Editorial


Termina una huelga destructiva

Terminan 51 días de huelga (del 8 de agosto al 7 de noviembre) del sector de pilotos de Avianca inscritos en el sindicato ACDAC (Asociación Colombiana de Aviadores Civiles). El final de la huelga se le atribuye no solo a la decisión de los pilotos de ACDAC, de los cuales solo 20 por ciento quería continuar en paro, sino también a la mediación de la Defensoría del Pueblo, en cabeza de Carlos A. Negret. Para cumplir con las normas técnicas, el paro se levantará en 72 horas, pero pasarán algunos días además de las horas antes mencionadas para que la operación de Avianca quede ‘normalizada’, es decir, con todos sus vuelos y horarios recuperados.

Para Cartagena, la huelga de ACDAC significó que hubo 1.017 vuelos cancelados, y para el país fueron 13.924 vuelos, afectando a más de 420 mil usuarios, la mayoría domésticos. Obviamente, las incomodidades, perjuicios e inconvenientes de todo orden, incluyendo económicos, causados  por la huelga a los usuarios de Avianca, fueron inmensos.

Para la hotelería del país, según Gustavo Adolfo Toro, presidente de Cotelco, las pérdidas nacionales fueron de 13.000 millones de pesos. Para los taxistas, maleteros y carperos entrevistados por El Universal, la huelga de los pilotos de Avianca inscritos en ACDAC también fue un desastre económico y familiar, cuadro que con seguridad se repite en la mayoría de las ciudades de Colombia con servicio de Avianca, y con seguridad incluye también a los diversos almacenes que operan en la mayoría de los terminales aéreos del país.

Imaginamos que para otras aerolíneas, especialmente las de bajo costo, la huelga de Avianca fue una bonanza a juzgar por las filas en los aeropuertos ante sus centros de despacho, así que al menos hubo algunos beneficiarios, además de aquellos cuyas ideologías desfasadas les hacen pensar que destruir valor y acabar con las empresas es un acto meritorio.

Entendemos que unos trabajadores inscritos en un sindicato tienen todo el derecho a reclamar mejores condiciones de trabajo e incluso de irse a la huelga si consideran que no hay más remedio, y que por el otro lado las compañías tienen todo el derecho de contradecir las exigencias que consideren excesivas.

Pero no comprendemos que sea ético, aunque sea legal, que una huelga de quienes tratan de obtener mejores condiciones personales le haga tanto daño a tanta otra gente ajena a las partes en conflicto, salvo para ser sus víctimas. En este sentido, huelgas tan dañinas e impopulares como esta le hacen mucho daño a la causa sindical. Ojalá que los asuntos pendientes entre ACDAC y Avianca se puedan resolver sin más contratiempos para ellos y para el resto de los colombianos.

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