomar tinto en las escalas de su iglesia era un plan mañanero. En donde los rebuznos de los burros eran el despertador diario. Una Zipacoa en donde la tranquilidad y la paz fuera motivo de orgullo.
Fortalecer sus prácticas culturales
Para esta región bolivarense, las fiestas patronales se realizan en el marco de la celebración litúrgica de la Inmaculada Concepción, todos los 8 de diciembre. Sin embargo, el conflicto aminoró ese ánimo anual de celebración y en muchas ocasiones no se realizaron mayores actividades en sus fiestas.
Pero este 2017 fue distinto. Desde meses atrás, la comunidad con el apoyo de la Unidad para las Víctimas inició una estrategia de comunicación para la implementación de sus medidas de satisfacción, es decir, la realización de actividades que permitieran fortalecer sus practicas culturales afectadas a causa del conflicto armado y así volver a encontrarse y no perder la esencia de ser una comunidad digna, trabajadora, amable que le apuesta a la paz y a que no se pierdan sus tradiciones.
La implementación de esta medida de satisfacción contribuyó a transformar ese escenario de guerra y volver a confiar, a sentirse orgullosos de sus raíces. “Ahora que logramos esto, sentimos que fue una buena medida de satisfacción , ya no nos consideramos desplazados, sentimos que nuestro plan de reparación se está cumpliendo, estamos muy agradecidos por el apoyo. Sabemos que tenemos aún que esperar pero estamos muy optimistas. Sabemos que nosotros como comunidad nos hemos esforzado para que todo esto se dé de la mejor manera”, aseguró Marilyn Sabalza Gracia, una de las lideresas de la comunidad.
“Me siento muy contento porque todo el esfuerzo y dedicación dieron sus frutos. Nos sentimos como el ave fénix: estamos renaciendo de nuestras cenizas”, agregó Américo Arellano, uno de lideres históricos de esta comunidad campesina.
Qué sigue para Zipacoa
La directora Territorial de Bolívar de la Unidad para las Víctimas, Mileidy Galeano Paz, afirmó que Zipacoa ha adelantado de manera ordenada su proceso de reparación integral. “ Nos encontramos implementando, con otras entidades e instituciones, proyectos productivos para que los zipacoeros fortalezcas sus iniciativas campesinas. Así mismo, estamos aportando en la formación de sus líderes en construcción de paz con cursos y diplomados. Seguimos trabajando en la recuperación emocional de sus habitantes con estrategias que buscan afiancen el tejido social”.
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