Editorial


Turismo y avivatos

EL UNIVERSAL

19 de julio de 2018 12:00 AM

Las noticias acerca de avivatadas y estafas contra turistas en distintos sitios de Cartagena han sido frecuentes en las últimas semanas, especialmente las de las chantajistas de los masajes cuyo séquito ha llegado hasta a golpear físicamente, además de en el bolsillo, a los visitantes.

El atropello suele comenzar por una ‘pruebita’ no solicitada que termina en una agresión hasta que el turista paga lo que le cobren, que es muy por encima de lo normal para este servicio.

Aunque los casos de las masajistas han sido los más sonados, no son los únicos. También fueron reportados abusos enormes en las cuentas de comidas y bebidas de ciertos estaderos.

En las anteriores instancias los abusos han sucedido en las playas y en algunas de las islas vecinas, pero antes eran comunes hasta en algunos restaurantes del Centro Histórico, aunque estos casos parecen haberse reducido gracias a una combinación de vigilancia oficial y de toma de conciencia de los prestadores de servicios, además de la presión social ejercida por el gremio.

En el caso de las masajistas, hay que aclarar que la mayoría no está de acuerdo con los malos comportamientos antes descritos porque saben que les da mal nombre a todas, y quieren que las autoridades sancionen a las abusadoras.

En el Centro también hay otras formas de atropello, como los ‘raperos’ con equipos portátiles de sonido, que se la ‘montan’ a los turistas y los acosan hasta la desesperación con tal de sacarles algo de dinero.

Algunas manzanas podridas del gremio de los taxistas también participan de estos excesos contra los visitantes, ayudando a darle mal nombre a la ciudad al cobrar sumas exageradas.

Todos estos comportamientos abusivos deben ser sancionados severamente, pero también se requiere pedagogía acerca de qué es el turismo y de cómo se debe tratar a nuestros visitantes. Demasiados prestadores de servicios parecen verlos como una fuente ilimitada de dinero y se portan como si los turistas tuviesen la obligación de comprarles las mercancías a todos y a los precios que los vendedores digan. Ya no es una persuasión amable, sino algo muy similar a un atraco.

Los transportadores marítimos piratas también cometen abusos en las tarifas y calidad de los servicios en sus embarcaciones, además de tener motores en malas condiciones y no cumplir con los requisitos mínimos de seguridad, como tener chalecos salvavidas para todos los pasajeros.

Celebramos la campaña del Distrito en las playas de Cartagena, incluyendo a la Policía, la que ojalá extiendan a Bocachica y Playa Blanca.

Estas autoridades hablan con los turistas y con los proveedores de servicios parta evitar los abusos. Ojalá sea un plan permanente para proteger a nuestros visitantes, incluyendo puestos de información y sitios para recibir denuncias y actuar sobre ellas de inmediato. La mayoría de los prestadores de servicios son serios y unos pocos sinvergüenzas podrían dañarles el trabajo a todos.
 

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